Venezuela participa en la 56ª Feria Internacional del Libro de El Cairo

La República Bolivariana de Venezuela, a través del Ministerio del Poder Popular para la Cultura (MPPC) y su embajada en Egipto, participa con una importante muestra de su producción literaria en la 56ª Feria Internacional del Libro de El Cairo, que tiene lugar en el Centro Internacional de Exposiciones de Egipto.

La feria se inauguró este jueves 23 de enero y estará abierta hasta el próximo 5 de febrero, con la asistencia de editoriales de 80 naciones, siendo Venezuela el único país latinoamericano presente.

Es la segunda vez que Venezuela asiste a este evento literario, uno de los más grandes de Oriente Medio, tras participar por primera vez con su propio estand en la edición número 55, celebrada en 2024.

La participación de Venezuela es resultado de las relaciones de cooperación en materia cultural que han sostenido ambas naciones y se realiza además en el marco de la celebración este año del 75 aniversario de sus relaciones diplomáticas, establecidas desde el 15 de noviembre de 1950.

Con el propósito de que se continúen elevando estas relaciones, el ministro del Poder Popular para la Cultura de Venezuela, Ernesto Villegas, arribó a El Cairo este viernes 24, donde fue recibido por el Secretario General del Consejo Supremo de Cultura, Ashraf Al-Azzazi, acompañado por el embajador de Venezuela en Egipto, Wilmer Barrientos.

Está previsto que este sábado 25 de enero el ministro Villegas, junto al viceministro de Fomento para la Economía Cultural y presidente del Centro Nacional del Libro, Raúl Cazal, y el embajador Wilmer Barrientos, sostenga en el marco de la 56ª Feria Internacional del Libro de El Cairo una reunión con su homólogo egipcio, Ahmed Hanno.

En ese sentido, la participación de Venezuela en este evento literario representa una garantía efectiva de acercamiento entre los pueblos de ambos países y un terreno fértil que posibilita la conexión cultural y artística de sus creadores para la difusión de sus obras y avanzar de cara a la conformación de un mundo pluricéntrico y multipolar.

Además, Egipto será el país invitado de honor de la 21ª Feria Internacional del Libro de Venezuela (Filven) a celebrarse en Caracas este año. La invitación fue extendida por el ministro Villegas al Ministerio de Cultura egipcio durante la participación de Venezuela por primera vez en la Feria Internacional del Libro de El Cairo.

En el estand de Venezuela ubicado en la feria con el número B23 se exhiben publicaciones de diferentes géneros literarios producidos por diversas editoriales del Estado venezolano, entre ellas El perro y la rana, Monte Ávila y Biblioteca Ayacucho, las cuales están adscritas al MPPC, así como títulos de casas editoras privadas e independientes.

En el estand también se muestran creaciones de pueblos originarios de Venezuela así como elementos representativos de sus manifestaciones culturales y se dan a conocer sus diversos destinos turísticos como parte de la participación del país.

Conoce a los ganadores de las bienales nacionales de literatura 2024

Cada año el Ministerio del Poder Popular para la Cultura (MPPC), a través del Centro Nacional del Libro (Cenal), convoca a escritores venezolanos y extranjeros que residan en el país a participar con sus obras inéditas en diversas bienales nacionales de literatura.

Los autores ganadores tienen la oportunidad de ser publicados por Monte Ávila Editores y recibir un premio en bolívares.

Para el año 2025 ya se están preparando nuevas convocatorias. Antes te presentamos a los ganadores de las siete bienales nacionales de literatura celebradas en 2024 en las menciones Narrativa breve, Novela histórica, Poesía, Ensayo, Ensayo teatral, Dramaturgia y Poesía infantil.

Edgar Rubio

El escritor zuliano Edgar Rubio ganó con su obra Noche de ronda la XI Bienal Nacional de Literatura Orlando Araujo, mención Narrativa breve.

El jurado decidió otorgar el premio a la referida obra por ser un compilado de relatos provisto de un ecosistema propio que recrea desde esta singular propuesta una atmósfera envolvente, sin socavar la autonomía de las piezas que lo componen.

Edgar Rubio, nacido en Maracaibo, estado Zulia, ha publicado El libro del Augur (relatos, 1996) y Alicia y otras cuestiones (novela corta, 2013). Ganó los concursos literarios de la Universidad de los Andes en 1989 y 1993 y el Premio Nacional Alfredo Armas Alfonzo de narrativa en 1992. Obtuvo la mención publicación en 2012 del Premio Nacional de Novela Corta del Fondo Editorial del Caribe.

Eduardo Mariño Rodríguez

El escritor cojedeño Eduardo Mariño Rodríguez ganó con su obra “Memoria de árbol” la VIII Bienal Nacional de Literatura José Vicente Abreu, mención Novela histórica.

El jurado halló “una obra que se afinca en la crónica para hurgar en la historia de algunos poblados del llano venezolano. Narrada en primera persona por un personaje que regresa a la zona tras los pasos de su hermano fallecido, despliega voces de un rico imaginario, sin dimitir a la exposición apegada al hecho histórico, controversial y bien documentado”.

Eduardo Mariño Rodríguez (San Carlos, 1972) tiene publicados doce libros, seis de cuento, tres de poesía, una novela y dos publicaciones en artes visuales. El Centro Nacional del Libro le otorgó el Premio Nacional del Libro, mención Creación Literaria (2002), por su obra La vida profana de Evaristo Jiménez.

María Virginia Guevara Carrillo

La autora merideña María Virginia Guevara Carrillo ganó la IV Bienal Nacional de Literatura Lydda Franco Farías, mención Poesía, dirigida a escritoras.

