En principio del siglo XX hasta ya pasado los años 60, Venezuela estuvo marcada por una vanguardia en el campo de la literatura en la que Pablo Rojas Guardia estuvo inmerso, no solo con sus colaboraciones para los periódicos El Heraldo, El Universal y Elite, también con la fundación de Viernes, un grupo literario que compartió con Luis Fernando Álvarez, José Ramón Heredia, Ángel Miguel Queremel, Otto de Sola, Vicente Gerbasi, Oscar Rojas Jiménez y otras figuras.
La pasión que durante la época envolvió a Rojas Guardia y a sus compañeros, lo inspiró a redactar el Manifiesto de Viernes, y publicarlo en mayo de 1939. Este integrante de la generación del 28 también fue el fundador del vespertino El Pueblo.
Este poeta y periodista, nacido en Caracas el 4 de agosto de 1909, se opuso al gobierno de Juan Vicente Gómez, lo que provocó su encarcelamiento, junto a otros detractores de este período, en 1928. A principios de los años 30 publicó su primera obra, Poemas sonámbulos. Y no fue tras la muerte de Gómez que su obra vio la luz con: Acero, signo; Desnuda intimidad y Clamor de que me vean. Publicados en 1937.
Fernando Paz Castillo dijo que Pablo Rojas Guardia era un poeta romántico y que en el poema Trópico lacerado, publicado en 1945, se encontraba la mejor poesía de este autor. Luego le siguieron La voz inacabada (1960), Enigma de la luz tropical (1963) El rostro de la patria y otros márgenes, atisbo y evocaciones (1968) y Algo del mar y del pan caliente (1968). También es recordado como crítico literario por La realidad mágica (1969) y Diálogos sobre poesía y literatura (1974).
Su obra fue reconocida, primero en 1945 con la publicación Trópico lacerado cuando recibe el Premio Municipal de Poesía. Y 15 años después el Premio Municipal de Prosa.