“Por el sendero de ayer” honra la poesía popular en Feria del Libro de Caracas

Presentaron en la 16.ª Feria del Libro de Caracas una reedición realizada por Fundarte del libro “Por el sendero de ayer: Décimas de Julio Ramírez”, con compilación y selección de Neguel Machado y Juan Echeverría y prólogo de Efraín Valenzuela.

La presentación la realizaron los decimistas Neguel Machado, Juan Echeverría y Ricardo Linares junto al viceministro de Fomento para la Economía Cultural del Ministerio del Poder Popular para la Cultura y presidente del Centro Nacional del Libro (Cenal), Raúl Cazal.

Julio Ramírez, conocido como El poeta de Soapire, es un reflejo de la fe y religiosidad popular y amor por la historia y geografía de Venezuela. Su estilo poético incluye trovo, pie forzado y décima encadenada. Es reconocido como un maestro de la palabra que ha dejado una huella duradera en la cultura.

En ese sentido, el viceministro Cazal mencionó cómo la décima es una forma de arte popular que conecta a las personas a lo largo del tiempo y destacó la importancia de la comunidad y la colaboración en la creación literaria.

Además, conversó sobre su amistad de larga data con Efraín Valenzuela, prologuista del libro presentado sobre Julio Ramírez, rememorando su encuentro con este durante la celebración de una Cruz de Mayo en Caracas y las experiencias que compartieron en colaboraciones para programas de radio donde exploraban juntos el diverso legado cultural venezolano.

“Efraín es una persona que tiene rigor en todo esto de las palabras, en el rigor de la poesía”, afirmó Cazal en relación a la influencia que Valenzuela también ha ejercido en la comunidad poética.

“El homenaje a Efraín Valenzuela es también un homenaje a aquellos que luchan diariamente por mantener viva la herencia cultural de nuestro país”, resaltó Cazal.

Sobre “Por el sendero de ayer: Décimas de Julio Ramírez”, Neguel Machado hizo énfasis en la importancia de honrar a quienes nos anteceden, “siempre tratando de mantener presente a quienes nos han enseñado todo y tanto”.

La Feria del Libro de Caracas es organizada por la Alcaldía del municipio Libertador en la Galería de Arte Nacional y abrirá hasta el 10 de noviembre.

Con biografía de Héctor Lavoe celebraron en Feria del Libro de Caracas legado musical caribeño

Una biografía que explora la vida del icónico salsero puertorriqueño Héctor Lavoe publicada por el escritor e investigador musical colombiano Sergio Santana Archbold de la mano con El perro y la rana fue presentada en la 16.ª Feria del Libro de Caracas.

Se trata del libro “Héctor Lavoe: la voz del barrio”, que narra la trayectoria del cantante desde sus inicios en Ponce hasta su consagración en la salsa en Nueva York.

La presentación estuvo a cargo del historiador Juan Carlos Báez y Alejandro Moreno, responsable de la edición, y contó con la participación de Raúl Cazal, viceministro de Fomento para la Economía Cultural y presidente de El perro y la rana y el Centro Nacional del Libro (Cenal).

La obra celebra el legado musical y personal del icónico sonero boricua y la esencia de su estilo caribeño.

Cazal afirmó que la música caribeña, en especial la salsa, está recibiendo la atención que merece a través de nuevos lanzamientos editoriales, incluyendo la publicación de Sergio Santana Archbold.

Además de esta obra próximamente saldrán dos libros prominentes en esta línea: “La vida y obra de Héctor Lavoe” y una obra conmemorativa por el centenario del compositor puertorriqueño Tite Curet Alonso, informó el presidente del ente rector de la Plataforma del Libro y la Lectura del Ministerio del Poder Popular para la Cultura.

Cazal destacó el interés del público en la música caribeña y señaló que un ejemplo es que en la edición de la Feria Internacional del Libro de Venezuela (Filven) número 21, celebrada en la capital venezolana en julio pasado, uno de los títulos más vendidos fue el libro de Sergio Santana Archbold que ahora se presenta en la Feria del Libro de Caracas.

“Fue un testimonio claro del objetivo que tenemos en poner nuestra música y nuestros autores en primer plano”, afirmó el viceministro Cazal.

