Canciones para el bravo pueblo

“El cantor tiene por qué cantar, tiene un objetivo bien definido: cantar por un pueblo, escribir”. Estas palabras las honró Alí Primera con 125 canciones que compuso y grabó para la gente por la que luchó hasta su último día de vida terrenal. La mayoría son piezas entrañables que rompieron el cerco mediático y fueron cantadas, celebradas, compartidas por legiones de mujeres, hombres y jóvenes que probablemente nunca se habían sentido representados hasta que las escucharon. Sus canciones son una crónica de los dramas, las desventuras y las luchas del pueblo, que se reconoció en ellas al punto que muchas se convirtieron en temas inmortales, que se siguen sonando en la voz de la gente trabajadora después de décadas. La obra de Alí Primera tiene, además, un gran valor como legado cultural y un lugar en las letras venezolanas, junto a creadores como César Rengifo y Andrés Eloy Blanco, también figuras de gran arraigo en el afecto del pueblo y a quienes él admiró y homenajeó. Por eso la Colección Bicentenario Carabobo las presenta en este volumen cuya publicación coincide con los 80 años de su nacimiento. Así, su pueblo tiene otra vía para estar en contacto con él, y contribuimos a cumplir con su deseo: “Quiero que me escuchen / quiero que me entiendan / que mi canto no se pierda / espero que luchen”.

Alí Primera Cantautor, poeta, militante revolucionario, nació en Coro, Falcón, en 1931. Llegó a Caracas a los 19 años para estudiar en la Universidad Central de Venezuela, donde se incorporó a la lucha política en las filas de la Juventud Comunista. Pero en 1969 se fue a Europa —donde grabó su primer disco— y al regresar se dedicó de lleno al canto. Acompañó a José Vicente Rangel en su candidatura presidencial en 1973 y desde entonces se mantuvo activo en la política. Fue un gran impulsor de la canción necesaria dentro y fuera de Venezuela. Murió en Caracas en 1985. Grabó los siguientes discos: Vamos gente de mi tierraCanciones de protesta (1969), De una vez. Canciones del tercer mundo para un solo mundo (1973), Adiós en dolor mayor, Canción para los valientes (1974); La patria es el hombre (1975), Canción mansa para un pueblo bravo (1976), Cuando nombro la poesía (1977), Abrebrecha (1980), Al pueblo lo que es de césar (1981), Con el sol a medio cielo (1982), Entre la rabia y la ternura (1984). Este libro contiene esas canciones.

Alí Primera
Canciones para el bravo pueblo
Colección Bicentenario Carabobo 51
ISBN 978-980-7301-89-3
264 pp.

Memorias de un semibárbaro / Alma llanera

¿Héroe o pícaro?, su presencia en la actualidad despierta una admiración tan extensa como su propia obra. Nombres ocultos o protegidos por más de seiscientos seudónimos con los cuales escribió falsas crónicas de Indias, textos de conquistadores, antologías de poetas latinoamericanos. En este volumen se recogen los dos títulos que publicó en vida: el Alma llanera (1915) la cual le dio un reconocimiento nacional, al punto que Juan Vicente Gómez lo premiará con una beca para España (ya en este país renegaría tanto de la letra de la zarzuela como del propio Benemérito). Memorias de un semibárbaro (¿1919?) es un texto íntimo y cercano a una autobiografía. El autor se despoja de las máscaras de los apodos literarios para asumir su verdadera naturaleza, la de un hombre vinculado a su tierra a través de la imagen familiar, la experiencia militar que revive como una hazaña, su llegada a Caracas, entre otras anécdotas. En Bolívar Coronado puede verse cómo la literatura es también el recorrido de una impostura, no la del plagio imitativo sino la de acto estrictamente original y creativo.

