La foto familiar de Bolívar

La muerte acecha en cada capítulo de Todo llevará su nombre, de Fermín Goñi, en donde toma pulso de cada latido de los últimos días del Libertador Simón Bolívar, pero también es su paso por la vida en un tiempo en que no reparó ni se detuvo por su salud. Fue un mal enfermo que se autodiagnosticó y se rehusó a las curas.

Una de las escenas iniciales es la “familia” de Bolívar, que presentan a una esclava en Santa Marta. Ella desconoce que es libre, porque quienes están con el Libertador, son libres, y ella quiere ser parte de la familia —y lo consigue con sus cuidos y rezos—.

Vivió las angustias de las horas pasar sin mejoras del enfermo con la familia que se había reducido a la cocinera Fernanda Barriga, el mayordomo José Palacios, su sobrino el teniente Fernando Bolívar, los edecanes el coronel Belford Hinton Wilson y “el capitán Andrés Ibarra, el coronel José de la Cruz Paredes, el capitán de su guardia personal Lucas Meléndez, el auditor de guerra Manuel Pérez de Recuero, el comandante y comerciante canadiense John Glenn y los generales Mariano Montilla, José María Carreño y José Laurencio Silva”.

Faltó el general irlandés Daniel Florencio O’Leary para completar el cuadro familiar. Hay muchos más hombres y mujeres que debieron estar en esa pintura de Antonio Herrera Toro, como Manuela Sáenz, Rafael Urdaneta, entre otros, que lo acompañaron en batallas y también con él pasaron a la eternidad. En la foto de Fermín Goñi están en el relato de la vida y angustias finales de Bolívar.

Goñi toma una foto de esta familia y la pone en movimiento, pero en clave de novela, para presentar a un Bolívar a través de los ojos, oídos y manos del médico francés, que acababa de cumplir 34 años, Alejandro Próspero Reverend, quien conoció de primera mano las historias sobre el Libertador por quienes lo acompañaron y fue protagonista de la hora final.

Mientras el doctor intenta conseguir el medicamento para la cura del paciente llega el teniente coronel Francisco de Miranda —hijo menor del Generalísimo— con unas botellas de vino, de las que le gustaba a Bolívar, pero es mal momento para beber y celebrar.

La novela avanza con los días. Por un momento pareciera que los números de los capítulos son los mismos de los días, pero Goñi, escritor de novelas negras, que participa activamente la semana negra de Gijón —a veces como jurado—, convierte la historia en una de intriga en donde el lector pasa a formar parte de la vida familiar de Bolívar, que no quiere que avancen los capítulos, pero es inevitable, así como la vida continúa, también la lectura.

Sobre Bolívar hay varias biografías e innumerables documentos que a lo largo del tiempo fueron recuperados. A principios de la década de los noventa, un grupo de poetas que dirigían la extinta revista de Kuaimare, me preguntaron qué libro recomendaba. Sin cortapisas le dije El general en su laberinto, de Gabriel García Márquez.

Se asombraron que alguien a estas alturas de la vida recomendara al Gabo, pero sobre todo porque se trataba de Bolívar. Era la época en que los héroes no debían ser héroes, era el tiempo del “fin de la historia”. 

Recuerdo el día en que un amigo hace un par de años me dijo con sorpresa, mientras sacaba de su mochila el libro El vuelo del alcatraz, de Francisco Herrera Luque, que por qué no había leído antes esta novela. 

Herrera Luque falleció en 1991 y esa fue una de sus obras que vería la luz casi a final de milenio. Ambas novelas históricas contrastan más allá de lo literario. La del laberinto muestra a un héroe que lo espera un destino; en la del vuelo, Bolívar es visto desde las dimensiones del héroe y, a veces, de antihéroe, al punto que no tiene remedio. 

Fermín Goñi advierte en varias oportunidades en Todo llevará su nombre el “laberinto” del Libertador, pero no como palabra final ni como destino. La muerte es un tránsito inevitable y, en el caso de Simón Bolívar, previsible, más si se ve con los ojos de un médico; pero la familia, incluido el francés, saben de la grandeza de un hombre que se les escapa de la vida y que va a despertar “cuando despierta el pueblo”.

Un héroe sin heroísmo

Reconstruir la dimensión humana del Simón Bolívar, más allá de la sacralización que a lo largo del tiempo promovió la historiografía académica, ha sido objetivo común entre quienes asumieron el reto de escribir sobre el Libertador de América.

García Márquez, Herrera Luque, Denzil Romero, William Ospina, Pablo Montoya y Álvaro Mutis, entre otros, se afanaron en crear su propio Bolívar.

En la búsqueda de esa dimensión humana, varios de ellos se concentran, no por casualidad, en el período vital más vulnerables del prócer, los días previos a su muerte.