Por su parte, Báez destacó que la obra representa una recopilación significativa de la discografía de Héctor Lavoe junto con un exhaustivo estudio de su biografía.

“Este libro no solo se limita a enumerar discos, sino que ofrece un análisis detallado de cada grabación y de las circunstancias históricas que rodearon tanto la vida de Lavoe como su entorno musical”, afirmó Báez.

El historiador subrayó la importancia de reivindicar a Héctor Lavoe como un artista, señalando que su legado debe ser apreciado no desde un enfoque amarillista, como es común en otras biografías, sino desde una perspectiva más profunda que reconozca su talento y su impacto en la estética del barrio.

También apuntó que Lavoe emergió en un contexto crítico donde su música y visión del Caribe resonaron profundamente. “Los artistas de esa época no tenían la intención de crear una narrativa sobre el Caribe; lo hicieron a partir de su propia experiencia, su talento y su innovación”.

La Feria del Libro de Caracas es organizada por la alcaldía del municipio Libertador a través de Fundarte y se extenderá hasta el 10 de noviembre en la Galería de Arte Nacional.

“Papeles de Política” de Miguel Pérez Pirela en la Feria del Libro de Caracas

Como una herramienta para comprender el curso de los actuales desafíos sociopolíticos en Latinoamérica y el Caribe, con un foco especial en casos de intervención imperialista en Venezuela y otros países de la región, se presentó en la 16.ª Feria del Libro de Caracas la nueva publicación del escritor Miguel Ángel Pérez Pirela titulada Papeles de Política (1999-2025), bajo el sello de Monte Ávila Editores Latinoamericana y La Iguana Ediciones.

La presentación estuvo a cargo del viceministro de Fomento para la Economía Cultural del Ministerio del Poder Popular para la Cultura y presidente del Centro Nacional del Libro (Cenal), Raúl Cazal, y el escritor e intelectual Luis Britto García.

Pérez Pirela, quien es doctor en Filosofía Política y actual coordinador internacional de la Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad, analiza casos específicos de intervención imperialista en Venezuela, Colombia, Bolivia, Cuba, Uruguay y Haití, todos, de acuerdo con su análisis crítico, representativos de un intervencionismo cada vez más agresivo.

Además, el libro aborda temas como la manipulación mediática, la infoguerra y la importancia de los medios de comunicación comunitarios en la batalla de ideas.

En ese sentido, el viceministro Cazal compartió sus reflexiones sobre el significado de la obra de Pérez Pirela en un contexto de constante amenaza imperialista.

Cazal, también escritor, editor y periodista, refirió que con Papeles de Política el lector empieza a entender el estudio de la filosofía, pero también puede comprobar la versatilidad y capacidad del autor para hablar con un discurso bien estructurado de temas atinentes a la comunicación, la política y la defensa de Venezuela y Latinoamérica por la humanidad.

 “Ese discurso está muy bien elevado, donde filosofía, política y comunicación se van desarrollando de manera clara, precisa, con objetivos muy pertinentes para los momentos en que estamos viviendo”, aseguró Cazal.

Por su parte, Britto García destacó el prólogo del intelectual argentino Atilio Borón y describió la obra como “un libro formidable” que sostiene un diálogo profundo con sus propios textos, donde hay pensamientos de grandes clásicos filósofos de la política y también contemporáneos, todo desde una perspectiva latinoamericana.

Britto García mencionó las conexiones entre la política, la historia y la filosofía centrando su atención en la influencia, por ejemplo, de figuras como Thomas Hobbes, John Locke y Jean-Jacques Rousseau en la estructura política contemporánea.

Enfatizó que las ideas de estos filósofos “siguen determinando nuestra vida, nuestra existencia, y teniendo lugar en nuestra cotidianidad”.

Finalmente, Pérez Pirela indicó que “este libro rompe con la pseudo-objetividad de la ciencia política,” y refleja un recorrido personal a lo largo de sus inicios en la publicación de artículos desde 1999.

“Jamás pensé que este libro iba a ser presentado en medio de una Revolución Bolivariana amenazada por mil 200 misiles y ocho destructores. Esto le otorga al libro una riqueza fundamental, ya que trasciende ese pensamiento moderno y liberal que pretendía imponerse”, subrayó Pérez Pirela.

