¿Será la nuestra una literatura de novelas perdidas?, se pregunta en algún punto de su brillante ensayo la narradora puertorriqueña Marta Aponte Alsina, quien compartió con los asistentes a la presentación del libro Narraciones puertorriqueñas, editado por la Biblioteca Ayacucho y del cual ella fungió como compiladora. Esta suerte de bautizo de la esperada publicación contó con la presencia de Humberto Mata, presidente de la Fundación Biblioteca Ayacucho, quien abrió el evento con unas palabras a propósito de este libro, el número 253 de la colección clásica y primer volumen de una serie de seis libros que recopilarían exponentes de los géneros poesía, ensayo y pensamiento político que, según palabras de Mata, se propone hacer justicia a ese “amigo desconocido” en materia literaria llamado Puerto Rico. Marta Aponte Alsina se responde a sí misma la pregunta inicial afirmando que “cada generación parece condenada a recuperar los restos de un prolongado naufragio”, imagen que viene como anillo al dedo para describir a todo el equipo que trabajó en la edición de estas Narraciones puertorriqueñas, pues venezolanos y puertorriqueños unieron fuerzas para rescatar del olvido, de esa suerte de invisibilidad, ese tesoro que constituye la literatura de ese pequeño gran país que, como afirma Aponte Alsina, “no tiene por qué tener una literatura menor, insustancial o débil”. Sin embargo, y para desgracia de los lectores hambrientos de conocer el mundo de las letras de esa ínsula combativa que, como muchas otras naciones pequeñas, ha sido históricamente excluida de la gran industria editorial. Es por ello que la compiladora de Narraciones puertorriqueñas se siente profundamente agradecida por la iniciativa de la Biblioteca Ayacucho que, en sus palabras, nace con una “visión de tolerancia y de difundir el patrimonio cultural de América Latina”, de publicar esta revisión de la literatura puertorriqueña y cuyo primer volumen, el que ayer se presentó, comprende obras de 47 autores del periodo 1849-1975. La elección cronológica responde, de acuerdo con Marta Aponte Alcira, a “la escasa disponibilidad de textos del siglo XIX y las primeras décadas del XX”. Como colofón de la presentación de Narraciones puertorriqueñas, que de ahora en adelante será un faro para todos aquellos interesados en la literatura de esa isla caribeña, Marta Aponte Alsina afirmó que “esta revisión, que ya despierta interés en algunos lectores (…) da cuenta de lo que significa escribir sin medios, sin libertades políticas, sin alicientes, con suma fragilidad, sin preguntarse a veces para qué escribimos, ni para quién, pero con obstinación de animal herido que lucha por sobrevivir”.
