El traductor de obras literarias es el constructor de un puente entre las naciones y sus culturas, incluso en los aspectos más singulares, y es además un cuidador de la memoria histórica de los pueblos, dijo el periodista y escritor venezolano, Marco Aurelio Rodríguez.
“El traductor tiene también un rol político. En el caso de Venezuela nos mueve la necesidad de visibilizar la literatura de nuestro país en el mundo, porque a través de ella el lector puede adentrarse en nuestra cultura, nuestro pensamiento y en el ser humano venezolano”, expresó Rodríguez desde el Encuentro sobre Traducción Literaria, que se desarrolló este sábado en el 12º edición de la Feria Internacional del Libro (Filven) 2016.
Desde la Sala Aquiles Nazoa, en la Universidad Experimental de las Artes (Unearte), Rodríguez destacó la urgencia de “estudiar y prepararnos” para fomentar las traducciones de la obra literaria venezolana debido al desconocimiento que existe en algunas latitudes de la literatura de nuestro país, por lo que se adelanta un proyecto común entre Rusia y Venezuela.
“Se comienza a hablar de un proyecto común para traer nuevos autores rusos a nuestro país y viceversa, llevar autores venezolanos a Moscú de manera que se establezca este puente cultural, y se enriquezca desde este punto de vista la relación entre los dos países que hoy tienen diversos acuerdos de cooperación y solidaridad”, apuntó el también traductor al tiempo que detalló que en el idioma ruso sólo hay un texto de Antología Poética Venezolana, que además data de 1988.
Durante el encuentro, el autor del libro Cáncamo se refirió a la complejidad de la traducción como un acto cognitivo en el que el traductor debe tener un profundo conocimiento de ambas lenguas y de sus culturas, además de la interpretación subjetiva del texto original.
“Las traducciones requieren de un nivel de conocimiento de las lenguas de origen y destino, y la comprensión del trasfondo cultural y el contexto también político donde se han desarrollado tanto el texto original como la traducción”, explicó el ensayista que residió en Moscú y en la vieja Yugoslavia como estudiante, escritor y comunicador creativo.
El poeta venezolano desarrolló en su obra las experiencias vividas durante su estadía en Rusia y en las ex repúblicas soviéticas, cuyas anécdotas plasma con sentimiento en los Poemas de Moscú, en los que recoge lo que en su imaginario quedó de la capital rusa como un lugar “dulce, sutil y nostálgico”.
Trascendiendo la comunicación
Junto a Rodríguez también expresó sus experiencias el poeta ruso invitado a la Filven, Denis Beznosov, quien relató su pasión por la Oda, un subgénero lírico o composición poética de tono elevado o cantado que centra su atención en reflexiones del autor.
“Estoy desarrollando una forma moderna de componer Odas, uniendo las métricas antiguas a un método más vanguardista. Es decir, trabajo con las formas parecidas a las que usaron los poetas antiguos que se dedicaban a este género, pero con un fluido más constante que no se interrumpa”, dijo el autor de Oda de Estambul, un poema que trata sobre la hora, en el cual la narrativa imita la fluidez del tiempo.
Beznosov, quien es traductor al español de la obra literaria rusa, indicó que en el acto de traducir los sonidos de la lengua de origen es lo primero que se pierde, pues la lengua española, por ejemplo, tiene un ritmo propio en el que los textos resultan más suaves y mejor organizados que en la lengua rusa, que posee una fonética y una sonoridad distinta.
Como ejemplo citó la traducción de la obra literaria del poeta cubano Nicolás Guillén, cuyos trabajos están traducidos al ruso, y en “su obra el tratamiento que se usó fue traducir imitando la sonoridad de un tambor. Si bien el traductor tiene que sacrificar palabras siempre, y si se trata de poemas más aún”, porque por ejemplo en lengua rusa tres palabras derivan en una sola en español.
El autor de los poemarios Jaula de la tortuga y Zaulisie destacó que la traducción literaria trasciende la comunicación, ya que en ella está presente la creatividad no sólo durante la creación de la obra original sino también durante el acto de llevarla a otra lengua, y “la rigurosidad de que el tono y la forma de la creación original no esté distante en la traducción”.
“El ritmo, la puntuación, el uso de recursos literarios, el significado y la contextualización son elementos que están presente en el acto de la traducción, así como la relación dialéctica que debe existir para que la obra original no cambie sustancialmente de la traducida, y ésta se parezca lo mejor posible a la creación original del autor”, puntualizó el escritor ruso.
Beznosov, articulista de crítica literaria en las revistas Chastniy Korrespondent, Novii Mir, Volga y Literaturnaya Ucheba, se refirió igualmente a la necesidad de estrechar los lazos culturales entre Venezuela y Rusia, y el papel que juega la traducción literaria en esta tarea que enriquecería ambas culturas, en el momento histórico que viven los pueblos de estos dos países.
T/Prensa MPPC