(…)
Cuando el gallo menudea
la garganta se me afina
y el juicio se me clarea.
Yo soy como el espinito
que en la sabana florea:
le doy aroma al que pasa
y espino al que me menea. (…)
Alberto Arvelo Torrealba
Cómo cuesta escribir en 5 de marzo.
El dolor busca salida en una rabieta, en una molestia, en una tristeza. ¡Coño Chávez, duele fuerte todavía! Hay muchas lágrimas, mucho nudo en la garganta, mucha angustia represada, desviada, camuflada.
Pero aquí estamos, como nos indicaste, seguimos juntos: Florentino de puntero, venciendo al diablo que insiste en aparecerse en cada atardecer, que busca una noche perpetua para la Patria Buena. A pesar de sus conjuros, todos los días clarea y Florentino continua salvando su alma, el alma colectiva de un pueblo rebelde, inteligente, audaz. Un pueblo consciente del desafío cotidiano, porque Mr. Danger no descansa ni un segundo. Al contrario, emplea todas las armas a su alcance para someter, explotar, aniquilar.
Y heme aquí, en mi oficina de las Torres del Silencio escuchando en la distancia a Cristóbal Jiménez cantando en vivo desde la Asamblea Nacional. ¿Qué cosas, no? Desde aquí oigo el Corrío del Catire Acosta, el Corrío de Maisanta, Adiós barrancas de Apure y no hay sino que cerrar los ojos y escuchar con tu voz firme !Arpa Maestro!
Aquí estamos Chávez, contigo siempre. Porque una vez, y para siempre, fuimos Florentino victorioso y somos Chavez eterno, con nuestra dignidad intacta, con nuestro amor creciendo y creciendo vivo, pertinaz, sin horizonte ni límite como tu llanura y la nuestra.
Seremos libres, Chávez, libres como el viento que arrasa más allá del Cajón del Arauca, de la Laguna del Término, de Karibalí; de este país infinito que te encuentra en cualquier espacio desde El Caribe a la Patagonia, con tu reciedumbre veguera, tu ingenio de cachero y tu ardimiento sin fin.
Christiane Valles