Rafael Bolívar Coronado Poeta, articulista, investigador y periodista. Colaborador de El Cojo Ilustrado, El Universal, El Nuevo Diario, El Tiempo y la revista Atenas entre otras publicaciones. En el año de 1914 se estrena la zarzuela Alma llanera, la cual es considerada nuestro segundo himno nacional. Ya radicado en España colabora con la editorial América, es secretario del poeta Francisco Villaespesa, escribe para la revista Cervantes y el diario El Diluvio. Su obra es extensa y al mismo tiempo imprecisa debido a los pliegues de la seudonimia con las cuales siempre se identificó. A mediados del siglo pasado su figura comienza a despertar el interés de la crítica.

Rafael Bolívar Coronado
Memorias de un semibárbaro / Alma llanera
Colección Bicentenario Carabobo 52
ISBN 978-980-440-039-1
148 pp.

Fuente de amargura

La vida de Cruz Salmerón Acosta estuvo signada por el tránsito doloroso de su enfermedad. Los apodos con los que aún lo conoce la gente de Manicuare —“poeta del martirio” y el “solitario de la cima de Manicuare”— van unidos a su obra y su propia existencia. Este poemario es una fe de vida, es su testimonio por ese transitar entre una esperanza de vida que se desvanece con el tiempo, la voluntad y la persistencia, desde lo más profundo de su alma, de aminorar su tormento a través del discurso poético. En este libro, que recoge sus poemas, se cruzan dos momentos cruciales en la obra de Salmerón Acosta: un ciclo “vital” y otro ciclo “amoroso”, así se obtiene una visión amplia de la búsqueda expresiva de un poeta que transitó entre el romanticismo y el modernismo, no tanto como una búsqueda estética sino como una forma de trascender el plano terrenal en el que la lepra lo devoraba.

Cruz Salmerón Acosta Poeta nacido en 1892 en El Guarataro —Península de Araya— y muerto en Manicuare, Sucre, en 1929. Fue colaborador de las publicaciones Satiricón, La U, Claros del Alba, Renacimiento, Élite, El Nuevo Diario y Broche de Oro. Se traslada de Cumaná a Caracas para estudiar en la Universidad Central de Venezuela, su estadía en la capital dura poco, al tiempo es diagnosticado con lepra y debe regresar a Cumaná. Durante su convalecencia dará forma a un conjunto de escritos que serán publicados póstumamente bajo el nombre de Fuente de amargura (1952). 

Cruz Salmerón Acosta
Fuente de amargura
Colección Bicentenario Carabobo 53
ISBN 978-980-440-030-8
82 pp.

Comprensión de Venezuela

“Lo peor que le puede ocurrir a Venezuela es que al amparo de un presupuesto próvido como el que la riqueza petrolera vuelca sobre el Estado nos trocásemos en un país de burócratas y parásitos”. Esta sentencia de Mariano Picón Salas expresa el espíritu de este libro, preparado en 1948, cuando Rómulo Gallegos aún era presidente. La revisión de la historia le hacía temer que la dirigencia política se extraviara en la ilusión de que era posible lograr las transformaciones necesarias solo con dinero y poder. Esa visión, pensaba Picón Salas, respondía a la exaltación romántica de la gesta de Independencia, a un nacionalismo ingenuo y al desconocimiento de la compleja dinámica geohistórica que signó nuestro proceso de formación económico-social. Veníamos de ser un país cerrado a las corrientes modernizadoras del mundo a causa del “cerrado provincialismo mental” de finales del siglo XIX y las primeras décadas del XX. Por eso, abrir la mente, cultivar el espíritu y educar a la sociedad era tan estratégico como abrir carreteras y negociar riquezas. “No hay que engañar al país, sino ayudarlo y comprenderlo, hay que quitar —a quienes todavía la tienen— la falsa ilusión de que Venezuela, como las demás repúblicas sudamericanas, pueden ser países aislados, separados del mundo exterior tras sus peculiares regímenes de gobierno y de sus economías atrasadas como lo fue el sueño de más de un voluntarioso caudillo criollo”. Ese es el propósito de este libro donde el autor recoge once ensayos escritos en distintos momentos.