La empresa no era fácil, basta entrar a cualquiera de esos textos para convencerse. Más allá de lo propiamente militar, no importa cual rasgo del libertador sirva de trampolín a la creación literaria —sus pequeñas rutinas personales, su pasión por las mujeres, su inclinación por la lectura— la dimensión heroica termina, más temprano que tarde, por filtrarse en la página como la huella de un fantasma.

La mitificación se concreta por diversas vías: el uso frecuente de la hipérbole al referir las peripecias del héroe; diálogos entre personajes secundarios que ensalzan la obra de Bolívar; o sus propias reflexiones sobre su vida pasada. Como fuere, la narración termina invadida por el carácter heroico del personaje en desmedro, incluso contra la voluntad del narrador, de su condición mortal.

Proponer una visión opuesta hasta el extremo al discurso panegírico es, a no dudarlo, el aporte más original de Todo llevará su nombre, de Fermín Goñi.

El autor logra un acercamiento amoroso a la figura del Libertador que está en general ausente en otros autores. La grandeza del personaje, sus actos heroicos, la admiración de todo un continente, pueden encontrarse en las páginas de la novela, pero como un referente borroso, que no obstruye la imagen de miseria y degradación a la que se ve reducida la grandeza de Simón Bolívar.

Lo central en la novela es una cotidianidad repetitiva impulsada por un trabajado realismo que convierte a lector en testigo inmediato de lo que sucede en San Pedro Alejandrino.

Como estrategia narrativa, Goñi ha elegido restringir drásticamente el espacio y el tiempo del relato. Si, por ejemplo, en El general en su laberinto de García Márquez el periplo final de Bolívar da inicio en Bogotá para finalizar en Santa Marta, en Todo llevará su nombre la acción se concreta a los últimos diez días del Libertador. Así, pues, desde la primera página de la novela surge un Bolívar disminuido física y moralmente, degradado en su grandeza, dolorosamente enfermo.

Esos diez días transcurren en la inevitable repetición de unos rituales condenados al fracaso. Ritos que encarnan en las cataplasmas de Próspero Reverend, aplicadas, un día sí y otro también, a la casi inexistente humanidad del prócer; o en las papillas de sagú que la cocinera Fernanda Barriga prepara sin pausa con la esperanza de que el enfermo acepte un par de cucharadas; o, en fin, en la tina siempre tibia que mantiene José Palacios, por si Su Excelencia quisiese tomar un baño.

Tales hechos, intrascendentes si se observan desde la atalaya de lo heroico, desde la cercanía afectiva que la novela explota con maestría sirven para realzar la dimensión humana del Libertador en su hora más menguada. Para ello el narrador ha rodeado a Bolívar de varios personajes que, como la joven esclava Joaquina, ignoran o entrevén apenas la trascendencia militar y política del enfermo.

Goñi ha rearmado el relato de la agonía y muerte del Libertador con un realismo que oculta toda estratagema narrativa y cumple a cabalidad con la propuesta de Ole Sauerberg: “Las novelas históricas pretenden que el lector acepte su narrativa como más veraz que un texto basado en los áridos hechos de la historia, afirmando que el embellecimiento dramático y las conjeturas producidas por la imaginación del novelista llenan los vacíos de nuestro conocimiento acerca del pasado y le hacen cobrar vida”.

Todo llevará su nombre es una aproximación inédita a Simón Bolívar; una lectura que merece estar disponible en cada biblioteca y en cada escuela; una vía para acercar a los lectores a un Libertador palpable e intensamente humano.

La biografía y la novela con sus contradicciones

¿Cuánto de realidad y ficción puede contener una biografía?, es la pregunta frecuente que se hace el lector. Sin embargo, Maryse Condé cuando escribió sobre su abuela Victoire, también se hizo la misma interrogante sobre pasajes de la vida de algunos de los parientes que no conoció y de los que poseía poca información, pero eso no le impidió reconstruir sus pasos en una biografía que se lee como una novela de ficción.

“Es indiferente si recuerdo o invento, si tomo prestado o imagino”, es una frase de Bernard Pingaud que Condé usa como epígrafe para marcar el inicio de su travesía en el tiempo.

El título original, escrito en francés, es Victoire, les saveurs et les mots (2006), que sin temor a traicionar a la autora de Guadalupe, pudo haber sido traducida “Victoire, los sabores y las palabras” o “Victoire, sabores y palabras”, que como enumeración simple, pudo haber sido la intención de la autora para generar expectación en el lector.

El título de la edición en español —Victoire. La madre de mi madre, 2024— también tiene ese juego que perturba a la razón de la lengua, puesto que la palabra “abuela” tiene un significado que se explica en el subtítulo, pero las cosas no son tan simples como parecen.

