Colección de libros dedicados al llano presentó Cristóbal Jiménez en la FilBo 2024

Una colección de libros dedicados al llano, editados por El perro y la rana, presentó en la 36.ª Feria Internacional del Libro de Bogotá (FilBo 2024) el escritor y músico venezolano Cristóbal Jiménez.

La colección está integrada por El corrío apureño, de Cristóbal Jiménez; Contrapunteo con Damaso Figueredo, de Gino González; Embusterías del llano venezolano y otros cuentos del camino, de Jose Daniel Suárez Hermoso; Botalón de luna, de Guillermo Jiménez Leal; Joropo llanero, de Fidel Barbarito, y Mil maneras de decir Arauca, de Leonel Pérez Bareño.

Durante la presentación de estos libros, Jiménez estuvo acompañado por el autor de Mil maneras de decir Arauca, Leonel Pérez Bareño, nacido en Tames, un pueblo araucano, al que Jiménez se refirió como un hombre amante y conocedor del llano, “que lleva el llano en el alma”.

Jiménez, quien es además diputado y presidente de la Comisión Permanente de Cultura y Recreación de la Asamblea Nacional, destacó lo significativo de estas publicaciones por estar orientadas a conservar las tradiciones.

“Tenemos que comenzar por conocer nuestras costumbres, nuestra identidad”, dijo.

Agregó que los llaneros, conocidos en gran parte por el pasado épico, tiene un cancionero y una estética.

Sobre su libro El corrío apureño, producto de su trabajo de grado para la licenciatura en Letras, Jiménez explicó que a través del análisis de 135 corridos profundiza en el análisis lingüístico del dialecto propio de la cultura apureña.

Pérez Bareño explicó, por su parte, que su libro, cuya edición original se hizo en Colombia y ahora cuenta con una edición de El perro y la rana, contiene las canciones que 500 compositores de Colombia y Venezuela le han dedicado a Arauca.

“Arauca entendida como la ciudad de Arauca, el río Arauca, el departamento de Arauca y el cajón de Arauca apureño. Esta es una zona muy integrada a través de la historia de los últimos siglos”, refirió Pérez Bareño.

El libro es un estudio de lo que ha significado en la cultura del llano el río Arauca, cuyos mil cincuenta kilómetros de extensión son compartidos por Venezuela y Colombia, y describe cómo la música, con una compilación de 1206 canciones entre pasajes y corridos, es uno de los principales ejes integradores del llanero entre el cajón de Arauca apureño y el departamento de Arauca colombiano.

Cristóbal Jiménez recordó cómo el Arauca ha sido inspiración en la literatura para obras como Doña Bárbara, Cantaclaro y La vorágine.

El también conocido como Coplero de oro interpretó varios temas musicales, entre ellos Vestida de garza blanca y Cajón de Arauca apureño.

Venezuela participa en la FilBo 2024 con más de 160 novedades editoriales.

Cósimo Mandrillo conversó en la FilBo sobre la representación del petróleo en la literatura venezolana

Cósimo Mandrillo, autor de El imaginario petrolero (Monte Ávila), explicó en la Feria Internacional del Libro de Bogotá (FilBo 2024) cómo a través de la serie de ensayos contenida en este libro analiza las sendas que ha recorrido la literatura venezolana para incorporar el tema del petróleo.

La explotación petrolera en Venezuela inició en 1922 y posterior a ese acontecimiento se daría también una producción literaria, tanto en los géneros de la novela, cuento y poesía, orientada a denunciar la explotación y discriminación a la que fue sometida por compañías extranjeras la mano de obra nacional, además de oponerse a lo que consideraron como un ataque a la soberanía del país.

“La literatura del petróleo se ha caracterizado por una marcada inclinación antiimperialista. Los escritores, desde los primeros tiempos del petróleo, lo vieron con dos perspectivas negativas: la influencia extranjera y el impacto en la naturaleza y en la cultura del país”, comentó Mandrillo.

El autor ha explicado que en una parte de los ensayos aborda específicamente lo que tiene que ver con la poesía venezolana cuyo tema es el petróleo.

De acuerdo con Mandrillo, se ha venido descubriendo cada vez más muestras de poesía en la cual el petróleo es un elemento importante y la experiencia del poeta en relación a ese mundo fascinante.

El libro El imaginario petrolero está disponible en el estand de Venezuela como parte de los más de 160 títulos que ofrece este país.

Escritores venezolanos abordaron en FilBo la representación de los wayuu en obras literarias

Los escritores Laura Antillano y Cósimo Mandrillo conversaron en el estand de Venezuela en la Feria Internacional del Libro de Bogotá (FilBo 2024) sobre la representación de los wayuu en la literatura, y especialmente en la infantil.

