Feria Internacional del Libro de Venezuela 2024: Un caleidoscopio literario

En el quinto día de la 20ª Feria Internacional del Libro de Venezuela (Filven) 2024 , las letras danzaron al compás de una sinfonía cultural que abarcó desde los versos más tiernos hasta las reflexiones más profundas sobre nuestro devenir histórico. Como un tapiz finamente tejido, cada actividad programada se enlazó con la siguiente, creando un mosaico de ideas y emociones que cautivó al público asistente.

La jornada comenzó con el VI Coloquio de Literatura Infantil y Juvenil, en el que Cósimo Mandrillo, Yurimia Boscán y Armando José Sequera desplegaron un abanico de posibilidades sobre la diversidad e innovación en este género. Sus intervenciones, como semillas de creatividad, prometían germinar entre la juventud presente.

Mientras tanto, el taller “Del reguetón a la lírica” desafió las convenciones, tendiendo puentes entre la cultura urbana y la narrativa poética. Rod Medina, cual alquimista moderno, transmutó ritmos urbanos en atractivos versos, demostrando que la belleza lírica puede brotar de las fuentes más insospechadas.

El mediodía trajo consigo un doble homenaje. Por un lado, se exaltó la figura de Benito Yrady en un análisis profundo de su obra, con la presencia del propio autor y del reconocido académico Luis Britto García. Por otro, se conmemoraron los 100 años de “Ifigenia”, de Teresa de la Parra, en un conversatorio que prometía develar los secretos de “una señorita que escribía porque se fastidiaba”, un título que por sí solo destilaba la ironía y la promesa literaria de esta obra homenajeada en la Filven.

La tarde se tiñó de reflexión social en la Sala Mandela con el conversatorio “La revolución haitiana. ¿Qué pasó con la solidaridad?”, el cual abrió el debate sobre la revolución en esta nación caribeña y el verdadero impacto de la “solidaridad internacional”, un tema que resuena con fuerza en el contexto actual.

El Foro Internacional “Narrativas de Mujer” reunió a voces femeninas de diversos rincones del mundo, conjugando experiencias y perspectivas que trascendieron fronteras. Carmen Bohórquez, Alba Carosio, Emilis González, Mirla Alcibíades y la brasileña Guiomar de Grammont ofrecieron un caleidoscopio de visiones sobre la narración, la investigación histórica y una necesaria perspectiva de género.

Acto seguido, la historia cobró vida con la presentación de “Bolívar, la Utopía de la Igualdad”, un recordatorio de cómo los sueños del Libertador siguen vigentes en el corazón de América Latina. Mientras tanto, “De Hitler a Milei” y “Un gigante en movimiento” nos invitaron a reflexionar sobre los vaivenes del poder y la geopolítica global.

Debates y otras joyas literarias

Al caer la tarde, Edgar Milano y Manuel Hernández conversaron sobre las obras de José Balza, “Ensayos de Humo” y “La mujer de espaldas y otros relatos”. Estas joyas literarias desentrañaron los misterios del alma humana con la maestría que caracteriza al autor.

La Filven también fue escenario de un evento literario significativo, la presentación de “Ese salvaje resplandor de incertidumbre”. Se trata de la primera compilación completa de los cuentos del reconocido escritor merideño Antonio Márquez Salas, editada por El perro y la Rana.

Así, entre debates sobre nuestra Guayana Esequiba, relatos artesanales convertidos en audiovisuales y un recorrido por la historia olímpica de Venezuela, el quinto día de la Filven se despidió, dejando en el aire el aroma de las páginas recién abiertas y la promesa de más aventuras literarias por venir.

En este día, la Filven 2024 demostró una vez más que la literatura es un prisma a través del cual podemos contemplar el mundo en su complejidad, desde los ritmos urbanos hasta los grandes movimientos de la historia. Cada presentación, cada conversatorio, fue una invitación a sumergirnos en nuevos universos, a cuestionar lo establecido y a soñar con un futuro forjado por el poder transformador de la palabra.

FIN/FILVEN/BC/MR

Lee también:

Debate sobre expresiones de resistencia cultural de los pueblos originarios tomó la Filven

Escritores exponen el valor de la literatura infantil en el rescate de raíces ancestrales

Culmina Foro Internacional Narrativas de Mujer en la Filven

En la Filven conocimos a las “¡Mujeres en Lucha!” y su participación en la independencia nuestroamericana

Ifigenia, una novela que funda la presencia femenina en la literatura venezolana

“De Hitler a Milei. Curiosidades de-mentes criminales” se presentó en la Filven

Literatos venezolanos elogian las obras y el legado de Benito Yrady

¡Espacios de la Filven 2024 atrapan la atención de niños, jóvenes y adultos!

La Filven vivió unas “Conversaciones con el Diablo” de Manuel Aristimuño

“Ese salvaje resplandor de incertidumbre”: presentan en Filven los cuentos completos de Antonio Márquez Salas

Presentan libro “Historia Olímpica de Venezuela” para enaltecer la memoria deportiva

Instan a mantener vigencia del pensamiento de Bolívar en pro de la igualdad

Instan a mantener vigencia del pensamiento de Bolívar en pro de la igualdad

Haití pide una mano amiga que le ayude a restablecer la paz y la dignidad

Jóvenes debatieron técnicas para embellecer letras del reguetón con recursos literarios

UBV anunció apertura de seminario para la lectura de El Capital de Marx

La red de artesanos narró su historia de lucha y sus experiencias en la Filven

La Filven rompe el silencio de la GAN con la afición a la palabra

La Galería de Arte Nacional (GAN) es habitualmente un espacio silencioso y poco concurrido. Quien la transita lo hace con un protocolo que raya en el sosiego. Pero luego de la inauguración de la 20ª Feria Internacional del Libro de Venezuela (Filven), el 11 de julio, esta imponente estructura capitalina se llenó de un bullicio prolongado a lo largo de sus extensos y espaciosos pasillos y salas.