A veces nos atenemos a las ataduras de las reglas de las academias de las lenguas, sin embargo la vida tiene muchas otras salidas con sus juegos de palabras. Si bien Condé falleció hace un año, el 2 de abril de 2024, y desconocemos si hay una edición anterior a la presentada por la editorial Impedimenta, pues no dudo que la autora estaría completamente de acuerdo con este juego de palabras, porque si bien madre es madre, aún a corta edad, también los papeles se intercambian a gusto y disgusto, pero sobre todo porque la biografía sobre su abuela también lo es sobre su madre y sobre sus orígenes.

Escrita en la madurez, la visión es muy diferente a la que en su juventud tenía sobre sí misma, como mujer y negra, nacida en la colonia aunque la independencia llevara ya dos siglos, porque los vestigios de la esclavitud y el machismo, siguen intactos a pesar de los derechos obtenidos.

“Ya conté en Corazón que ríe, corazón que llora que nadie de mi familia me instruyó acerca de la trata —esos viajes iniciáticos que fundaron nuestro destino de antillanos—, ni tampoco de la esclavitud. Tuve que negociar sin ayuda alguna el peso de tan terrible pasado. Las historias individuales, en cambio, sustituyeron a la historia colectiva”.

Esta historia se repite una y otra vez en nuestro Caribe, en nuestras tierras. Benito Yrady cuando presentó los testimonios de tres cimarronas venezolanas con su libro La caja de los truenos (2024), hizo énfasis en cómo ellas se identificaban: negras descendientes de africanos esclavizados. Esta identificación no es algo común a pesar de todo el esfuerzo que se ha hecho para comprender nuestros orígenes.

Y mucho en común tienen estas historias de Condé e Yrady, con la diferencia, quizás, de la musicalidad en la escritura. En La caja de los truenos uno siente el vibrar del tambor, el sonido del pilón, el bailar en el andar, el espíritu de rebeldía, mientras que en Victorie la música que predomina es la de Bach y constantemente hace alusión a Carmen, de Bizet.

Condé ha tenido diferentes posiciones políticas en la vida, además de las evidentes confrontaciones en ideas, de su distanciamiento con Aimé Césaire después de releer a Franz Fanon. Hago énfasis en “releer”, porque cuenta en La vida sin maquillaje que la primera vez que lee Piel negra, máscaras blancas (1952), a los 18 años, tiene una impresión errática. 

Nueve años después fallece Fanon, pero ella ya vivió en África, en Ghana y los cambios políticos con la independencia de ese país. Comprende, a su manera, que no era una “condenada de la tierra”, porque sus padres fueron negros burgueses aunque estos pasaron vicisitudes que marcaron su formación. 

Maryse Condé no escamotea las contradicciones vividas porque más bien reafirma la lucha que hay que emprender, que todos provenimos de África y que seguimos siendo esclavizados del orden  establecido por el imperio.

Guía para construir una abuela

Siendo un libro con muchas aristas, Victoire, la madre de mi madre de Maryse Condé es, sobretodo, una biografía amorosa, que se despliega a los ojos del lector a través de múltiples recursos literarios. La obra reconstruye una sociedad colonial llena de prejuicios y discriminación. Ilustrado todo con una profusión de palabras en creole y con la presencia de un curioso archivo gastronómico.

Nunca ha dejado de sorprenderme la alegría con la que ciertos grupos familiares acostumbran a rememorar los acontecimientos pasados, cual si de un viaje en el tiempo se tratara. Traen al presente hechos y personajes y se regocijan entre ellos como si estuvieran vistiendo un traje nuevo.

Esa misma impresión se tiene al leer Victoire, la madre de mi madre. Se puede muy bien entrar a la novela e imaginarse una reunión de parientes sentados en círculo contándose, por enésima vez, historias de su propia familia que ya todos conocen.

Hay algo de magia y de ritual en ese revivir la historia familiar, como si fuese indispensable para afirmarse como linaje, más allá de ulteriores coincidencias con los integrantes de la comunidad a la que pertenecen.

Por esa vía, Maryse Condé logra un discurso de una engañosa simplicidad, que se mantiene hasta la última página en el filo de la navaja entre la biografía y la novela. En lo atinente a lo biográfico, no se inhibe a la hora de exponer sus fuentes documentales, hacer público el proceso de investigación que sustenta su relato, o dirigirse al lector para hablarle desde una primera persona que desborda el artificio literario para anclarse en el acto de recordar. Una evocación que es también artificio, puesto que la nieta que escribe confiesa que nunca conoció a esa abuela que arma, a lo largo del libro, como si fuera un rompecabezas.

Si llega a fallar lo biográfico, aun queda la literatura. No en balde, esa misma voz narradora, que nos ha convencido hasta aquí de su verismo, no se arredra ni se silencia cuando le faltan fuentes documentales: “…no me queda más remedio que imaginar”, confiesa; no como quien reconoce una carencia, sino como quien asume un reto que la libera de la rigidez histórica.