Mariano Picón Salas Escritor, filósofo, historiador, biógrafo y diplomático nacido en Mérida en 1905. Formó parte del equipo de gobierno de Rómulo Gallegos y posteriormente participó en el diseño de la política cultural durante las gestiones de Rómulo Betancourt y Raúl Leoni. En 1946 restituyó los estudios de Filosofía en Venezuela al fundar la Facultad de Filosofía y Letras de la UCV, y en 1965 creó el Instituto Nacional de Cultura y Bellas Artes. Entre sus muchos libros destacan: Buscando el camino (1921), Problemas y método de la Historia del Arte (1933), Formación y proceso de la literatura venezolana (1940), Viaje al amanecer (1943), Miranda (1946), Los días de Cipriano Castro (1954). Murió en Caracas en 1965.

Mariano Picón Salas
Comprensión de Venezuela 
Colección Bicentenario Carabobo 55
ISBN 978-980-440-032-2
224 pp.

Cipriano Castro. Soberanía nacional e imperialismo

Este libro se suma al esfuerzo por recuperar la verdadera historia de Cipriano Castro, cuya vida y obra fueron borradas por el gomecismo y sustituidas por una leyenda negativa, mezcla de tergiversaciones, medias verdades y ficciones. Esa recuperación no se agota en hacerle justicia —con sus luces y sombras— al líder de la Restauración Liberal, sino que replantea el estudio de una época en la que se definió el destino de Venezuela como satélite suplidor de petróleo de un sistema trasnacional de extracción y acumulación de capital dominado por los intereses geoestratégicos de Estados Unidos. La indagación sobre Castro se convierte, entonces, en un estudio crítico sobre el rol de Venezuela en el desarrollo y la expansión del capitalismo en su fase imperialista, que desde finales del siglo XIX la sometió a despojos territoriales, negocios lesivos para nación y una fuerte presión para controlar desde afuera las políticas relacionadas con la explotación de las riquezas. El efecto más visible de esto fue “la involución de nuestra soberanía y la mutación de Venezuela, república soberana, en neocolonia del imperio estadounidense, agravio que fue posible por la avilantez de una cáfila ávida de poder y riqueza promovida por Washington”. 

Manuel Carrero Murillo Historiador, ensayista y docente universitario con doctorado en Historia. Coordinador de Investigación de la Escuela Nacional de Administración y Hacienda Pública y de la Cátedra de Historia Insurgente Federico Brito Figueroa. Premio Nacional de Historia 2020. Profesor de posgrado en el Instituto de Altos Estudios Diplomáticos Pedro Gual y en el Programa Nacional de Formación Avanzada en Historia, de la Universidad Nacional Experimental de las Artes.

Manuel Carrero Murillo 
Cipriano Castro. Soberanía nacional e imperialismo
Colección Bicentenario Carabobo 56
ISBN 978-980-440-033-9
334 pp.

Nueva antología

Este volumen ofrece un recorrido por diversos momentos de la trayectoria de Víctor Valera Mora, autor que marcó con la poesía de los años 60 y 70 del siglo XX venezolano con una obra en la que se encuentran el compromiso militante, la sonoridad rítmica del verso, el desenfado del habla de la calle, la sensualidad erótica y la belleza. Dueño de una especial capacidad para despertar empatía en la juventud, se granjeó —sin proponérselo— una nutrida legión de seguidores que hicieron de él una figura de culto. De ese legado, el también poeta Gabriel Jiménez Emán ha reunido “casi en su totalidad” los poemas Canción del soldado justo, una selección de textos Amanecí de bala —que señala como “su libro capital”— y del libro póstumo Del ridículo arte de componer poesía. A esto se suma el contenido íntegro de Con un pie en el estribo. Una panorámica que permite visitar y conocer a una de las voces principales de la literatura contemporánea venezolana, que el antólogo pone en valor con estas palabras: “Su poesía permanece como una posibilidad cabal de cotejar el presente; por ello quizá tenga tantos interlocutores entre la gente joven. A esos jóvenes va ofrecida especialmente esta Nueva antología. A esos jóvenes que son, a fin de cuentas, los herederos del futuro”.