La fiesta literaria vino a dinamizar este coloso de las artes, al llenarlo de gente, de pueblo y de multiplicidad de voces. La jornada de este lunes no fue tan distinta a la del fin de semana. Las nueve salas dispuestas para albergar las charlas, conferencias, conversatorios y presentaciones de libros, entre otras actividades, se mantuvieron llenas de público.

Aquí los protagonistas son los escritores e investigadores. Varios vienen a presentar sus historias de ficción; otros, a contar sus testimonios de vida. También están quienes comparten el resultado de sus trabajos de investigaciones y ensayos. A ellos se suman poetas que, con el don de sus rimas, nos regalan balsámicos versos.

A ellos se suma la multitud de espectadores, curiosos y lectores, o quienes permanecen todos estos días de feria trabajando en esta gran fiesta literaria.

Al transitar por los pasillos de la GAN es imposible no detenerse ante los relatos que cuentan sus protagonistas. Algunas son historias llenas de alegría y de magia, muy propias de las letras y de sus finales felices: otras, por el contrario, son muy tristes y de profundo impacto humano, como el relato de Alberta Cova Lara, quien estuvo este lunes en la presentación del libro “La Caja de los Truenos”, del escritor nacional homenajeado, Benito Yrady.

Esta “novela testimonio” narra la historia de vida de tres mujeres campesinas y afrodescendientes, con sus angustias y sueños. Una de estas mujeres es Alberta, declarada patrimonio cultural viviente del estado Sucre y maestra honoraria de la Universidad Nacional Experimental de las Artes (Unearte). Ella encontró en la cultura su refugio y la posibilidad de sobrevivir al dolor, a la herida grave, al infortunio, a lo inevitable.

El valor de la patria, de nuestra historia y de nuestros héroes, es otra antorcha encendida en esta feria que lleva implícito el sentimiento venezolano.

En este sentido, este lunes la investigadora Mirla Alcibíades y la escritora Laura Antillano analizaron la influencia literaria de las novelistas venezolanas en el siglo XIX y XX, especialmente Teresa de la Parra, autora de “Ifigenia”, novela homenajeada por su centenario en esta edición de la Filven.

En el mayor encuentro editorial de nuestro país, también se abordó el impacto de figuras como Lina López de Arámburu, María Navarrete, Zulima Blanca y Trinidad Benitez López, quienes dejaron en alto la literatura venezolana con sus obras.

Espacio para nuevos talentos

Así como se le da cabida a obras y a escritores venezolanos consagrados, también se le da voz a otros autores nóveles del país, como José Luis Vásquez, quien presentó y bautizó su libro “Cuentos de papelera”, ganador del XVII Concurso para Autores Inéditos convocado por Monte Ávila Editores (2023), en la mención narrativa (cuentos).

A partir de sus primeras palabras, Vásquez presentó su obra desde la honestidad, al afirmar que como escritor se siente como un niño de seis años, a pesar de que cronológicamente ya se encuentra en plena adultez.

Oriundo del pueblo de Urachiche, estado Yaracuy, viene de la ciencia y la tecnología: es ingeniero electrónico y profesor de física. “Pero ahora he tomado una tercera profesión, la de escritor”, dijo este creador, quien se dedicó a escribir cuentos y novelas cortas a partir de 2018, después de salir jubilado.

La presencia del pueblo afro, como una muestra de inclusión y de democracia participativa, también es una bandera enarbolada en esta Filven, que tiene a Sudáfrica como país homenajeado.

En este contexto, tres mujeres integrantes del movimiento afrovenezolano ofrecieron un emotivo y maravilloso conversatorio llamado “Presencia Negra en la Filven”. Solciré Pérez, poeta, licenciada en Letras de la Universidad Central de Venezuela y militante del movimiento Cumbe Nacional Afrovenezolano; Beatriz Aiffil, escritora, “militante del orgullo, de la conciencia negra” y del Cumbe Nacional Afrovenezolano; y María Isabel Blanco, titular del Consejo Nacional para el Desarrollo de las Comunidades Afrodescendientes de Venezuela (Conadecafro), explicaron que la intención del encuentro fue “dar a conocer cómo ha sido el recorrido del movimiento social afrovenezolano”.

En ese mismo tema, en el Foro Internacional titulado “Narrativas de Mujer. Narrativas, subjetividad, autoras, mujeres y sociedad” la diputada de la Asamblea Nacional por el sector afrodescendiente, Casimira Monasterios, habló de oralitura (literatura popular anónima que se transmite de generación en generación a través de la oralidad), para referirse a “lo que nuestros ancestros nos heredaron: sus sentimientos, sus tragedias y su sentir desde la esclavitud”. De ahí que la escritura ha estado ligada a sus tradiciones, cultura y manera de ser.

La nativa de Curiepe y autora de la obra «Parto del pueblo cimarrón», relató que su principal pasión es escribir ensayos, ya que le otorgan la libertad de abordar cualquier tema. “Escribo sobre lo que yo creo, lo que pienso, teniendo siempre presente que la otra cara de la libertad es la responsabilidad de asumir lo que digo. Eso lo descubrí a los 12 años, cuando tuve que escribir un ensayo sobre mi hermano”.