De ese imaginar surge la figura de la abuela, experta en guardar silencio y en deslumbrar con sus guisos. Un ser ideal que le sirve a la autora, entre otras cosas, para hacer un paralelismo entre el talento culinario, considerado como un arte, y su propia experiencia como escritora. “En estas páginas pretendo revindicar el legado de una mujer que, aparentemente, no dejó ninguno. Establecer el nexo entre su creatividad y la mía. Conectar los sabores, colores y aromas de las carnes o las verduras con los sabores, colores y aromas de las palabras.”

El vehículo para engendrar al personaje de la abuela es una prosa que se tiñe, una y otra vez, con frases en creole; con ellas, la narradora crea un halo de identidad al tiempo que introduce costumbres, creencias, personajes, elementos culinarios y cualquier otro indicio de una forma de vida y de una cultura que se debate en las contradicciones propias de su pasado de colonización, esclavitud, y la consiguiente desigualdad.

Todo gracias a un personaje que se describe como anodino, silencioso, poco menos que inexistente: la abuela Victoire.

Así pues, al salir de la novela, el lector se habrá paseado por un colectivo signado por las diferencias sociales y raciales. La voz que narra toma una distancia crítica y juzga la constitución de una sociedad que, viniendo del esclavismo, atraviesa ahora un conflicto de clases que no se resuelve en la simple división entre blancos y negros.

Victoire… es una novela en la que resulta difícil, por no decir imposible, mantener la diferencia entre autor y narrador que establece la teoría literaria. Muy por el contrario, Maryse Condé habla con voz propia para distanciarse o ridiculizar todo lo que ve y cuenta, incluidos sus padres, obsesionados con la esperanza de integrarse a esa clase social y política, llamada los Grandes Negros. Nuevos ricos quienes, en el intento por diferenciarse de los odiados blancos hasta ayer esclavistas, no hacen otra cosa que imitarlos.

Ministerio de Cultura y Embajada de Colombia donaron colección de libros a la U.E. Nuevo Horizonte 

Este lunes, el Ministerio del Poder Popular para la Cultura (MPPC) y la Embajada de la República de Colombia en Venezuela, donaron más de 300 libros a la biblioteca de la Unidad Educativa Nuevo Horizonte, ubicada en Caracas, con el objetivo de fomentar la lectura y el aprendizaje de 1.324 estudiantes de educación básica y media.

La actividad contó con la participación del viceministro de Fomento de la Economía Cultural y presidente del Centro Nacional del Libro (Cenal), Raúl Cazal, y el embajador de Colombia en Venezuela, Milton Rengifo, quienes informaron que el donativo consta de títulos de poesía, narrativa y ensayo, representativos de la creación literaria de ambos países. El embajador Rengifo expresó su satisfacción por hacer este aporte en un sector que cuenta con una comunidad colombiana asentada y resaltó la importancia de los libros para la formación intelectual.

“Está más que verificado y demostrado que en este momento, en el cual se habla de la sociedad del conocimiento, hay que estimular, reforzar y fomentar todo lo que tiene que ver con la educación y en la formación general de los niños y jóvenes”, expresó. Subrayó que, a través de esta alianza, Venezuela y Colombia fortalecen sus lazos de integración, especialmente en el ámbito cultural.

Rengifo indicó que la donación de la Embajada de Colombia reúne 119 títulos de economía, geografia, historia y literatura infantil de dicho país, donde destacan autores como Gabriel García Márquez, Fernando Vallejo, Laura Restrepo, Pablo Montoya, William Ospina, Jorge Franco, Gonzalo Guillén, Alfonso Múnera, Carlos Pizarro, entre otros.

Por su parte, el viceministro de Fomento de la Economía Cultural, Raúl Cazal, señaló que de la formación de jóvenes lectores surgirán los escritores y las escritoras del futuro. “La idea de leer estas historias es también poder escribir nuestras historias y aquí hay mucha historia que contar y hay mucha vida que narrar. Para nosotros es un gran placer y un gran honor estar aquí en esta escuela para entregar a niños y niñas estos ejemplares. Seguiremos contribuyendo con la lectura para crear conciencia en nuestra niñez y nuestra juventud”, afirmó.

El también presidente del Cenal indicó que desde la institución se realizan concursos anuales de literatura para respaldar a nuevos talentos de la escritura. Además, informó que el MPPC se suma a este donativo con 200 libros de diferentes géneros y autores como Earle Herrera, Luis Alberto Crespo, Gustavo Pereira, Carmen Delia Bencomo y Teresa de la Parra. En ese sentido, destacó que es importante que exista la bibliodiversidad para que los niños y niñas puedan escoger lecturas de acuerdo a sus gustos.