Víctor Valera Mora Poeta y sociólogo nacido en Valera, Trujillo, en 1935. Fue militante del Partido Comunista de Venezuela y participó en las protestas contra la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, lo que le valió la cárcel. Formó parte de la Pandilla Lautréamont junto a Luis Camilo Guevara, Mario Abreu, Pepe Barroeta y Caupolicán Ovalles. Recibió el Premio Conac de Poesía en 1980. Murió en Caracas en 1984. Sus libros son: Canción del soldado justo (1961), Amanecí de bala (1971), Con un pie en el estribo (1972), 70 poemas stalinistas (1979) y Del ridículo arte de componer poesía(póstumo).

Víctor Valera Mora
Nueva antología
Colección Bicentenario Carabobo 57
ISBN: 978-980-440-029-2
216 pp.

Mi padre el inmigrante

A manera de salmo “Venimos de la noche y hacia la noche vamos”, es quizás uno de los versos más conocidos de la literatura venezolana, pero también es un verso que se ramifica en todo el poemario a manera de elegía dedicada al padre, inmigrante italiano nacido “a orillas del mar Tirreno”. Publicado en 1945 este extenso poema de XXX cantos es considerado la obra fundamental de Vicente Gerbasi. Es un homenaje hacia el padre que arriba desde Europa a América en busca de nuevas experiencias, este acontecimiento será uno de los motivos por los cuales el poeta vinculará la desaparición del padre con la presencia del paisaje de su infancia, es decir, una vivencia que se convierte en rito individual y totalizador: padre, hombre y paisaje perviven en los elementos de la naturaleza americana y que al evocarlos simula el movimiento de un viaje interior y profundo, reflexivo y simbólico en el que el triunfo de la muerte no es definitivo porque en la memoria pervive, no solo la niñez, sino también el padre transitando la roja tierra de Canoabo.

Vicente Gerbasi (1913-1992) Poeta, periodista, político, diplomático y traductor. Fundador del Grupo Viernes, cofundador de las revistas Bitácora, Viernes y Revista del Caribe. Es considerado uno de los grandes poetas venezolanos del siglo XX. Fue distinguido con el Premio Municipal de Poesía (1944) y el Premio Nacional de Literatura (1967-1968). Entre su extensa y prolífica obra mencionaremos: Vigilia del náufrago (1937), Los espacios cálidos (1952), Retumba como un sótano del cielo (1977), Un día muy distante (1987), La semejanza transfigurada (1996) y Antología poética (2004).

Vicente Gerbasi
Mi padre el inmigrante
Colección Bicentenario Carabobo 58
ISBN: 978-980-440-040-7
74 pp.

La trepadora – Pobre negro

Las dos novelas que dialogan en este volumen tienen como argumento superar la idea colonial de castas y clases en favor de una nueva sociedad. Esta transformación social, Gallegos la plantea en La Trepadora (1925) cuando relata la unión y ascenso de un hombre nació de una infidelidad, que forjaría por sus propios medios su progreso y su destino. Sin embargo, esta existencia no es plena, pues hay asuntos que no se pueden resolver con la venganza o el resentimiento. Entre estas emociones la novela se desplaza: entre lo campestre y lo citadino, entre el temperamento violento de Hilario Guanipa y la confrontación del resto de los personajes, entre ellos, su hija, quien buscará conciliar este carácter en favor de una decisión que ella misma se impone. En Pobre negro (1937), esta idea seminal se radicaliza a través de la violencia y atmósfera que dará lugar a la Guerra Federal. Gallegos vuelve al tema de las castas, esta vez por medio de la violencia que solo se produce en la guerra y las acciones que de ella se desprenden: saqueos, incendios, la eliminación de conductas feudales por imposición de una rebeldía sin objetivos políticos y sin leyes que defina reivindicaciones sociales. En este escenario dos personajes luchan contra sus propios dilemas amorosos y un destino que los unirá bajo el signo de un nuevo comienzo.