Relatos como estos son una constante en las salas de la GAN, donde la mayor fiesta literaria de Venezuela ha venido a romper el silencio en torno al libro, para conectar a nuestro pueblo con un evento que enaltece la palabra, la memoria, el conocimiento en las distintas áreas del saber y el gentilicio nacional.

La 20ª Feria Internacional del Libro de Venezuela permanecerá abierta al público hasta el domingo 21 de julio. Su programación puede ser consultada en la página web www.filven.com.

FIN/FILVEN/MEG/REP

Entre cantos y alegría bautizaron el libro “La Caja de los Truenos” de Benito Yrady

Escritoras venezolanas reconocen en “Ifigenia” el sello e influencia de la mujer en la literatura

Colectivo de mujeres presenta en la Filven sus vivencias y aportes a la narrativa

Analizan en la Filven retos y desafíos para el impulso de la literatura infantil

Debaten en la Filven el valor de la autenticidad en la literatura juvenil

Mujeres afrovenezolanas compartieron experiencias y estrategias contra la discriminación

Presencia negra en la Filven es una demostración de democracia participativa

De la mirada fotográfica a la pluma: Audio Cepeda sorprende con su talento narrativo

Biblioteca Simón Rodríguez forma noveles poetas inspirados en el sentir de Bolívar

José Luis Vásquez: “El cuento es una construcción conjunta entre escritor y lector”

Obras de Julio Miranda ofrecen un dinámico viaje por la ciencia ficción venezolana

Rossana Álvarez describe los pasos de Chávez: “De Yare al encuentro con el pueblo”

Conferencia “Historia y cultura de Irán” se paseó por la geopolítica del país persa

Sala interactiva de Sudáfrica se afianza como uno de los mayores atractivos de Filven

La Filven, un espacio para el descubrimiento y el reencuentro

Este domingo, miles de visitantes hicieron valer una vez más el lema “Leer transforma”, en la 20ª Feria Internacional del Libro de Venezuela 2024. En la Filven, venezolanos y extranjeros tienen un espacio que brinda a las familias una oportunidad para sumergirse en la apasionante experiencia de vivir una fiesta de artes y letras, donde la diversidad es el hilo principal que borda la fina estampa de la pluralidad, en un ambiente de entendimiento, paz y armonía.

La jornada se vistió de alegría en la Sala Filven para celebrar, junto a grandes y chicos, los 75 años de vida de la Revista Tricolor, toda una institución y uno de los referentes literarios y pedagógicos más importantes de Venezuela en el último siglo.

Los pasillos de la Galería de Arte Nacional (GAN) recibieron a familias de todos los puntos cardinales de Caracas, para compartir un rato ameno y alimentar el espíritu, no solo con una amplia variedad de publicaciones, sino también con el grato sentir de conversaciones desenfadadas. Es un espacio para el encuentro inesperado de viejos amigos que entre la pandemia y la guerra económica se han visto distanciados.

La experiencia inmersiva que trajeron nuestros hermanos de Sudáfrica, país invitado de honor este año, se abarrotó de niñas, niños, jóvenes y adultos ávidos de introducirse en la cultura de un pueblo que apenas 30 años atrás logró derribar los muros de la segregación en el Apartheid.

Afrovenezolanidad y el Esequibo

La afrovenezonalidad también estuvo presente en esta alegre jornada. Diógenes Díaz, responsable de la colección de libros sobre este tema, presentó “África y afrodescendientes en las Américas y el Caribe”, de Jesús “Chucho” García, publicación de la Fundación Editorial El Perro y la Rana.

Mientras, la Sala Delta Amacuro se llenó de personas para escuchar a la antropóloga Daisy Barreto argumentar con solidez por qué el culto a Maria Lionza debe respetarse como una expresión de nuestra espiritualidad e idiosincrasia. Barreto se remontó a nuestros ancestros indígenas en la presentación del libro “María Lionza, divinidad sin fronteras. Genealogía del mito y el culto”.

En esta última sala también se pudo escuchar al equipo de la ONG “Mi Mapa de Venezuela incluye nuestro Esequibo” informar acerca de la disputa territorial en la que se encuentran Venezuela y Guyana. Los asistentes pudieron conocer un poco más sobre la situación social, demográfica y económica de los habitantes del Esequibo.

Por otro lado, el Pabellón Infantil se llenó de colores en la tarde con los “Papagayos en el cielo de Sudáfrica” y las narraciones de Flora Ovalles. También el llano inundó la Sala Filven con la recia voz de Cristobal Jiménez, quien entre coplas y cantos fue el orador en la presentación de los libros “El llano era de nosotros”, de Rafael Martínez Arteaga; “Mil formas de decir Arauca”, de Leonel Pérez Bareño; y “Vocabulario coloquial del llanero”, de Erics Blanco. Estas tres novedades fueron editadas por la Editorial El Perro y La Rana.

Desde el Ministerio del Poder Popular para la Cultura se invita a participar en esta fiesta literaria que tiene lugar en los espacios de la GAN hasta el próximo domingo 21 de julio. La Filven es un espacio para descubrirse y compartir, para el conocimiento y la pluralidad, en un abrazo fraterno con el arte y en medio del encuentro con nuestros amigos.