En alianza con el MPPC, en 2023 la Embajada de la República de Colombia donó a la Unidad Educativa Nuevo Horizonte el stand de libros expuesto por la hermana nación en la 19° Feria Internacional del Libro de Venezuela (Filven). Desde entonces, ha realizado diversos aportes a la escuela para la remodelación de sus instalaciones y el enriquecimiento de su oferta académica.

T: Prensa MPPC/Claudia Hernández F: Edys Glod

“El rostro de un enigma”: la nueva novela de Luis Lira que aborda la venezolanidad en todos los horizontes

Una novela que se mueve entre la biografía y la fantasía, entre lo cotidiano y lo extraordinario, con guiños históricos y en torno a la identidad y las emociones con la migración como fondo ofrece con su nueva obra literaria titulada El rostro de un enigma el escritor venezolano Luis Lira Ochoa.

Este jueves 27 de marzo el autor presentó lo que constituye su segunda novela, publicada por la Editorial Fundación Koeyú Latinoamericano, en la sucursal de Librerías del Sur ubicada en el Teatro Teresa Carreño, en compañía del escritor, editor y periodista Raúl Cazal, actual viceministro de Fomento para la Economía Cultural y presidente del Centro Nacional del Libro (Cenal), y Carlos Ortíz, profesor de Letras y productor editorial, quienes brindaron sus comentarios acerca de la obra.

Lira Ochoa aseguró que “esta novela es un viaje a las profundidades del ser humano, donde cada lector podrá encontrar su propia interpretación y conexión con los personajes y sus historias”.

El escritor, quien además es médico psiquiatra, explicó que el texto entrelaza fragmentos de su propia vida, rindiendo tributo a sus experiencias y a la rica cultura venezolana, y aborda tangencialmente el tema de la migración en Venezuela, especialmente en la década de 1980, cuando muchos estudiantes tras obtener sus títulos optaban por buscar oportunidades en el extranjero.

En ese sentido, la historia presenta a Sebastián, Renato y Ana, quienes deciden que deben emigrar tras determinadas circunstancias.

Sebastián, el personaje principal, inicia un obsesivo recorrido de investigación que lo lleva desde las profundidades de sus orígenes en un remoto pueblo detenido en el tiempo hasta una ciudad extranjera, transitando por emociones en torno al amor, la envidia, la decepción, la solidaridad y la traición que amenazan con alterar su búsqueda. Cada paso que da lo acerca a un inesperado desenlace en tierras lejanas.

Con este contexto, Lira Ochoa detalló que la novela trata tres temas principales: primero, la identidad y orígenes; segundo, las emociones humanas, desde la esperanza hasta la locura, y tercero, la realidad y la fantasía, lo que le permitió jugar con la línea que separa lo real de lo imaginario para generar una narrativa envolvente.

La realidad del ser humano

Raúl Cazal señaló que esta novela basada en los años 80 refleja la realidad del ser humano en su contexto actual y permite una manera de ver la venezolanidad. Además, subrayó que lo interesante de esta obra es su riqueza en referentes literarios, artísticos, filosóficos e históricos que retratan el mundo en el que vive el protagonista.

“La novela aborda el tema de las migraciones, no solo hacia el exterior, sino también dentro del mismo territorio nacional, mostrando el desplazamiento de las personas de un lugar a otro, hasta culminar en París”, refirió.

“Se presenta una cartografía nacional donde aparecen figuras históricas, como Miranda y Bolívar, así como otros héroes que resuenan en la memoria colectiva. Dentro del libro el autor sugiere que podría llamarse ‘Caracas’, reflejando la ficcionalidad tanto de los lugares como de las personas. A través de las decisiones del protagonista, quien decide estudiar arte y considera que es la mejor elección de su vida, se desarrolla la trama”, relató Cazal.

De acuerdo con Cazal, el personaje principal enfrenta una serie de problemas y conflictos que impulsan la historia, pero la narrativa también resalta a los venezolanos que estudian en el exterior y se destacan en sus estudios, ya que poseen una visión integral que les permite relacionar diversos aspectos de su aprendizaje, y, por tanto, esta búsqueda de conocimiento va más allá de una simple especialización.

“A lo largo de la obra surgen pasiones, traiciones, envidias e ideas políticas que generan conflictos, siendo la envidia un tema central”, apuntó Cazal.

Un enganche constante

Por su parte, Carlos Ortíz destacó de la novela su capacidad para enganchar al lector. De acuerdo con el productor editorial pueden utilizarse dos métodos tradicionales para llegar al final de la novela: la lectura lineal de la historia y la anticipación de su desenlace.

En ese aspecto, afirmó que a medida que la trama avanza se sostiene un enganche constante que mantiene la curiosidad del lector.