Antillano es autora de “Diana en la tierra wayuu” y Mandrillo de “Conspiración en el mercado”, títulos que cuentan con ediciones de Monte Ávila en los años 2022 y 2021, respectivamente, y en los que se hace mención a los wayuu, indígenas que habitan en las zonas norte del estado Zulia de Venezuela y del departamento de La Guajira en Colombia.

Antillano detalló que su obra ya tiene más de 30 años escrita, publicada originalmente en 1992 por Alfaguara, y que gracias a su estancia en Maracaibo conoció la tierra wayuu, su cultura y la realidad de su vivencia.

En ese sentido, en su novela relata las aventuras de Diana, una niña muy alta y con discapacidad visual, y un niño wayuu llamado Juyá, quienes forman una profunda amistad y deciden incursionar en el territorio de los wayuu para buscar un famoso tesoro que estaría supuestamente escondido ahí.

Por su parte, Conspiración en el mercado de
Cósimo Mandrillo es una novela ubicada en el contexto de la vida de los wayuu en el tiempo contemporáneo.

Su historia tiene por protagonista a un adolescente wayuu llamado Taluha. La trama pone a los lectores en contacto con un mundo de historias cruzadas de la verdad histórica contenida en la cotidianidad del día a día de esta etnia ubicada en la ciudad de Maracaibo por generaciones y en un mundo donde las relaciones de dominio parecieran estar escritas.

Ha comentado Antillano sobre la novela de Mandrillo que ésta es todo un hallazgo en cuanto a novedad sobre un territorio poco incursionado en la literatura.

Mandrillo señaló que de esta manera “se intenta visibilizar a esta magnífica cultura indígena, resistente”.

Agregó que los wayuu “han sido capaces de mezclarse con los blancos, de estar en todas las actividades y conservar su lengua (wayuunaiki)”.

Venezuela participa en la FilBo 2024 con más de 160 títulos literarios.

Un mundo happy de Pérez Pirela

Miguel Ángel Pérez Pirela es un filósofo prestado a la comunicación, pero desde hace un buen tiempo, quizás antes de su exposición mediática, se dedicó a calentar el brazo de la literatura y de este trainning nos podemos percatar al leer Happy (2023), su más reciente novela.

Orgulloso marabino le rinde homenaje a su tierra natal al contar la vida de los pequeños seres al ritmo de gaita y a veces de vallenato —el desamor no tiene fronteras—, que reitera frases, textos, como si fueran estribillos.

En Happy el tiempo es más que pretérito y pretexto para la búsqueda de dramas, pasiones y dilemas. A veces la historia va hacia adelante que, como toda historia, hay que meter retroceso o hacer una pausa y relatar otra que pareciera no tener mucho que ver; pero estimado lector, ninguna pieza está de más, por más pequeña que esta sea, como las del escarabajo rojo que está presente en la portada y en momentos cruciales del personaje principal.

Italo Calvino en Seis propuestas para el próximo milenio nos refiere que en “Sicilia el que cuenta historias emplea una fórmula: «lu cuntu nun metti tempu» [el cuento no lleva tiempo], cuando quiere saltar pasajes o indicar un intervalo de meses o de años. La técnica de la narración oral en la tradición popular responde a criterios de funcionalidad: descuida los detalles que no sirven, pero insiste en las repeticiones”.

Uno de los aciertos de Happy es el rescate de la oralidad, que Pérez Pirela logra con eficiencia cuando el narrador en pleno desarrollo de contar una acción, el personaje es quien remate la oración de manera directa, porque a veces, es mejor que lo explique uno mismo a que lo haga un tercero. Así sea con exageración, incluso.

Parte de los gustos literarios, que pueden ser del autor, el narrador o la abuela Fidelia —el único personaje que tiene nombre real, “a confesión de parte”— se ponen al descubierto. Su aparición puede ser como referencia de lectura universal o como personajes que suben al bus como pasajeros para acompañar a la abuela. Primero sube o se menciona a Baudelaire, y luego a “Kafka, Faulkner, Proust, Borges, Bolaño, García Márquez y Britto García”, en este orden.

Estos autores surgen porque quien narra asume que algún día será escritor y si le preguntan a Pérez Pirela cuánto tiempo le llevó escribir Happy, sin ningún ápice de duda le contestará 46 años. Una novela madurada por la vida. Sólo la muerte, en la realidad o en la ficción, logra que la novela surja con eficacia y que da pie para pensar que la historia pudiera ser cíclica o tan solo es el destino.

Son contados los libros que el tema se condensa en el título en una palabra. Seguramente, por admiración, sigue los pasos de uno de nuestros más importantes escritores del siglo XX, Luis Britto García, a quien menciona entre el grupo de escritores que cuenta con tres obras emblemáticas: Rajatabla, Abrapalabra y Pirata. Las dos primeras fueron premio Casa de Las Américas en cuento y novela, respectivamente, en la década de los 70.