El jurado consideró la obra “por su alta elaboración en el lenguaje, que es laboriosa y cuidada composición de imágenes poéticas cuya aleación entre forma y fondo logran, en cada poema, piezas únicas de notoria belleza y profundidad, lo que hace de esta obra un corpus luminoso y revelador, de rico contenido temático. Sin duda, una poesía y una voz poderosa, del más alto vuelo”.

“Sólo dioses” es el primer libro de María Virginia Guevara Carrillo, quien es editora, traductora y promotora cultural, graduada en Lenguas y Literaturas Clásicas. Es cocreadora de las colecciones Taima-Taima y Juventudes Comandantes de la Fundación Editorial El perro y la rana, casa editora de la cual fue directora ejecutiva. Es cofundadora de la Editorial La Estrella Roja, directora de la revista Síntesis y ha sido colaboradora en diversas casas editoriales del país, como Biblioteca Ayacucho y el Fondo Editorial Fundarte.

Rolando José Graterol Guzmán

El escritor larense ganó la VII Bienal Nacional de Literatura Argimiro Gabaldón, mención Ensayo, con su obra “Petróleo y poder: la injerencia extranjera en Venezuela 1902-1958”.

El trabajo de Graterol Guzmán fue seleccionado “por su agudo análisis del desarrollo histórico de la industria petrolera nacional, la cual se documenta con suficientes fuentes documentales”.

Este autor, nacido en El Tocuyo (1975), es un escritor e historiador con una amplia experiencia en el estudio de la historia local, nacional y de América Latina. Tiene una trayectoria de más de 25 años en la investigación y la docencia en la que cuenta su participación en diversos congresos y seminarios sobre historia y cultura.

Daniel Enrique Herrera Malaver

El escritor aragüeño ganó la II Bienal Nacional de Literatura César Rengifo, mención Ensayo Teatral, con su obra “La ciudad como escenario: Vito Modesto Franklin, duque de Rocanegras”.

De acuerdo con el jurado, se trata de un ensayo con rigor investigativo y argumental que “presenta la historia del teatro venezolano enmarcada en la sociología de un siglo que aún nos falta revisar”.

Daniel Enrique Herrera Malaver (Maracay, 1987), residenciado en Nueva Esparta, basó su ensayo en la investigación que realizó para su Tesis de Grado La escritura de una obra dramática a partir de la revisión histórica del
Duque de Rocanegras (2021), con la que optó al título de Licenciado en Artes.

Lolimar Del Valle Suárez Ayala

La escritora zuliana ganó la II Bienal Nacional de Literatura Apacuana con su obra teatral “Los cuatro de Copenhague”, seleccionada “por su aporte a la dramaturgia venezolana, valorizando a la tercera edad, su solidaridad y amistad”.

El jurado indicó que la obra “ofrece intensidad y riqueza en sus metáforas, agilidad en los diálogos y personajes de calidad humana; personajes tradicionalmente relegados que muestran una actitud de convivencia más allá de las diferencias entre ellos”.

Lolimar Del Valle Suárez Ayala es escritora, formadora teatral, directora escénica y licenciada en Comunicación Social. Autora de las obras teatrales El puente, Señor Ministro, Piso 5, Rouge Cabaret, Amigas, La fiesta de la Princesa, Serpentario, Tres regalos, todas llevadas a escena.

Ramón Alirio Contreras Guerrero

El escritor caraqueño ganó con su obra “Lelel es polvo de estrellas” la V Bienal Nacional de Literatura Manuel Felipe Rugeles, mención Poesía infantil.

El texto invita a trabajar con las niñas y los niños aspectos esenciales de la sensibilidad humana, como lo axiológico, el amor y la fraternidad, y permite, no solo a los niños sino a los adultos, descubrir nuevas formas de mirar la diversidad humana. En ese sentido, el jurado resaltó “la hermosa manera en que esta obra ofrece una aproximación poética para conocer y valorar a las personas con Trastorno del Espectro Autista (TEA), en un marco de respeto y empatía”, y reconoció en ella “una contribución excepcional al panorama de la poesía infantil en Venezuela”.

Ramón Alirio Contreras Guerrero (Caracas, 1974) es licenciado en Letras con maestría en Literatura Latinoamericana y maestrante en Política Exterior de Venezuela, docente en Lengua, Literatura y Comunicación. Publicó en 2007 con El perro y la rana los libros de poesía Lejanías cotidianas y la antología Amanecieron de bala.

Abierto I Concurso Nacional Juvenil de Literatura Teresa de la Parra 

El Ministerio del Poder Popular para la Cultura (MPPC), por medio del Centro Nacional del Libro (Cenal), invita a las jóvenes estudiantes de bachillerato en todo el país a participar, hasta el 15 de marzo de 2025, en el I Concurso Nacional Juvenil de Literatura Teresa de la Parra.


Este concurso convocado por el MPPC  tiene como misión esencial celebrar la vida y obra de quien es una de las más insignes representantes de la literatura venezolana, cuyo legado se mantiene vigente como una influencia insoslayable en la escritura de distintas generaciones de creadores en el país.


Podrán participar niñas y adolescentes venezolanas o extranjeras residenciadas en el país  de 12 a 14 años con cartas o cuentos y de 15 a 18 años con cuentos, cartas o ensayos. 


La temática es libre y los textos deben ser inéditos. Se recibirán los trabajos por el correo electrónico: concursoteresadelaparra@cenal.gob.ve que cumplan con las bases publicadas en el sitio web www.cenal.gob.ve.


