Como parte del ciclo de conferencias Oficios del libro, organizado por el Centro Nacional del Libro (Cenal) para la Feria Internacional del Libro de Venezuela (Filven) 2016, Miguel Raúl Gómez habló sobre el oficio de corrector, ese que ha venido desempeñando desde hace más de treinta años para diversas publicaciones.
Gómez repasó su carrera, que comenzó como corrector de pruebas en una revista institucional de Venezolana de Cementos, y que continuó en un diario de publicaciones legales, así como la editorial Santillana, Monte Ávila Editores y el Archivo General de la Nación, entre otros.
“Uno como corrector no puede perder de vista el proceso de edición y lo que sigue a la corrección”, aseguró, en torno a la necesidad de que el corrector entienda el proceso entero, haciéndose integral en su oficio.
Igualmente, destacó la necesidad de los correctores de adquirir una amplia cultura general, así como armarse de profundos conocimientos del lenguaje, pero sobre todo lo importante de ir actualizando siempre ese conocimiento.
Como dato curioso, recordó sus primeros tiempos de corrector y una pesadilla recurrente: “Estaba en una tira larguísima y cuando faltaban como cinco o seis líneas, alguien me interrumpía”. Combatió ese estrés, recordó finalmente, leyendo cada noche u par de capítulos de Buenas y malas palabras, de Ángel Rosenblat, hasta completar los cuatro tomos de esa obra.
T/ Cenal.