Rómulo Gallegos Narrador, dramaturgo, ensayistas, cineasta y pedagogo. Figura principal de la narrativa latinoamericana y destacado político, fue presidente de Venezuela en 1948 por tan solo nueve meses. Junto a otros escritores funda la revista La Alborada, escribe para El Cojo Ilustrado, adquiere El Cuento Semanal. Cofundador del Partido Democrático Nacional (más tarde AD), tomó exilio en los gobiernos de Juan Vicente Gómez y Marcos Pérez Jiménez, a su regreso a partir del derrocamiento de este último, es nombrado senador vitalicio. Entre su extensa obra mencionaremos: El Motor. Drama en tres actos (1910), Los aventureros (1913), Doña Bárbara (1929), Cantaclaro (1934), Canaima (1935) y Una posición en la vida (1954).

Rómulo Gallegos
La trepadora / Pobre negro
Colección Bicentenario Carabobo 59
ISBN: 978-980-440-023-0
620 pp.

Venezuela esclava y feudal

Este libro reconstruye el proceso de consolidación y decadencia de la nobleza criolla, no como el relato de un grupo de privilegiados, sino como un complejo proceso socioeconómico donde la lucha por los privilegios era en realidad un esfuerzo por mantener el control “sobre los medios de producción más importantes: la tierra y los esclavos”. Heredera de una mentalidad y unas instituciones medievales, pese a ser —por preeminencia y en buena medida por derecho— la clase hegemónica de la Venezuela colonial, no pudo sobreponerse al desarrollo objetivo del capitalismo mercantil, que tardó en asentarse, pero cuyos operadores pronto se convirtieron en una poderosa clase antagónica: la burguesía comercial. Este duro choque de clases va a dirimirse justo en medio del proceso de Independencia, lo que agrava la crisis que tiene que enfrentar la República e incide en muchas decisiones políticas fundamentales de Bolívar, quien “zarandeado por los acontecimientos, impotente para dominar la convulsión anárquica de la Gran Colombia, presionado por fuerzas internacionales, se fue entregando poco a poco en manos de las clases sociales reaccionarias del país hasta aislarse del pueblo y convertirse en instrumento de la política de esos estamentos”. En esa lucha de estamentos, sostiene el autor, termina por estallar la estructura feudal, pero también sucumben la república liberal y la burguesía comercial en una pugna donde ambos poderes atacaron y sometieron al pueblo.

Hundiéndonos en el excremento del diablo

Cuando en Venezuela se celebraba la nacionalización petrolera por la bonanza inmediata y el progreso que prometía, Juan Pablo Pérez Alfonzo salió a vocear que nunca el país había estado tan mal: “Ahora estamos en una mayor carraplana”. Habíamos caído en la trampa de embarcarnos “en ilusorios programas de desarrollo forzado, de éxito imposible”. Estos programas eran la respuesta irreflexiva a la táctica de las transnacionales de engañarnos “con una siembra imposible de petróleo”. Imposible por onerosa y por inviable en sus resultados, pues las corporaciones y las grandes potencias le imponían al mercado una lógica que terminaría por cerrar inventarios y reservas, lo cual anularía la posibilidad de un retorno rentable de las inversiones.

Dos factores favorecían ese manejo suicida de la explotación petrolera: la convicción de que el dinero fácil permitiría “traernos de afuera el salvador para nuestros males”, y la falta de la formación técnica y de conciencia política necesarias para comprender la realidad y los cambios que se gestaban a escala global. Su juicio era tan conciso como elocuente, llevábamos “más de medio siglo de aprender a brujos intentando Venezuela abonar la tierra con excrementos del diablo”. Y los frutos no podían ser sino los peores.