FIN/FILVEN/JT/MR

Lee también

La venezolana Amanda Lucci lleva su espíritu motivacional a la 20ª Filven

Al ritmo de merengue y joropo se bautizó el libro “Un siglo con María Magdalena Rodríguez

Tricolor celebra 75 años llevando amor, sonrisas y educación a los niños

El investigador Carlos Franco da las claves para comprender la doctrina estadounidense

Alexander Bertrán: Dañan la imagen de Bolívar como una forma de atacar la Revolución Bolivariana

Presentan en la Filven obra que busca exaltar la cultura barloventeña

Pabellón Infantil abre un espacio de aprendizaje y sana diversión para los más pequeños

La afrovenezolanidad muestra su realidad histórica en la Filven

A través de la imaginación y los grillos, Ana Rosa Bermúdez revive la inocencia de la niñez

Fundación para la Comunicación Popular CCS incentiva la creación literaria

Obra editada por el Alba-TCP analiza la unidad como proyecto histórico

El debate sobre el territorio Esequibo también se hizo presente en la Filven

La fiesta literaria de la Filven se vive con pasión lectora

Bajo el lema “Leer transforma”, la 20ª Feria Internacional del Libro de Venezuela (Filven) 2024 ha sido un torbellino de cultura, con Sudáfrica como país invitado de honor, trayendo el espíritu del “Ubuntu” o la humanidad hacia otros a cada rincón del evento y con invitados internacionales que han aportado desde su riqueza cultural, imprimiendo una perspectiva global en cada encuentro.

Este 13 de julio, el aire se llenó de magia con la narración oral venezolana, transportando al público a mundos imaginarios con el poder de la palabra hablada gracias a exponentes como Cristina Molinatti, Armando Carías, María Colmenares, Marisa Cabello, Mariangélica Delgado y Yenitza Anseume. Mientras tanto, otro grupo de asistentes se sumergió en las complejidades del Irán post-revolución, desentrañando los hilos de su fascinante historia reciente con la presentación del libro “Sobre la situación de Irán después de la Revolución Islámica”, a cargo del Dr. Reza Sadrolhosseini.

Un momento emotivo de la jornada fue el homenaje a la prestigiosa Biblioteca Ayacucho, que celebra 50 años de trayectoria. En un foro enriquecedor, se destacó la invaluable labor de esta institución en la preservación y difusión de un extenso patrimonio intelectual latinoamericano, celebrando medio siglo de custodiar nuestros tesoros literarios.

Importantes voces afrodescendientes también tomaron la palabra en un conversatorio que exploró las raíces de la identidad étnico-cultural venezolana, resaltando el valor de las bibliografías de los afrodescendientes para el estudio de la diversidad en Venezuela, a cargo del historiador José Marcial Ramos Guédez, representante de la Biblioteca Nacional.

Los asistentes también tuvieron la oportunidad de participar en un homenaje a Cruz Quinal, cultor popular, luthier y genio musical que se sembró hondo en la historia de nuestra música popular venezolana. El escritor y gestor cultural Benito Yrady estuvo a cargo de ello, con la presentación de su obra “El libro de Cruz Quinal”.

Cruz Quinal ha tomado un lugar especial en la Galería de Arte Nacional, donde se encuentra una muestra de los instrumentos musicales que construyó, incluido el singular “bandolín morocho”, y una exposición de las fotografías de Rafael Salvatore que acompañan el libro.

Esta feria, que cerrará el 21 de julio, ha sido un verdadero crisol de culturas, ideas y narrativas, donde muchos rincones del mundo han encontrado su voz en amplias páginas abiertas. Es un evento que insiste en reflejar su lema al ofrecer un abanico de actividades que invitan a la reflexión, al cuestionamiento y al crecimiento personal. Al abordar temas de nuestra identidad, historia y política contemporánea, la feria subraya cómo la lectura puede ser un catalizador para la transformación social y personal.

Así, entre libros y palabras, la feria nos recuerda que, efectivamente, leer no solo nos transporta, sino que nos transforma, dejándonos un poco más sabios, un poco más humanos y, sin duda, con hambre de más historias por descubrir.

FIN/FILVEN/BC/REP

Lee también:

Entre textos y poetas, Tarek William Saab compartió sus obras literarias en la Filven

Benito Yrady rinde homenaje a Cruz Quinal, el rey del bandolín morocho

Biblioteca Ayacucho, un viaje por la historia latinoamericana que cumple 50 años

Filven ofrece un recorrido por la riqueza cultural de Delta Amacuro

Centro de Estudios Simón Bolívar debatió sobre los vínculos del Libertador con México

Cultura Warao llega a Pabellón Infantil de la Filven junto a Guadalupe Vivas

Con coloquio de “Arañeros” recuerdan en la Filven legado del comandante Chávez

Egipto y Venezuela, un vínculo fraterno que se fortalece en la cultura y las letras

Narrativa oral venezolana como terapia para la mente y el alma

Fundarte y Fundapatrimonio presentan estudio para promover una cultura más cercana a los caraqueños

Desde la Filven alzan la voz para denunciar genocidio contra los palestinos

Analizan en la Filven realidad de Irán y su alianza estratégica con Venezuela

Filven ofrece un viaje inmersivo a los paisajes de Sudáfrica

La leyenda sudafricana Jerry Mofokeng presentó su autobiografía “I am a man”

Melvin Ndulumina Kaabwe: “Los libros tienen la capacidad de empoderar o desempoderar”

El legado pedagógico del maestro militante Carlos Lanz fue honrado en la Filven

Observatorio Antibloqueo expone en la Filven política editorial para difundir impacto de las MCU

“17 años por el corazón de un pueblo” compila logros del Cardiológico Infantil

Resaltan trayectoria musical del guitarrista venezolano Antonio Lauro

El libro se hizo voz y vibró este viernes en la 20ª Filven

El sabroso aroma del café, el olor particular de libros nuevos que invitan a la lectura, las miradas curiosas de miles de visitantes, la tensión escénica de quien toma un micrófono para hablar en público y que luego va agarrando confianza y seguridad con la convicción de sus palabras en distintas áreas del conocimiento; todo este cúmulo de sensaciones rodeó la imponente Galería de Arte Nacional (GAN) en la jornada de este viernes en la 20ª Feria Internacional del Libro de Venezuela (Filven) 2024.