Pérez Pirela encuentra esta mediación con Britto García, aunque entre los escritores mencionados, algunos también cumplen con esta característica en los títulos. William Faulkner cuenta con varios libros con títulos de una sola palabra en la portada: Sartoris es uno de ellos; mientras que Jorge Luis Borges con uno de cuentos, Ficciones, divididos en dos partes: “El jardín de senderos que se bifurcan” y “Artificios”. Roberto Bolaño tiene dos novelas: Amberes y Amuleto, que por cierto, son posteriores a Los detectives salvajes, premio Rómulo Gallegos en 1999.

En estos tiempos en que los audiolibros están en boga, Happy también tendría la misma aceptación que tienen las descargas gratuitas del libro digital y que en ningún momento compite con el libro impreso, más bien se acompañan para llegar a los lectores que disfrutan que en este pueblo no hay tristeza que valga. Aquí hasta los muertos beben.

Happy: narrar desde lo íntimo

Happy, la última novela de Miguel Ángel Pérez Pirela, incorpora, sin ocultamientos, la autobiografía y la crónica; y lo hace en un lenguaje que, a su vez, se mantiene en equilibrio entre una sintaxis que toma elementos del habla marabina y el uso estándar del idioma castellano.

Un conjunto de características del texto denotan su clara relación con la novela picaresca: en primer lugar, el tono festivo de sus páginas; un relato que se debate entre un narrador en tercera persona y una voz, la del personaje principal, Happy, que a ratos participa en lo narrado desde la primera persona; un protagonista reivindicado solo por cierta nobleza de espíritu que contrasta con su fracaso en cualquier otro aspecto material de la vida; y, en fin, una mirada crítica, desde esa nobleza de espíritu, a la frivolidad, las injusticias y demás vicios de la sociedad en la que se mueve.

Se ha dicho, medio en broma medio en serio, que el chisme es el fundamento de la novela. A pesar de la poca formalidad de tal propuesta, en Happy se cumple a cabalidad el axioma. En sus páginas se incluyen maledicencias, chismes, supersticiones, peleas domésticas y cualquier otro elemento de una cotidianidad definida por el caos. Y sin embargo, cada uno de esos elementos se integra al relato de una manera homogénea, hasta el punto de convertirse en la representación de un microcosmos social, de un hecho cultural cargado de rasgos identitarios. Se trata, además, de la evocación afectiva del mundo de la infancia, a la vez perdido, revivido y metamorfoseado en discurso novelesco.

En ese camino, la novela apunta a una prosa marcada por la oralidad, lo que puede resultar casi natural si se toma en cuenta que el discurrir de la anécdota se ubica en la ciudad de Maracaibo. No es un secreto que el habla de Maracaibo se distingue notoriamente del castellano hablado en otras regiones del País por su entonación, su vocabulario y por la particularidad del voseo.

Lo interesante en Happy es que la representación del habla maracucha escapa a la versión pintoresquista o caricaturesca de quienes desde fuera del Estado Zulia Intentan imitarla. La novela se orienta a una forma propia de recuperación de lo oral, y es por demás llamativo que en sus páginas esté absolutamente ausente el uso del voseo. La búsqueda de la identidad lingüística se cumple, en cambio, mediante oraciones que se distancian de la lengua estándar por la manera como se construyen o por el tipo de vocabulario que incorporan. Un caso a señalar es el reiterado uso del demostrativo “ese”, con carácter de enfático, asociado a un sustantivo: la plaza esa, la nevera esa, el hombre ese. Ejemplos de este tipo abundan a lo largo de la novela.

Para reforzar ese intento de rescate, el narrador usa todo tipo de referentes culturales e idiosincrásicos, desde la incorporación de la letra de canciones, refranes o dichos locales hasta ubicaciones, comidas, etc. El uso de tales referentes no se le señala al lector de manera explícita, como sería el caso si se usaran comillas o cursivas. De hecho, esas incorporaciones corren el riesgo de no ser captadas por muchos lectores, lo que equivale a decir que algunas claves del texto exigen un lector cómplice, conocedor de los códigos allí incluidos. Siendo así, no cabe duda de que el lector ideal de esta novela sería un lector maracucho, pero tal afirmación no le haría justicia a un texto que fluye armónicamente y cuya lectura resulta interesante y divertida para quien sea que entre a sus páginas.

Una particular estrategia narrativa presente en Happy es la repetición literal de ciertos párrafos que describen ambientes o narran acciones, y que, como momentos de fuerza, contribuyen a reafirmar rasgos de carácter y de pertenencia a un entorno sociocultural. Se trata de una técnica de ritornello que permita al lector aprehender la condición social y las características esenciales de los personajes allí incluidos.

En Happy la felicidad campea incluso en los momentos de quiebra económica o afectiva. El abordaje de la cotidianidad desde el humor rescata el mundo ideal de la infancia, donde no tiene cabida el sufrimiento.