Guía para construir una abuela

Siendo un libro con muchas aristas, Victoire, la madre de mi madre de Maryse Condé es, sobretodo, una biografía amorosa, que se despliega a los ojos del lector a través de múltiples recursos literarios. La obra reconstruye una sociedad colonial llena de prejuicios y discriminación. Ilustrado todo con una profusión de palabras en creole y con la presencia de un curioso archivo gastronómico.

Nunca ha dejado de sorprenderme la alegría con la que ciertos grupos familiares acostumbran a rememorar los acontecimientos pasados, cual si de un viaje en el tiempo se tratara. Traen al presente hechos y personajes y se regocijan entre ellos como si estuvieran vistiendo un traje nuevo.

Esa misma impresión se tiene al leer Victoire, la madre de mi madre. Se puede muy bien entrar a la novela e imaginarse una reunión de parientes sentados en círculo contándose, por enésima vez, historias de su propia familia que ya todos conocen.

Hay algo de magia y de ritual en ese revivir la historia familiar, como si fuese indispensable para afirmarse como linaje, más allá de ulteriores coincidencias con los integrantes de la comunidad a la que pertenecen.

Por esa vía, Maryse Condé logra un discurso de una engañosa simplicidad, que se mantiene hasta la última página en el filo de la navaja entre la biografía y la novela. En lo atinente a lo biográfico, no se inhibe a la hora de exponer sus fuentes documentales, hacer público el proceso de investigación que sustenta su relato, o dirigirse al lector para hablarle desde una primera persona que desborda el artificio literario para anclarse en el acto de recordar. Una evocación que es también artificio, puesto que la nieta que escribe confiesa que nunca conoció a esa abuela que arma, a lo largo del libro, como si fuera un rompecabezas.

Si llega a fallar lo biográfico, aun queda la literatura. No en balde, esa misma voz narradora, que nos ha convencido hasta aquí de su verismo, no se arredra ni se silencia cuando le faltan fuentes documentales: “…no me queda más remedio que imaginar”, confiesa; no como quien reconoce una carencia, sino como quien asume un reto que la libera de la rigidez histórica.

De ese imaginar surge la figura de la abuela, experta en guardar silencio y en deslumbrar con sus guisos. Un ser ideal que le sirve a la autora, entre otras cosas, para hacer un paralelismo entre el talento culinario, considerado como un arte, y su propia experiencia como escritora. “En estas páginas pretendo revindicar el legado de una mujer que, aparentemente, no dejó ninguno. Establecer el nexo entre su creatividad y la mía. Conectar los sabores, colores y aromas de las carnes o las verduras con los sabores, colores y aromas de las palabras.”

El vehículo para engendrar al personaje de la abuela es una prosa que se tiñe, una y otra vez, con frases en creole; con ellas, la narradora crea un halo de identidad al tiempo que introduce costumbres, creencias, personajes, elementos culinarios y cualquier otro indicio de una forma de vida y de una cultura que se debate en las contradicciones propias de su pasado de colonización, esclavitud, y la consiguiente desigualdad.

Todo gracias a un personaje que se describe como anodino, silencioso, poco menos que inexistente: la abuela Victoire.

Así pues, al salir de la novela, el lector se habrá paseado por un colectivo signado por las diferencias sociales y raciales. La voz que narra toma una distancia crítica y juzga la constitución de una sociedad que, viniendo del esclavismo, atraviesa ahora un conflicto de clases que no se resuelve en la simple división entre blancos y negros.

Victoire… es una novela en la que resulta difícil, por no decir imposible, mantener la diferencia entre autor y narrador que establece la teoría literaria. Muy por el contrario, Maryse Condé habla con voz propia para distanciarse o ridiculizar todo lo que ve y cuenta, incluidos sus padres, obsesionados con la esperanza de integrarse a esa clase social y política, llamada los Grandes Negros. Nuevos ricos quienes, en el intento por diferenciarse de los odiados blancos hasta ayer esclavistas, no hacen otra cosa que imitarlos.