La Filven viene a ratificar que la importancia de esta fiesta literaria radica en que solo bastan unas horas para convertirse en una cita perfecta para quienes disfrutamos sostener alguna conversación en torno al arte. En la Filven el libro se hace voz a través de la lectura, de discusiones, conversatorios, ponencias, charlas, conferencias y presentaciones de libros. Cada año convergen poetas, escritores, profesores, cultores, estudiantes y amantes de la lectura en general.

En ese contexto, este viernes se desarrollaron actividades que pusieron en relieve temas importantes como la controversia por los límites de la Guayana Esequiba, el fortalecimiento de las relaciones de Venezuela con potencias como China e Irán; así como la diversidad y riqueza cultural de Sudáfrica.

La jornada abordó la filosofía ancestral Ubuntu, propia de la cultura sudafricana, que contempla a la Humanidad como un todo, contraria a la filosofía del individualismo. La Filven también dio espacio a la resistencia cubana frente a la adversidad y esa búsqueda de oportunidades ante el bloqueo criminal de los países imperiales.

Una fiesta multicultural

Además de las delegaciones de Cuba, China, Irán y Sudáfrica como países aliados, la Filven llegó a Caracas acompañada de una gran variedad de expresiones culturales de distintos países. Cada día los asistentes pueden disfrutar de novedosas e interesantes muestras literarias, artísticas y culturales.

Los invitados internacionales aprovechan la ocasión para compartir con el pueblo venezolano un poco de su esencia y gentilicio, aquello que los hace sentirse orgullosos de sus orígenes. En otras palabras, la multiculturalidad viene a llenar de vida y color estas nuevas páginas de la Filven.

Adicionalmente, en la jornada hubo encuentros que giraron en torno a la importancia de las redes sociales y su papel dentro de la comunicación; la responsabilidad que implica el uso de estas plataformas digitales para promocionar la cultura y la literatura, así como también la salud y el reconocimiento e importancia de la mujer como motor fundamental de la sociedad.

Reconocimiento a los niños

En otro espacio se rindió un merecido homenaje al periodista, caricaturista, humorista, escritor, dibujante, pintor y cineasta Rafael Rivero Oramas y su revista Tricolor, en el marco de los 75 años de su fundación. Se recordó al popular “Tío Nicolás” como un insigne artista que dedicó gran parte de su vida y de su obra literaria a los niños.

Tras una hermosa jornada, la invitación es para que este fin de semana se colme nuevamente la Feria con la presencia de todos. La cita con el libro, la lectura, el arte y la cultura es en la GAN, entre diez de la mañana y ocho de la noche. Todas las actividades son gratuitas y los niños y niñas pueden visitar el pabellón infantil, una miniferia concebida con dinámicas divertidas y didácticas.

FIN/FILVEN/MG/MR

Lee también:

Felipe García lleva la esencia caribeña a la FILVEN

Filven da merecido reconocimiento a Rafael Rivero Oramas y su revista Tricolor

La literatura china y la venezolana encuentran nuevas formas de expresión en la Filven

La iniciativa Pedagogías del Cuerpo presentó su “Agenda Menstrual”

Obras de Germán de la Reza exaltan aportes de Simón Bolívar a la unidad regional

El realismo mágico latinoamericano brilla en las letras de Ana Luz García Calzada

Analizan en la Filven impacto de las redes sociales en la promoción del libro y la lectura

Carlos Sierra presenta “Más Allá de la Locura: Claves para la Salud Mental” en la Filven

Biografía de Domingo Antonio Sifontes reconoce el valor de un guayanés de corazón

La cultura se erige como un camino para fortalecer las relaciones Irán-Venezuela

Multiculturalidad llena de vida y color las páginas de la Filven

Presentado el libro “Orinoco. Tres momentos en la controversia de límites de Guayana” en la Filven

Sudáfrica busca alcanzar nuevos retos en literatura y reconoce sus cambios positivos

El poeta José Ramón Sánchez habla de la resistencia cubana frente a la adversidad

El valor humano y solidario de la filosofía Ubuntu se expone en la Filven

Benito Yrady y la novela del petróleo

Existía la leyenda de que el petróleo no había llegado a la novela venezolana. Las páginas literarias hace más de 50 años atizaban esta ausencia o baja producción literaria frente a las novelas sobre la dictadura gomecista o perezjimenista.

El ensayista Gustavo Luis Carrera en su libro La novela del petróleo de Venezuela, publicado en 1971, afirma categóricamente que cinco novelas petroleras son las “propiamente dichas”: Mancha de aceite (1935), de César Uribe Piedrahíta; Mene (1936) y Casandra (1957), de Ramón Díaz Sánchez; Guachimanes (1954), de Gabriel Bracho Montiel, y Oficina N° 1 (1961), de Miguel Otero Silva.

Algunas otras novelas mencionan el petróleo, su paisaje o las relaciones que se impusieron con las transnacionales petroleras y el gobierno estadounidense, sin embargo no poseían suficientes grados API como para considerarlas de novelas del petróleo.