“Además, la narrativa se caracteriza por la construcción de conflictos específicos entre los personajes, que se resuelven o no a lo largo del relato; cada situación presentada contribuye al desarrollo del conflicto principal, enriqueciendo la trama y aportando nuevos puntos de interés”, explicó.

“A medida que el protagonista se mueve por diferentes ciudades, se convierte en el objetivo de la seguridad del Estado francés, que lo sigue de cerca. Esta tensión añade una capa adicional de intriga a la historia y cómo llegar al final de la novela”, agregó Ortíz.

Acerca del autor

Luis Lira Ochoa, nacido en Pariaguán, Anzoátegui, también ha publicado la novela Pluma negra y los poemarios Trazos límbicos y La isla que fuiste. Es columnista del diario Ciudad Caracas.

Además de escritor es Médico Cirujano y Especialista en Psiquiatría, graduado de la Universidad Central de Venezuela. Fue presidente fundador de la Fundación Misión Barrio Adentro y ha sido viceministro de Hospitales y de Comunicación.

Creó el Servicio de Psiquiatría en el Hospital Los Samanes y actualmente es director del Hospital Universitario de Caracas y profesor asistente en la Universidad Nacional Experimental Rómulo Gallegos.

Filven llega a comunas de Petare

Este sábado 15 de marzo inició la visita de la Filven Miranda a comunas de Petare, parroquia del municipio Sucre en la que se está efectuando la edición regional número 20 de la máxima fiesta literaria del país.

El responsable del Plan Mariscal Antonio José de Sucre y primer vicepresidente de la Asamblea Nacional (AN), Pedro Infante; la autoridad única de Cultura de Miranda, Gabriela Simoza, y el viceministro de Fomento para la Economía Cultural y presidente del Centro Nacional del Libro (Cenal), Raúl Cazal, visitaron la comuna petareña Árbol de las tres raíces, ubicada en Palo Verde, en la avenida principal La Vega.

Ahí realizaron una entrega de libros de diferentes géneros a la biblioteca de la comuna donados por los ministerios del Poder Popular para la Cultura y de Comunicación e Información, el Fondo Editorial del Ipasme, la editorial Acirema y otros sellos editoriales públicos, privados e independientes.

Con este aporte se contribuye a que la comuna Árbol de las tres raíces impulse la promoción del libro y la lectura entre los habitantes del sector.

Entre los ejemplares donados se hallan títulos como El mar que me regalas, una novela del escritor Jorge Rodríguez Gómez, actual presidente de la Asamblea Nacional, editada por Acirema, y El imperio de la vigilancia, del reconocido sociólogo y periodista español Ignacio Ramonet, con una edición del Mippci. Hay también obras publicadas por El perro y la rana y Monte Ávila adscritas al Mppc.

En el marco de esta visita se presentó el grupo de baile Danza expresión libre. Integrantes de la comuna bailaron y cantaron al ritmo de la danza nacionalista.

La Filven Miranda busca una participación masiva llegando a todas las comunas del municipio Sucre, por lo que vehículos identificados con el logo de la feria estarán llevando libros y actividades a cada comunidad durante este fin de semana, de acuerdo con lo informado por Pedro Infante, líder del Plan Mariscal Antonio José de Sucre.

Leer para escribir

El viceministro Raúl Cazal comentó que la formación de escritores comienza por la promoción de la lectura.

“Ser escritor o escritora comienza con estos libros. Si se leen, podemos traer a los autores y conversar con las comunidades para ver qué fue lo que vivieron como lectores”, señaló Cazal entre los integrantes de la comuna.

“Cada ventana que se abre con un libro es diferente para cada lector, lo que enriquece la propuesta de un escritor o escritora, que busca transmitir vivencias y su historia para que los lectores puedan tener otras vidas”, afirmó Cazal.

El presidente del Cenal indicó que en Venezuela se hace una revolución con libros y Filven es una muestra. “Por eso tenemos la gran conciencia de ser soberanos e independientes, resistiendo ante el bloqueo que nos quieren imponer, gracias a este plan que hemos desarrollado con el Comandante Hugo Chávez y ahora con el presidente Nicolás Maduro; continuamos con el Plan Nacional de Lectura”.

En Filven Miranda se entregaron certificados a estudiantes del diplomado “Tiempo narrativo venezolano”

Con un emotivo acto en la sala Benito Yrady de la 20.ª Filven Miranda, instalada en Petare, se llevó a cabo este sábado 15 de marzo la entrega de certificados a participantes de la primera cohorte del diplomado “Tiempo narrativo venezolano” dictado por la Escuela Taller de Narración de Venezuela (Estanave), una iniciativa para la formación de escritores impulsada por el Ministerio del Poder Popular para la Cultura (MPPC) a través del Centro Nacional del Libro (Cenal).