La Feria del Libro de Caracas es organizada por la alcaldía del municipio Libertador en la Galería de Arte Nacional y abrirá hasta el 10 de noviembre.

Selva Almada no es un río

Selva Almada es enfática con el título de su novela No es un río, en donde todas las vidas se agolpan en un mismo tiempo y el misterio en su narrativa forma parte de la historia.

No es el regodeo de contar por contar, sino de crear una tensión que permita al lector ir tras la búsqueda de los personajes que aparecen y desaparecen sin artificios, vivos o muertos.

Los personajes cruzan ríos como vidas o sueños. 

“El que tenga miedo de morir, que no nazca”, reza el dicho popular y la literatura de Almada tiene algo de este dicho, en especial, esta novela que cierra una trilogía —catalogada de “varones”— que completan El viento que arrasa y Ladrilleros.

El río, así como el mar, es un misterio. Podríamos hacer una larga lista de misterios, pero nos detenemos en lo acuático porque el mito fundacional de la creación está en las aguas y la ciencia lo confirma.

Los waraos, que habitan entre ríos, en el delta del Orinoco, llaman al cielo kuay nabaida: “La mar de arriba”. 

El cronista que cuenta la travesía del Tirano Aguirre bajo la expedición de Pedro de Ursúa y, posteriormente, bajo su propia intuición de navegante, se enteró como los pobladores originarios llaman al río: “serpiente sin ojos”.

Selva Almada nació en Entre Ríos, Argentina. El lugar en donde nacemos o residimos dice muchas cosas y las historias de No es un río tiene ese resplandor, así como los cuentos de Horacio Quiroga, en donde el misterio fluye como la corriente.

La vida es sinónimo de extraño y, a la vez, de misterio. Incluso, puede parecer que la muerte, cuando se narra, es un sueño. En esto, el manejo de los tiempos en No es un río hace de la novela su atractivo. Constatar qué es lo que sucede en el tiempo indicado puede ser una necesidad lectora, pero en la escritura de Almada es un juego que le permite a los personajes respirar debajo del agua o del texto.

El conflicto de la novela no tiene a la naturaleza como telón de fondo, sino que forma parte de la corriente cotidiana de la vida.

Todos persiguen algo, pero también son perseguidos. Nadie escapa de su destino que está escrito en las manos, en la piel, el fuego o los ríos; en la selva o los arbustos que van apartando a un lado mientras avanza el relato; en el hambre, la sed o el sexo, que pareciera ser lo mismo, si es que no lo es realmente.

Los hilos de cada historia se cruzan, pero el tiempo —otra vez al tiempo, porque nada de lo que se cuenta tiene orden cronológico—, forma parte esencial de cada personaje. 

Nada de lo que sucede es extraordinario. Lo que importa es cómo se cuenta la vida o la muerte del hombre o la mujer. Tampoco importa cuándo vivió o murió, quién primero y quién después. Definitivamente, no importa. A ratos parece un wéstern, aunque todo tiene la apariencia de ser muy real para ser ficticio. 

Cada conversación o respuesta de los personajes parecen disparos a quemarropa. No hay artificios ni imágenes poéticas porque es suficiente el drama que arrastra cada personaje para encontrar algún destello que pueda ser una luz sin perderse en el camino.

Aunque no hay nada extraordinario en la novela, tampoco es predecible. En eso radica el suspenso que le imprime Selva Almada.

“Si alarga la vista, donde la calle baja, llega a ver el río. Un resplandor que humedece los ojos. Y otra vez: no es un río, es este río. Ha pasado más tiempo con él que con nadie”.

No es un río tiene la peculiaridad que no es cualquier libro. Ha logrado ser finalista del Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos 2025 y del Premio Booker Internacional 2024 de Gran Bretaña. En 2023 obtuvo el Premio IILA-Literatura de Roma. Un dato no menor: ha sido traducida a más de 30 idiomas.

Está previsto que sea una película adaptada por el director argentino Diego Martínez-Ulanosky, quien la define como “un wéstern lírico sobre la hermandad y los fantasmas que cargamos”.

Los fantasmas siempre están a la orden del día en la literatura. También en la cotidianidad.

Cuántas veces hemos repetido a Pedro Calderón de la Barca, pero Selva Almada nos cambia el título del drama y, más que la vida, la muerte es un sueño.