Antes de finalizar esa década, Benito Yrady, un joven escritor nacido en El Tigre, aparece en la escena literaria con el libro de cuentos, que tangencialmente toca el petróleo, Zona de tolerancia (1978), y luego, prácticamente, el autor desaparece de este escenario para ocuparse en cuerpo y alma a lo que llaman la “gerencia cultural”. Se ganó por un lado, y por otro, se acumularon conocimientos de los saberes de un pueblo tan variado en su cultura.

Pasaron más de cincuenta años, pero la escritura y la literatura siempre estuvieron allí, en Benito Yrady, a la espera de su turno. Hasta que llegó la pandemia y la decisión de contar las nostalgias y sueños de unos personajes foráneos que hablan de sus tierras —en donde intervienen James Joyce, Ernest Hemingway, Walt Withman, entre otros—, y de un “país del petróleo”.

La obra en cuestión es la novela Historia del señor Cody (2024), que aparece en el catálogo de Monte Avila Editores en los días en que Benito Yrady es el escritor homenajeado de la 20.ª Feria Internacional del Libro de Venezuela.

En ella se mantiene una relación lúdica entre el lector y narrador. Nos transporta a una lectura de Joyce como si el escritor irlandés hablara y se paseara por este país del petróleo.

A veces pecamos al resumir una obra con una enumeración o descripción que quizás no dice mucho. Ricardo Piglia diría que cada lectura es una perspectiva del lector.

La lectura, y con ella los sueños y la nostalgia, es quizás el recurso literario que nos conduce a historias mínimas que transcurren paralelamente o son causas y consecuencias en la novela Historia del señor Cody. Es “el impulso de tener el hogar en todas partes”, diría el poeta Novalis.

Pero la lectura no es solamente aquella que experimentamos con los libros, sino, también, con historias orales, mitos de nuestros pueblos originarios y, por supuesto, la realidad que enfrentamos constantemente por el simple hecho de vivir. Joyce, uno de los escritores que acompaña toda la novela y a Benito, como lector, se preocupaba por la velocidad en que se lee en los sueños.

“Hay una relación entre la lectura y lo real, pero también hay una relación entre la lectura y los sueños, y en ese doble vínculo la novela ha tramado su historia”, reflexiona Piglia en El último lector para responder en parte “¿Qué es un lector?”.

Pero también existe otra historia, la de la mítica búsqueda de El dorado, que por siglos buscaron colonos de los imperios británicos, españoles y portugueses. La riqueza de variados minerales que no encontraron porque no estaba a simple vista los enloqueció, pero el petróleo, al final, fue el dorado buscado que le dio apellido a un país.

David Cody, según recuerda Oscar Lynch, dijo que “no hay país semejante y tan hermoso” y entre delirios que lo puede confirmar la realidad, exclamó: “¡Como Raleigh también digo que no cubre el sol país tan rico en el mundo! Todo eso lo tiene el verdadero país del petróleo”.

En El hacedor, Jorge Luis Borges incluyó un extenso poema que su comienzo podría ser lo que Benito Yrady logra con la novela Historia del señor Cody: “Nadie puede escribir un libro. Para / que un libro sea verdaderamente, / se requieren la aurora y el poniente, / siglos, armas y el mar que une y separa”.

James Joyce y Walt Withman tiznados de oro negro

Un escritor venezolano metido en la voz de Oscar Lynch, un narrador irlandés, quien a su vez asume el cuerpo y la memoria de David Cody, un norteamericano. Por medio de este último somos testigos de una panoplia de historias, saberes y experiencias referidas al mundo entero como un espacio estrechamente entrelazado. Pese a la amplitud de ese espacio, algo parecido a un reflector elipsoidal proyecta un constante punto de luz sobre un lugar llamado el país del petróleo, sospechosamente parecido a Venezuela. Por si ello fuera poco, el narrador no solo aporta su propia memoria irlandesa, sino que a lo largo de todo el libro, se extiende un variado intertexto en el que concurren sin transición otro irlandés, James Joyce, y otro norteamericano, Walt Whitman.

El párrafo anterior podría ser un intento de resumir la novela Historia del señor Cody de Benito Yrady, pero se trataría, con certeza, de un intento fallido.

Al escribir Ulises, James Joyce se habrá propuesto, seguramente, lograr la novela de todas las novelas. Ese mismo objeto del deseo campea por las páginas de Historia del señor Cody y no es casual que la figura de James Joyce esté presente a lo largo del libro de Benito Yrady encarnando a ese mediador que René Girard se esforzó en describir en su libro Mentira romántica y verdad novelesca.

De allí el porqué de un narrador dublinés; del conocimiento detallado –o cuando menos bien simulado- de las más intrincadas callejuelas de Dublín; y de allí también la presencia ubicua de Joyce, presente en toda la novela de Yrady por medio de una larga lista de citas textuales.

El homenaje a Joyce, entiéndase bien, no es igual a la imitación de Joyce. Ya había establecido Girard que alcanzar el objeto del deseo implica, al mismo tiempo, la necesidad de diferenciarse del mediador. “Cuando escribo escucho su voz. No soy un plagiario, ni un untuoso intruso disfrazado de literato,” aclara asertivamente el narrador irlandés.

Joyce es aquí un paradigma cultural por cuyo medio se expresa el intento de redacción de un texto literario complejo, en su lenguaje y en sus  infinitas referencias, y que sirve, además, para construir el personaje del señor Cody, quien sufre la nostalgia de un mundo que ha perdido justo cuando se enfrenta a otra realidad, la del país del petróleo, que no termina de ensamblarse con lo que trae en su memoria.