La actividad contó con la presencia del viceministro para el Fomento de la Economía Cultural y presidente del Cenal, Raúl Cazal, y la gerente de Estrategias del ente rector de la plataforma del libro y la lectura, Yris Villamizar.

“Es un momento significativo para todos los participantes, quienes han trabajado arduamente en el desarrollo de sus habilidades narrativas”, afirmó el viceministro Cazal.

Agregó que “el diplomado ha sido una tarea invaluable tanto para los docentes como para los estudiantes, ya que fomenta la promoción de la lectura y la escritura”.

Durante la ceremonia se destacó la importancia de sembrar las bases para una narrativa propia que permita a cada escritor contar su historia y la de su entorno.

Aunque algunos escritores solo publican uno o dos libros, sus textos pueden ser reconocidos como obras maestras por los lectores, como es el caso de Juan Rulfo, ilustró Cazal, escritor y editor. En ese sentido los cursantes del diplomado fueron invitados a continuar explorando sus voces a través de la escritura.

Segunda cohorte del diplomado

El primer diplomado se llevó a cabo entre mayo de 2022 y febrero 2023, y en 2025 volverá con una segunda cohorte integrada por 46 participantes que fueron seleccionados de 124 postulados durante la fase de inscripción, informó la gerente de Estrategias del Cenal, Yris Villamizar.

Los certificados son avalados por la Universidad Nacional de las Artes (Unearte).

El presidente del Cenal destacó que estarán como facilitadores del diplomado destacados narradores, como Armando José Sequera, de Venezuela, y Vicente Battista, de Argentina.

Igualmente en el marco de esta actividad se realizo la segunda entrega de certificados a participantes del seminario “Tras las huellas de Teresa de la Parra” dictado por Estanave entre marzo y septiembre de 2024.

Las autoridades del Cenal aprovecharon la ocasión para invitar al público a participar en talleres literarios que abre periódicamente esta institución.

Experiencias satisfactorias

Valentina Bueno, una de las participantes de la primera cohorte del diplomado, en la mención novela, expresó su satisfacción por la oportunidad de acceder a clases con reconocidos escritores.

“De verdad fue una experiencia maravillosa que con gusto volvería a repetir”, sostuvo.

Alicia Villegas, también cursante de la primera cohorte del diplomado, destacó la calidad humana y profesional de los profesores involucrados, con quienes logró una conexión significativa.

Aseguró que tras participar en el diplomado su forma de leer ha cambiado drásticamente y ahora está motivada a leer más.

Cenal promueve formación de mediadores de lectura en Filven Miranda

El Centro Nacional del Libro (Cenal), adscrito al Ministerio del Poder Popular para la Cultura, facilitó este sábado 15 en Petare un taller de mediación de lectura como parte de la programación de la 20.ª Filven Miranda, instalada en la plaza Bolívar y estación del Metro de esta localidad del municipio Sucre.

En esta oportunidad estuvo a cargo del taller el profesor de Literatura y promotor de lectura Leonardo Cádiz, quien explicó que el fin del encuentro fue ofrecer estrategias con herramientas lúdicas y tecnológicas a los participantes para incentivar la lectura en niños, adolescentes y adultos de sus comunidades y centros educativos.

Este taller está diseñado en el marco del Plan Nacional de Lectura Manuel Vadell.

Cádiz destacó la importancia de usar la tecnología en pro de incentivar la lectura y utilizar herramientas lúdicas para fortalecer la lectura en la población venezolana.

“Hacer de la lectura una red social, porque ahorita nosotros no podemos ir en contra de algo que va avanzando a pasos agigantados, que es la tecnología”, precisó.

Además, el profesor sugirió que la lectura puede darse en espacios abiertos o en movimiento y no precisamente hay que leer de forma tradicional en bibliotecas o lugares cerrados.

“A través de herramientas lúdicas hacemos que la lectura ya sea ahora una prioridad; a través de la lectura podemos viajar, podemos retroalimentarnos. La lectura es vital para todo ser humano”, agregó el facilitador.

Asimismo, apuntó que si se promueve la lectura como una red social se puede impulsar un espacio para el compartir, para el intercambio de conocimiento y un acto transformador para el ser humano.

“Recuperar ese hábito de leer, que más que un hábito es un un proceso de retroalimentación, ya que a través de la lectura tú puedes documentarte, puedes cultivarte, incluso viajar sin necesidad de tomar un autobús o un avión. La lectura nos hace libres y nos hace sentir vivos”, resaltó.

La Filven Miranda ofrece presentaciones de libros, conferencias y conversatorios con la participación de 45 expositores que permiten el acceso a libros de diversos géneros.