El jurado seleccionará un cuento, una carta y un ensayo por estado, los cuales serán publicados en una antología por Monte Ávila Editores (impreso y digital).


Las autoras de las obras ganadoras recibirán un certificado otorgado por el Centro Nacional del Libro (Cenal).

Te invitamos a conocer las bases:

I Concurso Nacional Juvenil de Literatura Teresa de la Parra

Anuncian premios Nacionales de Cultura y Glorias Artísticas de Venezuela

El Ministro del Poder Popular para la Cultura de la República Bolivariana de Venezuela, Ernesto Villegas Poljak, anunció los premios nacionales de Cultura y Glorias Artísticas de Venezuela en su canal de Telegram.

Informó que los jurados que evaluaron las postulaciones y decidieron los Premios Nacionales de Cultura 2023-2024 (salvo las menciones honoríficas), fueron los siguientes:

Artes circenses: Oswaldo Barreto Monroy, Eliel Brizolla y Carlos Arroyo

Literatura: Neguel Machado, Ana Cristina Bracho e Ignacio Barreto.

Humanidades: Beatriz Aiffil, Jorge Berrueta y Rosario Soto

Música, cultura popular y saberes tradicionales: Adrian Oscar Lista, Nelson Hurtado, Javier Marín

Artesanía: Ana Alejandrina Reyes, Julio Manuel Paredes y Abraham Márquez

Danza: Lisbeth Villalba, Oswaldo Marchionda, Freddy Carmona

Teatro: Julia Carolina Ojeda, Jericó Montilla y José Luis León

Artes plásticas: Natalia Rondón, Perla García, Humberto Matos, Leonel Durán, Zacarías García.

Arquitectura: Fabiola Velasco, Newton Rauseo, Margarita Padrón

Fotografía: Yoset Montes, Ángel Corao, Aldo di Bari.

Cine: Irabé Seguías, Rubén Hernández, Carlos Tabares.

Los ganadores de los premios fueron los siguientes:

Premio Nacional de Cultura, mención Cultura Popular 2023-2024: RAFAEL E. SALAZAR
Por su larga e ininterrumpida trayectoria como investigador, musicólogo, compositor y promotor cultural.

Premio Nacional de Cultura, mención Literatura 2023-2024: ANTONIO TRUJILLO
Por su amplia y variada obra que se distingue por su belleza, con su conexión con los sentimientos y valores del pueblo venezolano y que sirve de faro para las generaciones actuales y futuras.

Premio Nacional de Cultura, mención Humanidades 2023-2024: ALÍ ENRIQUE LÓPEZ BOHÓRQUEZ
Por su aporte y contribución por más de 50 años en la docencia, enseñanza, investigación y difusión histórica.

Premio Nacional de Cultura, mención Música 2023-2024: JOSÉ ANTONIO “TOÑITO” NARANJO
Por su trayectoria como intérprete y formador de generaciones de flautistas venezolanos y por su aporte a la cultura venezolana.

Premio Nacional de Cultura, mención Saberes tradicionales 2023-2024: GIANCARLA BRANCALEONI
Por su aporte y conservación en pro de la tradición de los Caballitos de San Juan en Ciudad Bolívar.

Premio Nacional de Cultura, mención Artes circenses 2023-2024: DARWIN “NICKY” GARCÍA
Por su trayectoria y aporte a la cultura venezolana formando generaciones de artistas circenses para Venezuela y el mundo.

Premio Nacional de Cultura, mención Artes circenses (post mortem) 2023-2024: JULIETA HERNÁNDEZ
Por la siembra inmortal de sonrisas y conciencia a través de las Artes circenses, la poesía y el amor.

Premio Nacional de Cultura, mención Artesanía 2023-2024: FIDELINA MANZO
Por su extraordinaria trayectoria en el mundo artesanal, su aporte al proceso de investigación, curación, organización y formación de nuevas generaciones de artesanas y artesanos.

Premio Nacional de Cultura, mención Artesanía (post mortem) 2023-2024: OLGA REYES
Por su trayectoria y representación de la mujer indígena alfarera que regó sus conocimientos y saberes en la tierra del estado Amazonas.

Premio Nacional de Cultura, mención Danza 2023-2024: FLOR AURISTELA “POY” MÁRQUEZ UGUETO
Por trayectoria nacional e internacional como intérprete, creadora, docente y gestora de la danza contemporánea.

Premio Nacional de Cultura, mención Danza (post mortem) 2023-2024: FANNY MONTIEL
Por su dilatada trayectoria como intérprete y docente de la danza clásica.

Premio Nacional de Cultura, mención Teatro 2023-2024: GUILLERMO JOSÉ “YUMA” DÍAZ MEJÍAS
Por su larga trayectoria, compromiso y ética en la profesión teatral.

Premio Nacional de Cultura, mención Artes plásticas 2023-2024: JOEL PACHECO
Por una larga trayectoria en la cual ha demostrado un desarrollo sostenido y notable en su obra artística.

Premio Nacional de Cultura, mención Arquitectura 2023-2024: DOMINGO ACOSTA GONZÁLEZ
Por su trayectoria y visión de una arquitectura sustentable y responsable con el ambiente.

Premio Nacional de Cultura, mención Fotografía 2023-2024: JOEL ALBERTO OCHOA
Por su trabajo de difusión y expresión artística en el hecho fotográfico sobre la diversidad cultural y étnica del pueblo venezolano, haciendo hincapié en el valor de la mujer y los pueblos indígenas.