Yrady ha escrito una novela de una originalidad inédita entre nosotros, y ello por múltiples razones. En  primer lugar porque, siguiendo seguramente su vocación de crónista, en Historia del señor Cody, se incluye, a medida que se sigue la conversación de los personajes, una mayúscula cantidad de referencias que exigen del lector un cuidadoso seguimiento para no extraviarse en la lectura. Desde los viajes de Américo Vespucci, pasando por el eterno afán independentista de Irlanda, las peripecias de Buffalo Bill en Estados Unidos; la larga dictadura del Benemérito; las cosmogonías y costumbres de los pueblos Warao y Kariña; eso y mucho, mucho más constituye la armazón memoriosa de Oscar Lynch y del señor Cody.

Hay un punto de llegada para toda esta historia, y es que Yrady le da un vuelco al modo como tradicionalmente hemos abordado la novela de tema petrolero.

Confieso que dudo en llamar a este texto novela del petróleo, dada la amplitud y multiplicidad de sus contenidos. Pero no es menos cierto que, como dije arriba, una especie de  reflector elipsoidal apunta de forma reiterada al pedazo de tierra donde se acumula el oro negro. No en balde Oscar Lynch identifica con beatífica inocencia el rol que él y el señor Cody encarnan: “Aquí el señor Cody representa intereses de los Estados Unidos de Norteamérica (…) Yo en cambio he llegado a Maracaibo por la corona inglesa”.

Yrady ha creado dos personajes cuya complejidad anímica se aleja del esquematismo con el que se solía representar a los extranjeros en novelas de tema petrolero; además de disponer que sea uno de ellos quien narre la historia en primera persona.

Una propuesta novedosa merecedora de un extenso análisis que excede, con creces, las posibilidades de esta página.

El escandaloso silencio del crimen

Es antigua la táctica de negar la existencia y resistencia de un pueblo, advierte en un reportaje que publicó hace 50 años Rodolfo Walsh bajo el tituló “La revolución palestina” y comienza así: “Tres millones de palestinos despojados de su patria cuestionan todo arreglo de paz en Medio Oriente”.

Walsh expone en los primeros párrafos la declaración de quien fuera primera ministra de Israel, Golda Meir: “¿Palestinos? No sé lo que es eso”, para dar a conocer “la eficacia ilusoria del argumento, utilizado en Argelia, Vietnam, colonias portuguesas, para negar la existencia de sus movimientos de liberación”.

Parece Un detalle menor, como el título de la novela de la escritora palestina Adania Shibli, hace 50 años nació en Galilea. En 2023 debió recibir en la 75ª Feria del Libro de Fráncfort el premio LiBeraturpreis, pero fue censurada. Detalles a tomar en cuenta.

El eufemismo que utilizan los medios hegemónicos es que está “postergada” la ceremonia, solo que hasta ahora no hay fecha para la entrega del premio.

La autora descree de todos aquellos que están al frente —y detrás— de la organización del premio literario. “Quizás se pueda celebrar la ceremonia de entrega en el futuro. Quizás están esperando a que el libro se haga mejor con el tiempo”, declaró a la prensa durante la reciente Feria del Libro de Madrid.

El uso del lenguaje no ha cambiado y la historia del crimen contra el pueblo palestino no empezó ayer, como quieren hacer parecer. Shibli se hace las mismas preguntas en su novela y saca a relucir la violación y asesinato de una muchacha palestina por soldados israelís durante la ocupación en 1949.

Un detalle menor es la reconstrucción a partir de las nuevas situaciones que no son tan novísimas, pero que el vértigo que han impuesto las nuevas redes de comunicación ha logrado poner la mirada sobre los intereses de los grandes capitales.

Los crímenes son atroces y no merecen comparación, pero tampoco hay canciones al estilo de “We are the world, we are the children”, para las niñas y niños asesinados en Gaza por los ataques militares de Israel. El silencio mundial es escandaloso.

El libro de Shibli usa el lenguaje del colonizador como forma de denuncia para mostrar que los palestinos son tratados como animales, que deben ser eliminados del territorio que los sionistas ocupan con violencia militar.

Ella, el personaje, es palestina. Sus recuerdos se han desdibujados y busca respuestas en un tiempo en que todo es confuso o nos quieren hacer parecer que son otros tiempos y que ha cambiado. Todo comienza por un detalle menor, por lo que parece cotidiano, lo que sorprende y le hace evocar una historia, replantear en su memoria una geografía que ahora es tierra ajena, militarizada. 

Debe vivir y sobrevivir a un aparato político que no comprende porque la anula. Necesita desplazarse, apartar miedos, dudas e indagar.

No es una historia de ciencia ficción pero me lleva a las palabras de uno de los autores fundamentales del género, Philip K. Dick: “Estoy seguro de que no me creen, y de que tampoco creen que creo en lo que afirmo. Son libres de creerme o no, pero al menos crean esto: no estoy bromeando”.

Pensemos por un momento en una ucronía —así como en El hombre en el castillo, de P. K. Dick—, que en vez de entregar a Israel las tierras de Palestina prosperó la tesis de Joseph Otmar Hefter y a los judíos se les dio “un territorio entre la Guyana Británica, Venezuela y Brasil”, es decir, nuestra Guayana Esequiba. 

Los colonizadores se imponen a sangre y muerte. El lenguaje se expresa con la fuerza de sus fusiles y cañones. Las víctimas guardan silencio, resisten. Tienen todas las formas de luchas para la resistencia, entre ellas está la literatura.

La autora en referencia a su libro e incluso a la realidad de su pueblo considera que el lenguaje de las víctimas “está roto, no saben dónde empezar y dónde acabar, están confusas, mascullan. Es un lenguaje típico del contexto palestino”.

