Un viernes familiar en la Filven: libros, arte y encuentros

Un ambiente distendido caracterizó el viernes a la 21a Feria Internacional del Libro de Venezuela (Filven) 2025. Desde temprano, familias completas y grupos de amigos recorrieron los estands de la plaza de la Juventud y la Galería de Arte Nacional, donde la exposición de obras venezolanas dialogaba con las novedades editoriales. Se registró una gran afluencia de público, con un ambiente de curiosidad y alegría compartida entre libros y obras artísticas.

La poesía y la historia abrieron la jornada. En la Sala Filven, Pedro Calzadilla y Raúl Cazal presentaron el libro (bifronte) Hojas sueltas y Guacho, de la homenajeada Judith Valencia, mientras en la Mosonyi, Luis Britto García acompañaba el foro “Entre el Orinoco y el Nilo” con académicos venezolanos y egipcios. Dos salas más allá, Roger Herrera desgranaba a “Bolívar y el discurso poético” ante un público ávido, y en la sala Civreaux, Egidio Gabriel Saldivia, de la Biblioteca Nacional, tejía estrategias para crear comunidades lectoras.

La mañana continuó celebrando raíces culturales: en Civreaux, Vladimir Sosa Sarabia y Humberto Castillo presentaron la Filmografía venezolana 1954-1972, testimonio de 59 años de trabajo de la Cinemateca Nacional. En paralelo, Armando Carías defendía los “Derechos de niños a escuchar cuentos”, con intervenciones teatrales del grupo Comunicalle, y la ministra Gabriela Jiménez mostraba nuevas publicaciones del Ministerio del Poder Popular para la Ciencia y Tecnología.

Al mediodía, la memoria tomó la palabra: en la sala Civreaux, José Gregorio Linares reveló secretos del Archivo Histórico de Miraflores, mientras en la Sala Filven, Jessica Serrano Jayaro guiaba a madres y padres en el abordaje del autismo con Umbrales e infinitos.

La tarde tejió rutas simultáneas. En la Sala Mosonyi, Daisy Barreto desentrañaba las raíces de María Lionza: divinidad sin fronteras, fusionando investigación científica con la exaltación de esta figura sagrada que encarna tradiciones ancestrales venezolanas. Además, contrastes literarios brillaban en otros espacios en la presentación de la autora argentina Natalia Bericat, quien presentaba su novela Los jardines de Juana, sobre salud mental, en la Sala Filven, mientras el peruano Jorge Millones analizaba el impacto social de la tecnología con Inteligencia Artificial y estupidez natural, en la Sala Egipto

Afuera, en la Plaza de la Juventud, el grupo La Obra de los Mimos transformaba mitos egipcios en teatro gestual con “Los misterios del antiguo Egipto”, rodeado de familias que disfrutaron la presentación. Dentro, en la Sala Fragui, Enrique Hernández D’Jesús rendía tributo al vanguardista Libro mudo, de Carlos Contramaestre, sumergiendo al público en la irreverencia del arte experimental.

Al caer la noche, la Sala Filven se convirtió en santuario de memoria. La investigadora Joanna Cadenas presentó Cine y revitalización indígena, junto al cineasta Carlos Azpúrua y el antropólogo homenajeado, Esteban Emilio Mosonyi. El acto incluyó la proyección del documental fundacional Yo hablo a Caracas (1978) y el avance del próximo largometraje Mosonyi, guardián de las palabras, tejiendo un diálogo entre luchas originarias y resistencia cultural.

Al cierre de la jornada también se presentó Sobre blanco / On white, de Freddy Ñáñez, una obra que busca derribar las percepciones que ubican a la poesía fuera de la racionalidad, lejos de su verdadero arraigo: el lenguaje.

Este sábado, la Filven extiende su invitación final: un último fin de semana para perderse entre libros abrazados por el arte, donde cada sala es un refugio y cada palabra, un puente hacia el otro.

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