Muertos que gozan de buena salud

Llama la atención, cuando se lee No es un río, que a estas alturas nadie con aspiraciones de psicoanalista haya establecido alguna relación entre el nombre de su autora y el ambiente en el que se desenvuelven sus novelas. Nativa de la región del Paraná, en Argentina, Selva Almada parece hacerle honor a su nombre en novelas en las que, literalmente, la selva, o mejor la naturaleza, tiene alma, una, además, llena de violencia.

Una violencia, por cierto, que solemos asociar más con escritores y personajes masculinos. Evidentemente, Selva Almada ha sabido sortear ese obstáculo con tal maestría que puede decirse que  No es un rio es una novela que habla fuerte con voz de varón. Una voz tomada del lenguaje popular circundante y que ella ha sabido trasvasar a su escritura.

Dotar sus obras del tono, e incluso del espíritu, del discurso oral ha sido, por siglos, una aspiración de los novelistas cumplida siempre a medias. Almada lo ensaya en su obra y puede decirse que llega lejos en el intento.

De haber leído No es un río, Walter Ong bien habría podido sustentar con este texto sus hipótesis acerca de la oralidad. Los personajes de Almada, por ejemplo, son rústicos, primitivos, con una organización de la realidad que se queda en lo elemental y lo aparente; tal como lo hubiera querido Ong para que se cumpliese su propuesta según la cual la oralidad es el estado original de la humanidad; que es aditiva y redundante, y con una interacción fluida entre el que habla y el que oye.

No en balde, los personajes de No es un rio exhiben un pensamiento concreto, incluso cuando aluden a eventos o personajes fantásticos o sobrenaturales. Un pensamiento que se expresa en oraciones que sorprenden por su brevedad, y en cuyos diálogos se reitera la forma verbal “dice” para marcar el cambio de roles entre el emisor y el receptor.

El tono oral introduce un mundo marcado, al menos en apariencia, por  la simplicidad. Una vida en pequeño, reducida a un conjunto de actos comunes e intrascendentes: pescar, beber, regresar a lo mismo una y otra vez.

En No es un rio resuena con fuerza un ruralismo cultivado al detalle por la novela latinoamericana desde sus inicios hasta bastante entrado el siglo XX. Puede ser rastreado desde el eco americano del  Romanticismo, pasando por la novela de la tierra, hasta los cuentos de autores como Horacio Quiroga.

Selva Almada recrea a su manera la naturaleza animada de esos textos, pero no insiste en la creación de personajes que por su visión del mundo o por su vida interior compitan con esa naturaleza omnímoda.

Desde el título mismo, sabemos que el rio no es un simple accidente geográfico. Todo en la novela, cuando se alude a la naturaleza, se orienta a dotarla de vida, poder y  magia. Sucede con el rio, sucede con el bosque y se muestra también en la percepción que los personajes tienen del entorno. No es casualidad que toda la peripecia que se narra tenga origen en algo tan simple como una raya pescada y luego desechada, pero es que en esta novela no hay nada que sea genérico. El rio “no es un rio, es ese rio”; y no es una raya, “es esta raya”. La individualización de cada elemento natural apunta a la búsqueda de una esencialidad que se carga de simbolismos, de valores culturales e incluso de magia.  Así, pues, la raya es  “una novia en la profundidad sin luz. Echada en el limo o planeando con sus tules, magnolia del agua”.

Almada juega con niveles de percepción de la realidad en los que no hay nada seguro, salvo la llaneza con la que se introducen al relato eventos y personajes de quienes no puede afirmarse siquiera si están vivos o muertos. Frente a eso, sorprende la normalidad con la que el resto de personajes vive -no piensa, no analiza- la presencia de, por ejemplo, esas dos hermanas de quienes sospechamos que están muertas, al menos durante la mitad de la novela, aunque no haya certeza posible.

Con una prosa de raigambre oral que dota de vida y simbolismo a cada elemento, Selva Almada aporta al cauce de  la literatura latinoamericana al fusionar un ruralismo atávico con una oralidad visceral que desafía géneros y expectativas. No es un río construye un universo donde el entorno es un personaje omnipotente y la frontera entre lo real y lo sobrenatural se desvanece sin aviso;  todo en una atmósfera donde lo mágico impregna la realidad y la selva palpita con una carga sagrada y animista.