Premio Nacional de Cultura, mención Cine 2023-2024: JORGE JACKO
Por su dilatada trayectoria al frente de los servicios de laboratorio y post producción del cine venezolano durante más de seis décadas.

Premio Nacional de Cultura, mención Cine (post mortem) 2023-2024: NANCY DE MIRANDA
Por su invaluable servicio como historiadora y divulgadora del cine venezolano.

Premio Nacional de Cultura, mención honorífica (post mortem) 2023-2024: PEDRO “GUARAÑA” RIERA

Premio Nacional de Cultura, mención honorífica (post mortem) 2023-2024: ELPIDIO BULLÓN

Premio Nacional de Cultura, mención honorífica 2023-2024: CARLOS BOLÍVAR

Premio Nacional de Cultura, mención honorífica 2023-2024: ENRIQUE HERNÁNDEZ D’ JESÚS

Premio Nacional de Cultura, mención honorífica 2023-2024: JOSÉ MARCIAL RAMOS GUÉDEZ

Premio Nacional de Cultura, mención honorífica 2023-2024: NOHELÍ POCATERRA

Premio Nacional de Cultura, mención honorífica 2023-2024: DANIEL ENRIQUE GIL ROSADO

Premio Nacional de Cultura, mención honorífica 2023-2024: CRISTÓBAL JIMÉNEZ

Premio Nacional de Cultura, mención honorífica 2023-2024: HENRY MARTÍNEZ

Premio Nacional de Cultura, mención honorífica 2023-2024: HERNÁN MARÍN

Premio Nacional de Cultura, mención honorífica 2023-2024: BLANCA SÁNCHEZ

Premio Nacional de Cultura, mención honorífica 2023-2024: JOSÉ MIGUEL MÉNDEZ CRESPO

Premio Nacional de Cultura, mención honorífica 2023-2024: PEDRO DURÁN

Premio Nacional de Cultura, mención honorífica 2023-2024: ELEAZAR MOLINA MOLINA (“GONZALO FRAGUI”).

Premio Nacional de Cultura, mención honorífica 2023-2024: EDGAR ÁLVAREZ ESTRADA

Premio Nacional de Cultura, mención honorífica 2023-2024: MARÍA YOLANDA MEDINA

Premio Nacional de Cultura, mención honorífica 2023-2024: EDUARDO MARTÍNEZ

Premio Nacional de Cultura, mención honorífica 2023-2024: JOSÉ MANUEL “CHACHATA” GUERRA

Premio Nacional de Cultura, mención honorífica 2023-2024: JESÚS GERARDO CORDERO

Premio Nacional de Cultura, mención honorífica 2023-2024: ALEXIS MUJICA

Premio Glorias Artísticas de Venezuela 2024: CECILIA TODD

Premio Glorias Artísticas de Venezuela 2024: LILIA VERA

Premio Glorias Artísticas de Venezuela 2024: ZHANDRA RODRÍGUEZ

Premio Glorias Artísticas de Venezuela 2024: BIELLA DA COSTA

Premio Glorias Artísticas de Venezuela 2024: OSCAR COLINA

Premio Glorias Artísticas de Venezuela 2024: DILIA WAIKARÁN

Premio Glorias Artísticas de Venezuela 2024: JESÚS SEVILLANO

Premio Glorias Artísticas de Venezuela 2024: ZORAYA SANZ

Premio Glorias Artísticas de Venezuela 2024: IVO AUGUSTO DÍAZ

Premio Glorias Artísticas de Venezuela 2024: CHEO LINARES

Premio Glorias Artísticas de Venezuela 2024: JORGE ARTEAGA

Premio Glorias Artísticas de Venezuela 2024: CARLOS PIÑERO

Premio Glorias Artísticas de Venezuela 2024: OMAIRA MARGARITA GUTIÉRREZ

Premio Glorias Artísticas de Venezuela 2024: JOSÉ MONTECANO

Premio Glorias Artísticas de Venezuela 2024: ANTONIA AZUAJE

Premio Glorias Artísticas de Venezuela 2024: MARIO DÍAZ

Premio Glorias Artísticas de Venezuela 2024: JOSÉ ANTONIO DÁVILA

Premio Glorias Artísticas de Venezuela 2024: PERUCHO AGUIRRE

Premio Glorias Artísticas de Venezuela 2024: SISTEMA DE COROS Y ORQUESTAS INFANTILES Y JUVENILES “SIMÓN BOLÍVAR”

Premio Glorias Artísticas de Venezuela 2024: AGRUPACIÓN PARRANDA LA FLOR DE COJEDES

Premio Glorias Artísticas de Venezuela 2024: TEATRO NEGRO DE BARLOVENTO

Premio Glorias Artísticas de Venezuela 2024: GRUPO ”LOS CAÑONEROS”

Premio Glorias Artísticas de Venezuela 2024: AGRUPACIÓN “LOS TRES TRISTES TIGRES”

El Ministerio del Poder Popular para la Cultura felicita a todas y todos por su destacada labor por la cultura venezolana.

La necesidad de los símbolos

Hay asociaciones que son inevitables. Una de ellas es la capacidad de concentrar fuerzas y atacar que se escenifica en la película Apocalipsis Now, de Francis Ford Coppola, con “La cabalgata de las valquirias, de Richard Wagner.

Esta pieza de Wagner, y en alguna medida la película de Coppola, son partes de las pistas que ofrece al lector en la más reciente novela de Pablo De Santis —que lleva el nombre de la pieza de Wagner—, pero no es tan evidente. Sobre todo, porque pertenece al género policial en donde — extrañamente para ser literatura latinoamericana, los detectives están ausentes, pero no los crímenes— hay policías.

