Horror y terror son sinónimos de acuerdo con cualquier diccionario, pero si nos cruzamos con un especialista literario puede dar una disertación sobre la diferencia de ambas palabras, a propósito del género fantástico que produce miedo a los lectores. Pero aquí empieza la confusión, porque miedo también es sinónimo de horror y terror.
Un lugar soleado para gente sombría, de Mariana Enríquez (Anagrama, marzo de 2024, lleva seis ediciones en menos de un mes de haber sido publicado), es catalogado como un libro de cuentos de horror. Los lectores podrán estar de acuerdo, pero cada quien desde su experiencia lectora y vital, más que producir miedo, sus personajes generan rabia por las pésimas decisiones y acciones de individuos de una clase social —la clase media, en específico—a la que le da horror vivir.
El novelista Michel Houellebecq, en H. P. Lovecraft Contra el mundo, contra la vida, sostiene que los personajes de este autor “fascinan, en parte, porque su sistema de valores es totalmente opuesto al nuestro. Racista congénito, abiertamente reaccionario”.
Los cuentos de Un lugar soleado para gente sombría están en dirección opuesta a Lovecraft, así como tampoco crea mitos sino que recrea aquellos que de forma oral se han trasmitido por siglos y que pueden llegar a ser parte del inconsciente colectivo.
A través de las redes sociales hemos topado con tanta maldad de ciertas personas que leerlas bajo la ficción de Enríquez te permite comprender que las injusticias generan fantasmas.
Mariana Enríquez atrapa a los lectores y genera reacciones en ellos gracias a ese enfrentamiento que existe entre los que están vivos y los fantasmas
Retomemos a Lovecraft: “Estoy tan harto de la humanidad y del mundo que nada logra interesarme a no ser que incluya, por lo menos, dos crímenes por página, o que trate de horrores innominados procedentes de espacios exteriores”.
Mientras transcribo la cita anterior, recibo mensajes de una amiga por wasap. Llegan con el sonido característico que es urgente leer. La velocidad en que cae cada mensaje lo delata. Transcribo línea por línea:
Qué horribles los cuentos de Mariana Enríquez.
Estoy leyendo Los peligros de fumar en la cama y estoy histérica.
Necesito que alguien malo muera en esta vida.
Acotación necesaria: La primera edición de Los peligros de fumar en la cama publicada por la editorial Anagrama apareció en febrero de 2017 y en enero de 2024 va por la 27.a edición.
Mariana Enríquez atrapa a los lectores y genera reacciones en ellos gracias a ese enfrentamiento que existe entre los que están vivos y los fantasmas, solo que ambos están atrapados, no sólo los espíritus de aquellos que pasaron a otro plano —como solemos decir por estas tierras.
Hay quienes leen ciertas obras de autores que le cambian la percepción sobre algunas personas, cosas o lugares. Para quienes se internan en la lectura de La llamada de Cthulhu, de H. P. Lovecraft, el mar ya no es un lugar idílico; It, de Stephen King, si usted tiene hijos y no ha visto la película y no está acostumbrado a este tipo de literatura, lo cierra en las primeras páginas porque sabe que algo horrible va a pasar.
Toda literatura de horror no implica miedo para quien lo lee. “Casa tomada”, cuento de Julio Cortázar, tiene todos los ingredientes de este género literario, solo que el miedo es el de los personajes. La lista puede ser extensa e innecesaria.
Los doce cuentos que componen Un lugar soleado para gente sombría, son singularmente envolventes como la música que la acompañó mientras construía las historias de este libro.
El playlist se consigue en Spotify con el homónimo del libro. La primera canción, Troy, de Sinéad O’Connor, que lleva el dolor en la voz, tiene mucho del cuento “Mis muertos tristes”.
Algunas frases de estas canciones podrían ser epígrafes o se han incrustado en parte de la historia, como lo ha confesado públicamente la autora. La música también navega con la lectura.
Si a usted le causa miedo los cuentos de horror, hay una canción de Charly García que puede utilizar para exorcizar: Rezo por vos.
Escritor, periodista y editor. Presidente del Centro Nacional del Libro desde noviembre de 2018. En febrero de 2019 asume la Dirección General de la Fundación Editorial El perro y la rana y en agosto es nombrado Viceministro de Fomento para la Economía Cultural. Es autor de los libros de cuentos El bolero se baila pegadito (1988), Todo tiene su final (1992) y de poesía Algunas cuestiones sin importancia (1994). Es coautor con Freddy Fernández del ensayo A quién le importa la opinión de un ciego (2006). Gracias, medios de comunicación (2018) fue merecedor del Premio Nacional de Periodismo en 2019, mención Libro. Actualmente dirige y conduce Las formas del libro.