El tiempo es imprevisible cuando se escribe desde la literatura con miras a plantear el futuro. Tomemos por caso ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? que se publicó en 1968. Era en la época en que Phillip K. Dick escribía cuatro novelas al año para sobrevivir. Lo que menos esperaba PKD es que esta obra sobreviviera y llegara a 1992, el tiempo en que transcurre la historia de la novela.
Los cuentos recogidos en Ciencia-ficción venezolana que compiló Julio Miranda en 1979 para la edición dominical del Diario de Caracas, Libros de Hoy, no sufren el “Síndrome de Fecha de Caducidad”, puesto que los autores que forman parte de la antología omitieron poner días, meses y años a sus historias.
Para algunos el futuro es cercano, para otros es un tiempo que solo se expresa mediante máquinas o seres con una lengua más que extranjera, ¿sideral?, pero tiene como referente los neologismos típicos de quien está creando y nombrando al mismo tiempo.
Diez son los escritores que participan en la antología Ciencia-ficción venezolana y todo parece indicar que Julio Garmendia es precursor en este género en Venezuela por el cuento “La realidad circundante”, publicado en La tienda de muñecos (1927).
Un año antes de la publicación del libro de Garmendia, el director de la revista estadounidense Amazing Stories, Hugo Gernsback, define a esta corriente literaria, que comenzó el siglo pasado, como ciencia ficción.
El término comenzó a tener mayor cuerpo décadas después, pero en la antología de Miranda, entre el primer texto y los demás, hay un salto de 40 años y se encuentran cuentos de los autores David Alizo, Francisco de Vennanzi, José Balza, Luis Britto García, Humberto Mata, Pascual Estrada, Ednodio Quintero, José Gregorio Bello Porras y Armando José Sequera.
Esta publicación fue rescatada por El Perro y la Rana en una edición bifronte con la antología Cuentos fantásticos venezolanos, también realizada para Libros de hoy, en 1980.
Ambas ediciones contaron con una presentación de Julio Miranda y es un hecho singular, literariamente hablando, que Julio Garmendia, Ednodio Quintero y Humberto Mata participen en ambas antologías aunque correspondan a diferentes corrientes literarias. El caso emblemático es el de Garmendia que los cuentos que se presentan en ambas antologías pertenecen a La tienda de muñecos.
También participan con literatura fantástica José Rafael Pocaterra —considerado precursor del género fantástico en Venezuela por “La ciudad muerta”, publicado en Cuentos grotescos (1922)—, Arturo Uslar Pietri, Andrés Mariño Palacio, Alfredo Armas Alfonzo, Pascual Estrada, Gabriel Jiménez Emán, Francisco Massiani y Earle Herrera.
En esta antología se percibe la continuidad y constancia de una corriente literaria que, más allá de la discusión de si es literatura fantástica o como se le denominó en latinoamérica: realismo mágico o real maravilloso, formó la base literaria de buena parte de nuestra literatura.
Aunque son cuentos lo que se presentan en estas antologías, a diferencia de la narrativa fantástica, las publicaciones de ciencia ficción no generaron un movimiento literario y pareciera que sus escritores tampoco tenían interés en ello. Se desconoce si los lectores buscaron con fruición las novedades nacionales y a estas alturas pasaron a ser “libros raros”.
La literatura fantástica tampoco generó movimiento literario alguno, como sí lo hicieron los poetas y pintores —en donde también participaron narradores—, algunos con criterios políticos y estéticos, pero siempre políticos aunque no quieran expresarlo directamente.
Julio Miranda parte de la necesidad de mostrar la variedad de temas abordados por los autores que hasta ese momento sobresalieron con la publicación de sus libros o por los premios literarios, como el Casa de las Américas en 1970 para Rajatabla, de Luis Britto García, donde entre los temas realidad, sociedad, política e imaginación, no hay contradicción.
Pasado el tiempo, como reza una salsa de Ismael Rivera, decimos sobre estas corrientes literarias: “Satélite llamando a control…” ¿No responde?
Escritor, periodista y editor. Presidente del Centro Nacional del Libro desde noviembre de 2018. En febrero de 2019 asume la Dirección General de la Fundación Editorial El perro y la rana y en agosto es nombrado Viceministro de Fomento para la Economía Cultural. Es autor de los libros de cuentos El bolero se baila pegadito (1988), Todo tiene su final (1992) y de poesía Algunas cuestiones sin importancia (1994). Es coautor con Freddy Fernández del ensayo A quién le importa la opinión de un ciego (2006). Gracias, medios de comunicación (2018) fue merecedor del Premio Nacional de Periodismo en 2019, mención Libro. Actualmente dirige y conduce Las formas del libro.