Bolívar íntimo y cotidiano

Un buen historiador se apega a los documentos disponibles e intenta interpretar los hechos con objetividad, hasta donde tal objetividad es posible. Puede decirse que Sergio Guerra Vilaboy ha logrado reconstruir a Simón Bolívar con un grado de objetividad reconocible hasta por quienes no transitamos con frecuencia los caminos de la historia, al menos no de esa que se quiere científica y, por ende, rigurosa; pero lo ha hecho, además, de un modo que permite al lector acompañar al prócer desde su propia subjetividad, desde una sensibilidad personal a la que solo solemos tener acceso a través de obras de ficción.

Quienquiera que haya deseado encontrarse con un Bolívar humanamente atormentado por sus propias carencias, contradicciones y errores, o consciente de su genialidad, podrá darse por satisfecho con este trabajo del historiador cubano. Guerra Vilaboy ha sabido, además, combinar un impresionante número de fuentes documentales con una prosa elegante y accesible.

Quizás el aspecto más interesante de este libro es la presentación de un Bolívar en desarrollo; uno cuyo pensamiento político madura  a medida que comprende, cada vez con más profundidad, la problemática latinoamericana y el carácter de clases que   debía tomar la guerra de independencia. 

Se trata de un Bolívar íntimo con el que nos relacionamos más allá de sus hazañas militares, que tanto contribuyeron a dotarlo de un halo de héroe invencible. Por el contrario, este es un Bolívar de quien no se ocultan las derrotas y los contratiempos .

Sabemos de la progresión de su pensamiento político; desde el jóven mantuano que inicialmentepiensa que los reveses de la lucha independentista se debían a las ambiciones de ciertos personajes, es decir, a causas ligadas solo al individuo y al individualismo, hasta ese otro que poco a poco tomaconciencia del carácter clasista del proceso y se acerca cada vez más a las castas que el mantuanaje consideraba inferiores y sin rol alguno en la causa por la independencia.  A medida que madura su pensamiento político, crece su convicción en el papel que deben jugar  todos los oprimidos cómo única vía para llegar a la constitución de la República tal y como ya era capaz de imaginarla.

Se construye así, poco a poco, la dimensión humana de Bolívar a medida que su aprendizaje político se nutre de no pocas derrotas. Un Bolívar alejado de la figura de superhéroe con la que se le acostumbra representar. De este Bolívar conocemos de reiteradas lecturas erróneas de la realidad, de decisiones destinadas al fracaso y del estado de postración anímica producto de esos fracasos.

Al tiempos que desarrollaba y avanzaba sus propias concepciones de la sociedad y de la república desde una visión conservadora mantuana hacia una visión mucho más liberal y revolucionaria,  Bolívar se vio obligado a enfrentar, a un tiempo,  las tendencias retrógradas dentro del movimiento republicano y  las visiones más idealistas y menos pragmáticas que igualmente frenaban su proyecto independentista y unionista. Esas repúblicas aéreas que le hicieron decir: “tuvimos filósofos por jefes, filantropía por legislación, dialéctica por táctica y sofistas por soldados”.

Un aporte nuclear de Guerra Vilaboy es la claridad con la que expone el intento repetido en el tiempo, de parte del Libertador, de abolir la esclavitud. Este solo hecho demuestra hasta qué punto Bolívar tuvo que enfrentar una oligarquía reaccionaria que se propuso desde el primer momento sabotear su esfuerzo democratizador y defender unos privilegios que nunca estuvieron dispuestos a poner en juego.

Así, pues, al Bolívar que, según su propia sentencia, aró en el mar, con quien nos habíamos familiarizado por medio de novelas como El General en su laberinto, de García Márquez, o Todo llevará su nombre, de Fermín Goñi, Sergio Guerra Vilaboy añade esta representación del prócer que,  si bien sólidamente documentada, no difiere en mucho de ese otro Bolívar que, ya cercano a la muerte, ve derrumbarse en buena parte el edificio que había intentado construir a lo largo de años de una guerra sangrienta contra los españoles y de un enfrentamiento que no cesó en momento alguno, contra las oligarquías criollas y contra los traidores que defendieron los privilegios de aquellas.

Un libro riguroso, bien escrito y dolorosamente realista en la imagen que proyecta del Libertador.

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