Palestina ayer y hoy no es un detalle, mucho menos menor, y urge la comprensión del genocidio que está cometiendo el estado de Israel contra el pueblo palestino.

Simple e impersonal como el asesinato

Puesto en los zapatos Juergen Boos, el director de la Feria del Libro de Frankfurt, y compartiendo su temor de irritar al gobierno sionista de Israel, yo también habría cancelado la ceremonia programada para la entrega del premio LiBeraturpreis a la escritora palestina Adania  Shibli.

Y es que Un detalle menor, la novela de Shibli a la que se le concedió ese premio, es un documento demoledor a la hora de representar la situación del pueblo palestino bajo el régimen neocolonial israelí.

Lo curioso, o sería mejor decir lo inteligente, es que la escritora no incluye en esta obra alegatos o denuncias directas contra la ocupación israelí de los territorios palestinos o contra el genocidio continuado que allí se ha estado cometiendo desde al menos 1948.

Por el contrario,  Shibli evita casi por completo todo discurso acusatorio y se concentra, con un depurado realismo, en la descripción de las más simples acciones cotidianas y en un agudo manejo de las emociones.

Dividida en dos partes, la historia transcurre también en dos momentos históricos, separados entre sí por un cuarto de siglo. En ambas partes, la narración sigue de cerca a dos únicos personajes a través de los cuales se despliega el escenario y los eventos que la integran.

En la primera parte, el narrador describe el quehacer de un oficial del ejército israelí al mando de una brigada encargada de limpiar de árabes el territorio que se les ha asignado. No hay otro foco para el narrador que no sea  este oficial cuyos soldados, en su conjunto,  forman la utilería necesaria para desplegar los movimientos de quien da las órdenes. Si la voz que narra se concentra solo en las acciones concretas, físicas del personaje es porque el mismo es incapaz de exteriorizar algún sentimiento.

De hecho, la narración se desenvuelve con una objetividad descarnada, diríase sin alma; y lo que he llamado un agudo manejo de las emociones se concreta aquí, paradójicamente, en la ausencia total de cualquier emoción. Hay, eso sí, una rutina que se despliega mecánicamente, sin juicios de valor, lo que deja de lado la aparición de cualquier emotividad. Nadie se conmueve frente a la realidad que parece haber caído del cielo como un bloque incuestionable. De modo que la ejecución final de una muchacha secuestrada y repetidamente violada se lleva a cabo, sin euforia, sin tristeza, casi sin crueldad. Un episodio propio de la ananké griega y su encarnación de lo inevitable.

Se revela así la existencia de una maquinaria autónoma que asesina, tal vez, sin sevicia, pero, igualmente, sin remordimientos.

En la segunda parte, Shibli da un giro de 180 grados y, manteniendo el esquema de un solo actante, se dedica a la descripción de una peripecia cuya parte esencial sucede en el mundo interior del personaje. En este caso, una periodista palestina que se interna en el territorio bajo control de Israel en búsqueda de información sobre la joven asesinada en la primera parte.

La narración se consume aquí en el recuento de hechos intrascendentes: desplazarse de un lugar a otro, subir o bajar del automóvil, enfrentarse a un puesto militar, preguntar una dirección, ubicarse en un mapa. Solo que, bajo el reinante estado de sitio, esas simples acciones se vuelven increíblemente complicadas, a la vez que se cargan de una impensable violencia.

Lo nuclear aquí es el torrente de emociones que invaden al personaje y que Shibli describe con una maestría capaz de transferir toda la tensión al lector. La ansiedad, el temor, la inseguridad sostienen el relato. Lo exterior solo es trascendente en cuanto provoca este torbellino interior. Un torbellino que, para no alterar el camino que la autora se ha trazado, no se cuenta nunca desde la conciencia de un colectivo, sino desde la perspectiva individual, casi como si fuera una carencia del individuo y no un asunto colectivo.

 En Un detalle menor, Adania Shibli ha encontrado una vía poderosamente original para la denuncia, sin que su discurso pierda un ápice de valor estético; uno de esos raros ejemplos en el que la literatura asume una visión política sin comprometer su capacidad creativa.

Juergen Boos sabía bien lo que hacía al censurar esta novela.

Escritores pueden optar a Becas de Estímulo a la Creación Literaria 2024

El Centro Nacional del Libro (Cenal) ya abrió el proceso de recepción de proyectos de escritores y escritoras venezolanos o extranjeros residenciados en el país que deseen optar a las Becas de Estímulo a la Creación Literaria 2024, orientadas a estimular y fomentar la producción literaria.

La recepción de los proyectos inició el 15 de junio y cerrará el 15 de agosto de 2024.

El Cenal, ente adscrito al Ministerio del Poder Popular para la Cultura, otorgará cinco (5) becas por cada género a evaluar: Narrativa; Ensayos sobre el libro y la lectura; Biografía, testimonios y crónicas; y Literatura para niñas, niños y jóvenes.

Las obras serán recibidas vía digital a través del correo becasdeestimulo@cenal.gob.ve.

Las becas tienen una duración de seis (6) meses y el monto a recibir es de dos mil bolívares (Bs 2.000,oo).

Los proyectos de creación literaria deben ser originales e inéditos, escritos en castellano o en alguna de las lenguas originarias del país.

Pueden participar quienes no hayan sido beneficiarios de esta beca anteriormente.

Las bases completas de las Becas de Estímulo a la Creación Literaria 2024 y los requisitos para la recepción de las obras están disponibles en el sitio web www.cenal.gob.ve.

Leer bases AQUí