Durante la 18ª Filven Delta Amacuro, instalada en Tucupita, el escritor nacional invitado y presidente del Centro Nacional de Historia, Alexander Torres Iriarte, dictó la ponencia “Historia local, un enfoque insurgente” y presentó sus libros “El otro posible y demás ensayos historiográficos” (Monte Ávila) y “La gramática de la opresión” (El perro y la rana).
Torres Iriarte señala que hablar de la historia local es una manera de abordar la historia de la comunidad, pero partiendo fundamentalmente de las vivencias, con el protagonismo de los lugareños.
“Es una historia que viene en sentido contrario a la historia oficial que siempre se ha vendido o se ha concebido, que es un relato creado por las élites económicas o políticas o incluso intelectuales; cuando hablamos de historia insurgente, hablamos de historia hecha por el pueblo y para el pueblo”, explicó.
Resaltó la importancia de la historia local como pilar fundamental en el desarrollo sociopolítico de la comunidad.
“Yo creo que una vez que hacemos historia de la localidad, en ese mismo sentido no sentimos vergüenza étnicas ni vergüenza nacional, sino que tenemos clara conciencia de dónde venimos, dónde estamos y hacia dónde vamos”, apuntó el historiador.
Añadió que no es un secreto que a medida que se conoce la historia, la situación social, económica y política de los lugares más íntimos, en esa medida se puede hacer política en el buen sentido y gestionar acciones, hacer gobierno comunal, y eso va a redundar en la mejora de espacios.
“Por eso creo, que es muy importante, que la historia a pesar de ser escrita por la comunidad es la máxima expresión de la democratización, de la memoria del pueblo venezolano, porque no se requiere ser historiador”, dijo el escritor.
La gramática de la opresión
Sobre sus obras presentadas, indicó respecto a “La gramática de la opresión” lo siguiente: “Es una metáfora que yo utilizo para acusar la historia tradicional oficial, una historia que niega la participación popular, una historia eurocéntrica, machista, centralista, racista; es una gramática de la opresión porque es un relato, es un dispositivo cultural, es una manera de ver el mundo, es un paradigma que invisibiliza para que el venezolano de a pie, como al latinoamericano en general, sienta un sentimiento de minusvalía”.
En tal sentido, señaló: “Yo vengo a sentido contrario, ya que es un conjunto de ensayos donde yo desmantelo esa historia oficial, y hablo de los mecanismos emergentes liberadores que ayudan a las personas a sentirse orgullosos de su origen, de su presente, y comprometidos con su destino”.
En cuanto a “El otro posible y demás ensayos historiográficos”, relató: “Trabajo la figura de Simón Bolívar, del Discurso de Angostura, Bolívar en el marco de la Carta de Jamaica, la discusión de Bolívar en el Correo del Orinoco sobre la presidencia vitalicia; después me meto por la figura de Andrés Bello, por la figura de Simón Rodríguez, sin dejar de mencionar allí la coyuntura 1819 vista hoy, y, sobre todo, 1820 relacionado con los soldados de Trujillo, porque en Venezuela hace 200 años se fue el conflicto con España, luego nació la paz, y dos siglos después seguimos buscando la paz”.
Finalmente, Torres Iriarte subrayó que estas obras “parten de aquel supuesto del presidente Hugo Chávez Frías que dice: ‘Nunca alcanzaremos el futuro grande que deseamos si no conocemos el pasado grande que tuvimos”.
Sobre Alexander Torres Iriarte
Escritor, historiador, conferencista y profesor universitario, coautor de 20 libros y autor de 9 publicaciones, autor de más de 300 artículos publicados en revistas arbitradas, indizadas y divulgativas; ganador del Premio Nacional de Literatura “Stefanía Mosca” (2016). Destacan entre sus libros más recientes La predicción casándrica (2021), El otro posible (2021) y La amenaza inusual (2021).
Doctor en cultura y arte para América Latina y el Caribe, Torres Iriarte es director de la revista de historia y ciencias sociales “Tierra Firme”, miembro activo de la Sociedad Bolivariana de Venezuela. También obtuvo el Premio Nacional de Historia de Barrio Adentro (2010) y el Premio Municipal de Periodismo “Guillermo García Ponce” (2011).