En la novela se investiga un crimen que a medida que se esclarece cobra dimensiones éticas por la historia oculta de un pueblo en donde todos se conocen y hay ciertos temas y personas de los que no se habla. 

También existe una especie de competencia evidente entre policías, pero el personaje principal lleva la carga social de la historia familiar que los otros se lo recuerdan de vez en vez y está marcado desde el inicio de la novela.

“Soy policía, porque mi padre era policía. Por falta de imaginación, me acomodé al destino prefijado. Cuando estaba en quinto grado de la escuela, mi padre, el comisario Abel Nebra, mató al cabecilla de una banda de asaltantes de bancos, hazaña que lo convirtió en una leyenda viva en la institución”.

De Santis maneja con destreza el género policial que en algunas de sus novelas mezcla con el fantástico o viceversa. Cada personaje, con sus aciertos y desaciertos, en la búsqueda por la resolución de un caso, resuelve asuntos personales de los personajes. Incluso, del escritor con el lector, porque también da una mirada a la sociedad, la pasada y la actual, con frases que son estocadas, como si fueran pistas de la vida y la muerte.

“Gracias a esas fotografías de antiguas violencias se olvidaban de que trabajaban en una comisaría de un pueblo turístico, donde nunca pasaba nada. Todos necesitamos un poco de leyenda”.

Cada cierre de capítulo tiene un guiño de humor o mirada hacia la conducta humana que se repite como si fuera un patrón, independientemente del oficio. El destino de cada personaje es asumido con la dignidad que le permite comprender su vida.

Pablo De Santis logra atrapar al lector porque lleva a pulso a cada uno de sus personajes con detalles y coartadas que en su cotidianidad conforman las pistas evidentes de la investigación policial porque todos los crímenes transcurren en la normalidad y luego la vida continua como si no hubiera pasado nada.

La vida tiene sus complejidades, también la muerte y los crímenes. A veces nos hacemos preguntas que no tienen respuestas o quizás no se quiere buscar o tenerlas. Los crímenes tienen muchas aristas que resolverlos tiene su ciencia.

Hace un par de años conocí a un detective que decidió escribir y publicar unos cuentos policiales porque la literatura policial no le convencía debido a que los escritores desconocían la ciencia que utilizan los detectives para resolver los casos.

Resulta que resolver un enigma es tan solo uno de los detalles de la novela policial. “La gente tiene hambre de símbolos”, como apunta el comisario Conrado Nebra en La cabalgata de las valquirias

Los símbolos forman parte de una lógica, de un rompecabezas que permite descifrar los hechos. Como dice Marthe Arnould, son “las llaves de los caminos”.

Uno de los símbolos que expone De Santis es “La cabalgata de las valquirias”, la apertura del tercer acto de la ópera La valquiria de Wagner —que pertenece a la tetralogía El anillo del nibelungo—, junto a la escena de Apocalipsis Now, en donde es utilizada como droga para atacar y matar a vietnamitas.

A veces nos preguntamos cuál es el papel del arte, especialmente cuando algunos creen que solo es sueño e imaginación, un acto de creación ajeno a todo lo perverso de la humanidad y de la política.

No hay cabos sueltos en la novela de Pablo de Santis, sólo los que a sus personajes se les permiten sin hacer juicio sobre los inocentes y culpables. Al fin de cuentas, a veces, los extremos se tocan.

Historia de la muerte y la ceniza

La forma y el tono de la novela policial depende de quien sea el detective, ese personaje que a lo largo del tiempo se ha revestido de ciertas características que, al repetirse de un autor a otro, han terminado por conformar un arquetipo perfectamente reconocible, que los lectores esperan encontrar en cuanta novela les cae en las manos.

Si tal es el caso del lector, cabe esperar que el dilema del escritor sea el opuesto: imaginar, y crear, un detective que escape de esa especie de molde prefabricado al construir su personaje.

Puede decirse que Pablo De Santis juega fuerte en La cabalgata de las valquirias a la hora de crear a su comisario, Conrado Nebra, a quien envían a investigar un crimen en un remoto poblado. Personaje mucho más humano que ese arquetipo imperturbable de la novela policial, Nebra se descubre agudo, pero sin aires de infalibilidad; acosado por la figura de un padre que predica un modelo de conducta poco acorde con sus propios criterios; atado a una vida carente de cualquier rasgo épico; y con una relación adversa con el resto de los personajes. Conrado Nebra termina así por encarnar a un ser humano cuya normalidad despierta, a un tiempo, admiración, simpatía y, por momentos, una compasión solidaria hacia alguien atrapado en su circunstancia.

Esa conformación poco ortodoxa del detective está ligada, ¿cómo no?, a una particular concepción del crimen.

Alejada de todo maniqueísmo, La cabalgata de las valquirias carece tanto de malvados como de inocentes absolutos, lo que da a la trama una inesperada y a la vez sorprendente complejidad.

El narrador, es decir, el propio comisario, expresa su experiencia con el crimen con lo que parece una reflexión filosófica sobre la condición humana: “…se busca la encarnación del mal y solo se obtiene la estupidez, el sinsentido y la locura.”

La estupidez, el sinsentido y la locura le abren paso a la ironía que ocupa un lugar de privilegio en muchas de las páginas de esta novela. La propia historia resulta irónica, dado que los supuestos criminales parecen estar guiados por lo que ellos mismos, y no pocos de quienes los rodean, conciben como propósitos nobles.

La ironía, además, suele estar presente en los diálogos. A través de ellos se deja claro el modo como los individuos se relacionan a lo largo de la novela, a la vez que se pone en evidencia una ominosa hostilidad entre los humanos y de parte del propio ambiente en el que se desarrolla la historia.