La fiesta literaria estará abierta hasta este domingo 16 de marzo bajo el lema “Leer transforma”.

Libro “La dictadura global del algoritmo” abrió debate en la 20.ª Filven Miranda sobre el dominio digital

El libro La dictadura global del algoritmo: Una batalla por la humanidad, de Gustavo Villapol, fue presentado junto a su autor este domingo 16 de marzo en la 20.ª Filven Miranda, encuentro con las letras que tomó los espacios de la plaza Bolívar de Petare.

Villapol, junto al viceministro de Fomento para la Economía Cultural y presidente del Centro Nacional del Libro (Cenal), Raúl Cazal, y Valentina Vadell, directora de Vadell Hermanos, sello editor de la obra, abrió en la fiesta literaria regional el debate sobre el dominio digital que ejercen las grandes corporaciones tecnológicas y su impacto en la cotidianidad de cada ciudadano, pasando por cómo los humanos viven en un sistema de clases sociales donde personas poderosas pueden mandar a diseñar algoritmos a su favor y cómo las tecnologías que sustentan redes sociales como Facebook e Instagram entre otras nacieron como proyectos militares, de modo que lo que consumimos, lo que creemos y hasta lo que sentimos está siendo calculado y moldeado por algoritmos que responden a intereses geopolíticos y económicos.

En ese sentido, la obra de Villapol explora el origen y funcionamiento técnico de los algoritmos y revela la influencia del gobierno estadounidense y las grandes corporaciones transnacionales en el desarrollo tecnológico.

Además, con este libro puede el lector comprender cómo Venezuela ha sido uno de los países más afectados por la censura algorítmica por querer defender su soberanía.

“La dictadura global del algoritmo es algo que es sumamente cotidiano para cada uno de nosotros. Cuando hacemos un pago móvil a través del teléfono, mandamos un mensaje a nuestros hijos o hacemos una llamada, todo está diseñado con algoritmos”, ilustró el autor, periodista y diputado a la Asamblea Nacional.

“Estos algoritmos son creados por seres humanos. Los humanos vivimos en un sistema de clases sociales, donde existe gente muy poderosa con mucho dinero que manda a diseñar algoritmos a su favor”, alertó.

Al respecto, el viceministro de Cultura Raúl Cazal subrayó que “estamos dando la batalla, estamos en una lucha contra este algoritmo”.

Cazal comentó que Villapol en su libro anterior, titulado Los amos del significado, habla más sobre la historia de la comunicación en Venezuela, pero también establece un correlato que va más allá de lo nacional.

A propósito de su nuevo libro, dijo que “esta continuidad en su estudio es fundamental, ya que aborda la dictadura global del algoritmo como una batalla por la humanidad”.

Además, Cazal, escritor, editor y periodista, manifestó que el resumen de lo que Gustavo Villapol ha estudiado sobre la comunicación digital se expone en lo que considera un extraordinario prólogo del filósofo y comunicador Miguel Ángel Pirela.

“Cuando reflexionamos sobre esta batalla y nos detenemos en los temas filosóficos, el relato, el discurso y la narrativa cobran otra dimensión”, dijo.

Cazal resaltó la importancia de leer, entender y comprender lo que está sucediendo a través de la mirada de Villapol.

“Es crucial que se esté atento a cómo se configura este algoritmo, que es resultado de los grandes consorcios monopólicos y las clases dominantes”.

“Al final, esto se expresa en los aparatos que determinan qué debemos ver y qué quieren que veamos, comprender esto es parte de nuestra lucha; nada es gratuito ni inocente”, sostuvo Cazal.

“Por ello es valioso contar con libros que confronten ideas complejas, y Gustavo logra presentarlas de manera sencilla”, afirmó el presidente del Centro Nacional del Libro.

Denuncia a la censura

Por otra parte, en el contexto de la batalla contra la dictadura global del algoritmo, el viceministro Cazal aprovechó para unirse a la denuncia formulada este domingo por el ministro de Cultura, Ernesto Villegas, sobre la censura de una muestra cinematográfica venezolana en Madrid.

“Voy a aprovechar para mencionar lo que acaba de suceder en Madrid, España, donde se censuraron algunas películas venezolanas: Operación Orión, de Rubén Hernández; La batalla de los puentes, de Carlos Azpúrua, y Alí Primera, de Daniel Yegres. Estas tres películas iban a ser presentadas en la Casa de América, pero la derecha buscó, de manera ‘democrática’, censurarlas”, informó el viceministro.

“Para ellos, eso es la democracia, pero en realidad son más los censores y la capacidad que tienen de no mostrar lo que sucede a su alrededor”, complementó.

“Desde aquí denunciamos esta censura de la derecha en España, la batalla contra el algoritmo también va a continuar, ya que es una expresión de esta lucha”, apuntó Cazal.

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