Diálogos cortantes que muestran, sin que medien explicaciones, una omnipresente antipatía:

“—¿Usted va al acto de la biblioteca, Valeri?

—No. Le cedo la dosis de color local que me corresponde a los visitantes ilustres como usted.”

La propensión a la intertextualidad propia de la novela contemporánea, y que con tanta frecuencia se hace presente en estos tiempos, es común en esta obra de De Santis. Abundan en La cabalgata de las valquirias las referencias a otros textos. Así, por ejemplo, la alusión a Hansel y Gretel, el cuento recopilado por los hermanos Grimm, le sirve al narrador para hacer una breve reflexión sobre los elementos y la estructura de las narraciones infantiles, género que él mismo cultiva.

La intertextualidad sirve también para hacer conexiones tangenciales con otros autores de novela policial; alusiones de las cuales, como lectores, sospecharemos que se trata de las preferencias literarias del propio autor.

Las referencias a otros libros sirven, finalmente, para desdecir del carácter fidedigno de ese armado de mentiras que suele ser la novela.

Al indagar sobre la víctima el comisario pregunta:

“—¿Leía libros?

—Leía el diario. Algún libro de historia o biografías. No le gustaban las novelas. Quería leer cosas que fueran verdad.” Con esos elementos que la individualizan, La cabalgata de las valquirias adquiere una real autonomía de vuelo en el mundo de la novela policial. Añádase una anécdota que se complica justo cuando el lector cree haber encontrado la salida del laberinto; un lenguaje lleno de reflexiones cargadas de cinismo y no poco humor, que le dan densidad a todo el relato; y, en fin, una lectura agradable y seductora que fluye sin tropiezos hasta la última página.

El iceberg de la literatura venezolana

Cada época define qué es un clásico en cualquiera de las artes. Algunos autores se resisten a que sus obras cobren tal distinción porque esta se distancia de su tiempo. Prefieren verla sin polvo sobre sus portadas, en el caso de los libros.

También la palabra clásico cobra diferentes significados con el tiempo y con las obras. Pero a Rómulo Gallegos nada de esto parecía preocuparle una vez que sus novelas y cuentos comenzaron a tener el interés literario, que con el tiempo lo hizo trascender como un escritor, más que nacional, internacional.

En España apareció la primera edición de Doña Bárbara, en 1929, y recientemente la editorial venezolana Garzamora salió al ruedo editorial con una edición impecable que pareciera una novedad. Al fin de cuentas, Rómulo Gallegos es tan contemporáneo que regresa siempre con cada generación. 

Algunos críticos lo encasillaron en un género que llamaron “criollismo”, sin embargo es inevitable nombrar a Doña Bárbara cuando se habla de literatura. 

Julio Cortázar desconfió de la pregunta de Mario Vargas Llosa (1965): “—Hay quienes piensan que la «novela de la tierra» es la más auténticamente latinoamericana”. El autor de Rayuela respondió que si “por tierra se entiende el drama del hombre americano en su paisaje desmesurado (paisaje cotidiano, social, ideológico, histórico), no puede sorprender que de esa situación profundamente trágica haya surgido una novelística sobresaliente. Así, dados los llanos de Venezuela y sus condiciones de vida y de muerte, Doña Bárbara es casi una fatalidad”.

Las situaciones extremas generan conflictos que Gallegos supo colocar en personajes, espacio y tiempo. En 1967, Carlos Fuentes publicó un artículo sobre Cien años de soledad, aún inédita, de la que tan solo había leído 80 cuartillas y no pudo evitar mencionar la novela de Gallegos: “Cien años de soledad re-inicia, re-actualiza, re-ordena —hace contemporáneos— todos los presentes de una zona de la imaginación que parecía perdida para las letras, sometidas para siempre a la pesada tiranía de Doña Bárbara”.

Paradójicamente, Gallegos escribió contra ciertas tiranías que luego terminaron siendo un peso para que flotaran nuevas generaciones de escritores. Si eso sucedió con autores como Cortázar, Fuentes, Gabriel García Márquez, entre otros, como Camilo José Cela que por encargo de Marcos Pérez Jiménez escribió La Catira, también en nuestro patio para nuestros escritores de alguna manera era una vara que debían superar.

Orlando Araujo en Narrativa venezolana contemporánea colocó a Doña Bárbara como el cierre de una temática novelística que comenzó con Peonía (1890), de Manuel Vicente Romero García. Pero este fue el comienzo de una “crisis” en la literatura nacional. Es cuando surge un “movimiento renovador que, entre 1930 y 1940, nos ofrece una media docena de novelas (Las lanzas coloradas, Cubagua, Canción de negros, Mene, Puros hombres, Fiebre) que son distintas y que se desprenden y se divorcian del esquema típico de la novela criollista”.

Mientras se escribía y discutía sobre la nueva narrativa venezolana, Rómulo Gallegos viajó a Hollywood, Estados Unidos (1939), para afinar los detalles de una supuesta producción cinematográfica de la novela. Finalmente se llevó al cine en 1943 con la caracterización de la actriz mexicana María Félix como Doña Bárbara. Esta versión contó con la participación de Gallegos como libretista junto con el director Fernando de Fuentes. 

Posterior al fallecimiento del escritor aparecieron otras versiones fílmicas, pero en vida vio como su obra se convirtió en radionovelas y telenovelas. Incluso hasta una ópera llegó a montarse en el Teatro Municipal de Caracas (1966) con libreto de Isaac Chocrón y participación de la mezzosoprano Morella Muñoz.

Doña Bárbara es más que un clásico, es la punta del iceberg de la literatura venezolana sin pretender ser la suma de la cultura nacional. Rómulo Gallegos se acercó a los dramas humanos de su tiempo, que es el de todos los tiempos. No es casualidad que por ello termina siendo catalogado como el escritor nacional por excelencia.

Una doña múltiple e inacabable

Doña Bárbara es una novela que parece renovarse a medida que pasa el tiempo; un texto clásico que no ahorra sorpresas con cada nueva lectura.

Decía Octavio Paz que clásico es aquel escritor que agota las posibilidades expresivas de la lengua en su momento histórico. Agotar la lengua se traduce en múltiples niveles de lectura y de comprensión que alargan de manera indefinida la capacidad de una obra para ser interpretada.

La lectura que tradicionalmente se ha hecho de Doña Bárbara apunta al enfrentamiento entre civilización y barbarie. Intelectual perteneciente a una época que mantenía vivo el espíritu del Positivismo, es natural que Rómulo Gallegos creyera con firmeza en el poder de la razón para desarrollar la sociedad venezolana.

Su idea de civilización se afinca en una inamovible fe en el poder de la ley. Tan sólida es esa fe, que pasa por encima de la corrupción de un Jefe Civil como Ño Pernalete o el oportunismo y lo pusilánime de un secretario como Mujiquita.

Gallegos concibe la ley de un modo enteramente esencialista. Vale por sí misma, más allá de las condiciones concretas en las que deba aplicarse o de quienes sean los encargados de hacerla cumplir. Se trata de una especie de poder invisible que impacta con ímpetu en quienes detentan el poder real del latifundio, en ese llano dejado de la mano de Dios donde se desarrolla la novela.

El halo de cosa incuestionable y eficiente es el motivo por el cual personajes como doña Bárbara o Mr. Danger, a pesar de manejar a su antojo al Jefe Civil, no desestiman la posibilidad de que se les aplique esa Ley, con mayúsculas, con la que los amenaza Santos Luzardo.

Para validar aún más la fuerza civilizadora de la ley, Gallegos hace que dude de ella nada menos que el propio Santos Luzardo, quien ha regresado a su llano natal con lo jurídico como estandarte. Como un Cristo crucificado, que a ratos siente que su padre le ha abandonado, Santos Luzardo deserta de su fe en la ley y abraza momentáneamente los mismos métodos de sus enemigos, encarnación de la barbarie.

Esa duda vale, en realidad, para reforzar la validez de la civilidad. No es un detalle menor que sea un peón de Luzardo, que ahora comparte la fe del patrón, quien lo empuja de nuevo por la vía legal.

La vacilación de Santos Luzardo sirve adicionalmente para darle complejidad psicológica al personaje. De hecho, tanto Santos Luzardo como doña Bárbara se desdoblan en algún momento del relato hasta llegar a representar lo contrario del rol que parece haberles asignado inicialmente el narrador. Una prueba más del talento como novelista de Gallegos; talento que puede rastrearse en la mismísima doña Bárbara, cuyo accionar, a medida que transcurre el relato, se hace menos esquemático y más contradictorio con su personificación de la barbarie.

Para probar lo anterior, nada mejor que el capítulo final de la segunda parte de la novela. Gallegos despliega allí una extraordinaria maestría al tratar de esa entidad negativa conocida como el Socio. El lector no alcanza a saber con certeza si el diálogo allí presente sucede en la mente de doña Bárbara o si realmente hay una presencia exterior a ella que la induce al mal.

Se trata de apenas dos páginas en las que Gallegos, por un lado, roza lo fantástico al plantear la duda acerca de la existencia de lo sobrenatural; y por el otro, es capaz de hacer un abordaje respetuoso y de estricto carácter antropológico acerca de las creencias populares presentes en el llano venezolano. Él, que hasta ahora no había ahorrado el calificativo de superstición al tratar de tales creencias, en estas pocas páginas construye una semisombra en la que se actualiza el proceso interior de doña Bárbara con la sospecha nunca negada de una fuerza que desde afuera actúa sobre su alma.

Algo parecido había logrado en capítulos anteriores con los rebullones, esos pájaros premonitorios que alborotan la mente de Juan Primito. Vuelvo al inicio: cada lectura de Doña Bárbara encuentra nuevos sentidos y pone de relieve la variedad y riqueza del lenguaje del maestro, que a ratos salta, incluso, a territorios tan inesperados como lo fantástico.

Edgar Rubio ganó la XI Bienal Nacional de Literatura Orlando Araujo

El escritor zuliano Edgar Rubio ganó con su obra Noche de ronda la XI Bienal Nacional de Literatura Orlando Araujo mención Narrativa breve, convocada por el Ministerio del Poder Popular para la Cultura a través del Centro Nacional del Libro (Cenal) y dirigida a escritores venezolanos o extranjeros residenciados en el país con trabajos inéditos.

Así lo indica el veredicto del jurado integrado por Jesús Ernesto Parra, Miguel Ángel Pérez Pirela y Esmeralda Torres, el cual, tras la evaluación de 94 manuscritos concursantes, decidió otorgar el premio a la referida obra, presentada con el seudónimo Carapaica y que, una vez abierta la plica, resultó ser de Edgar Rubio.

De acuerdo con Parra, Pérez Pirela y Torres, se trata de un compilado de relatos provisto de un ecosistema propio que recrea desde esta singular propuesta una atmósfera envolvente, sin socavar la autonomía de las piezas que lo componen.

“Estamos frente a una obra que se inscribe en la mejor tradición literaria latinoamericana, demostrando amplia maestría en el manejo de la teoría quiroguiana del relato. Noche de ronda, desde una notable poética de la crueldad y las ‘situaciones límites’, destaca por una probidad en el uso del espacio redaccional y el lenguaje: una literatura diáfana, que no redunda en explicaciones, imágenes o adjetivos”, señala el veredicto.

El jurado también destaca de la obra “un sorprendente uso del recurso de la trama y una bien lograda confección de los cierres dramáticos. A partir de este estilo, Noche de ronda abre una inusitada ventana a nuestra literatura, sin pretensiones ni tremendismos: únicamente con una literatura directa y poderosa”.
 
El autor de la obra ganadora recibirá certificado y un premio de cien mil bolívares (Bs 100.000,00), otorgado por Cenal, y la publicación del libro por Monte Ávila Editores
(impreso y digital).

Edgar Rubio, nacido en Maracaibo, estado Zulia, ha publicado El libro del Augur (relatos, 1996) y Alicia y otras cuestiones (novela corta, 2013). Ganó los concursos literarios de la Universidad de los Andes en 1989 y 1993 y el Premio Nacional Alfredo Armas Alfonzo de narrativa en 1992. Obtuvo la mención publicación en 2012 del Premio Nacional de Novela Corta del Fondo Editorial del Caribe.

La XI Bienal Orlando Araujo, junto a otras seis bienales nacionales de literatura convocadas también por el Ministerio del Poder Popular para la Cultura en 2024, forma parte de las políticas culturales del Gobierno Bolivariano orientadas a incentivar el desarrollo de autores.

La naturaleza de las pasiones

Las pasiones son inherentes a todas las almas. El conflicto existe cuando se tienen que reseñar y poner orden en una lista. El filósofo Miguel de Unamuno corregía a aquella persona que al presentar a un médico, agregaba que además era poeta. El autor de Del sentimiento trágico de la vida invertía el orden. 

En ese mismo libro ser filósofo o poeta se equiparan cuando se refiere a los “escolásticos metidos a literatos —no digo filósofos metidos a poetas, porque poeta y filósofo son hermanos gemelos, si es que no la misma cosa—”.

Si eres escritor —y cuando decimos “escritor” generalmente se entiende que es aquel que escribe cuentos y novelas—, poeta, periodista y alpinista, como es el caso del napolitano Erri De Luca, uno se pregunta cuál de todas ellas son pasiones y en qué orden las pondría si le tocara hacerlo.

Son incógnitas que quizás nunca son conflictos, más si se toma en cuenta que ejerció oficios tan disímiles como albañil, conductor de camiones o trabajador de pista en un aeropuerto.

Involucrado además en política, es natural que evidentes rastros de esas experiencias se filtren en su obra literaria. Pero su accionar político es parte de esa esencia que tiene que ver con las posturas personales ante los actos injustos del poder.

Hay que acotar que en temas de política y profesiones, el periodismo propagandístico hace uso de la profesión para decir que el poder cercena a profesionales. Por ejemplo, el periodista alemán Günter Wallraff, autor del célebre libro Cabeza de turco, protestó contra la junta militar fascista de Grecia, en 1974, y fue preso, torturado y enjuiciado. Él nunca dijo que fue como periodista sino como activista político.

Similar actitud tiene De Luca. Arma manifiestos que luego escritores e intelectuales firman debajo de él su acción solidaria.

Hombre de mentalidad liberal, llena sus novelas de personajes populares que las más de las veces muestran un frontal desacuerdo con el sistema social, cuando no se oponen a él abiertamente.

En La natura expuesta, es fácil comprobar que, en la práctica, todos sus personajes viven al margen del sistema. Desde un narrador confinado entre las nieves de Los Alpes, hasta los migrantes que, en plan de coyote, ayuda a cruzar la frontera en abierta burla de la ley.

A diferencia de su última novela, Imposible, en la que un exrevolucionario se enfrenta a un fiscal que representa, aunque a su manera, el orden establecido, en La natura expuesta ni siquiera los representantes de la iglesia están en disposición de asumir de manera ortodoxa la tarea que se le impone.

De Luca ha llegado a afirmar que la “verdadera historia de este siglo se halla en la narrativa, no en los libros de historia, porque ha sido una historia colectiva que solo puede ser explicada por los interesados directos”.

Esa historia está marcada por el incesante paso de migrantes que desde África se dirigen a Italia como punto de llegada o de tránsito hacia otros países de Europa. De Luca aborda a esos migrantes no desde una mirada sociológica o caritativa. Su abordaje del asunto se acerca más a una concepción de la vida marcada por el cinismo.

La novela está narrada desde el desarraigo y el distanciamiento. Una voz que se vuelve, en su propia tierra, tan errante y fuera de lugar como esos migrantes con quienes se relaciona de igual a igual.

Migrantes perseguidos, religiosos tomados por la duda, o un narrador que descree de todo son los personajes protagonistas de La natura expuesta, y son a la vez esos interesados directos en el devenir de la historia.

Las novelas de De Luca suelen resumar política. No una política explícita, como la de quien toma partido abiertamente. Se trata de una cierta inconformidad que se filtra por diversos medios a través de los personajes. Es una visión sombría de la sociedad desde una conciencia que ejerce un existencialismo difuso, sin otro anclaje que una experiencia vital marcada por la derrota y el desinterés.

Las instituciones podrán tener diferentes políticas u opiniones que esculpidas en piedra de nada sirven. Sin embargo, las pasiones siguen el curso de la historia.