Ministerio de Cultura y Embajada de Colombia donaron colección de libros a la U.E. Nuevo Horizonte 

Este lunes, el Ministerio del Poder Popular para la Cultura (MPPC) y la Embajada de la República de Colombia en Venezuela, donaron más de 300 libros a la biblioteca de la Unidad Educativa Nuevo Horizonte, ubicada en Caracas, con el objetivo de fomentar la lectura y el aprendizaje de 1.324 estudiantes de educación básica y media.

La actividad contó con la participación del viceministro de Fomento de la Economía Cultural y presidente del Centro Nacional del Libro (Cenal), Raúl Cazal, y el embajador de Colombia en Venezuela, Milton Rengifo, quienes informaron que el donativo consta de títulos de poesía, narrativa y ensayo, representativos de la creación literaria de ambos países. El embajador Rengifo expresó su satisfacción por hacer este aporte en un sector que cuenta con una comunidad colombiana asentada y resaltó la importancia de los libros para la formación intelectual.

“Está más que verificado y demostrado que en este momento, en el cual se habla de la sociedad del conocimiento, hay que estimular, reforzar y fomentar todo lo que tiene que ver con la educación y en la formación general de los niños y jóvenes”, expresó. Subrayó que, a través de esta alianza, Venezuela y Colombia fortalecen sus lazos de integración, especialmente en el ámbito cultural.

Rengifo indicó que la donación de la Embajada de Colombia reúne 119 títulos de economía, geografia, historia y literatura infantil de dicho país, donde destacan autores como Gabriel García Márquez, Fernando Vallejo, Laura Restrepo, Pablo Montoya, William Ospina, Jorge Franco, Gonzalo Guillén, Alfonso Múnera, Carlos Pizarro, entre otros.

Por su parte, el viceministro de Fomento de la Economía Cultural, Raúl Cazal, señaló que de la formación de jóvenes lectores surgirán los escritores y las escritoras del futuro. “La idea de leer estas historias es también poder escribir nuestras historias y aquí hay mucha historia que contar y hay mucha vida que narrar. Para nosotros es un gran placer y un gran honor estar aquí en esta escuela para entregar a niños y niñas estos ejemplares. Seguiremos contribuyendo con la lectura para crear conciencia en nuestra niñez y nuestra juventud”, afirmó.

El también presidente del Cenal indicó que desde la institución se realizan concursos anuales de literatura para respaldar a nuevos talentos de la escritura. Además, informó que el MPPC se suma a este donativo con 200 libros de diferentes géneros y autores como Earle Herrera, Luis Alberto Crespo, Gustavo Pereira, Carmen Delia Bencomo y Teresa de la Parra. En ese sentido, destacó que es importante que exista la bibliodiversidad para que los niños y niñas puedan escoger lecturas de acuerdo a sus gustos.

En alianza con el MPPC, en 2023 la Embajada de la República de Colombia donó a la Unidad Educativa Nuevo Horizonte el stand de libros expuesto por la hermana nación en la 19° Feria Internacional del Libro de Venezuela (Filven). Desde entonces, ha realizado diversos aportes a la escuela para la remodelación de sus instalaciones y el enriquecimiento de su oferta académica.

T: Prensa MPPC/Claudia Hernández F: Edys Glod

“El rostro de un enigma”: la nueva novela de Luis Lira que aborda la venezolanidad en todos los horizontes

Una novela que se mueve entre la biografía y la fantasía, entre lo cotidiano y lo extraordinario, con guiños históricos y en torno a la identidad y las emociones con la migración como fondo ofrece con su nueva obra literaria titulada El rostro de un enigma el escritor venezolano Luis Lira Ochoa.

Este jueves 27 de marzo el autor presentó lo que constituye su segunda novela, publicada por la Editorial Fundación Koeyú Latinoamericano, en la sucursal de Librerías del Sur ubicada en el Teatro Teresa Carreño, en compañía del escritor, editor y periodista Raúl Cazal, actual viceministro de Fomento para la Economía Cultural y presidente del Centro Nacional del Libro (Cenal), y Carlos Ortíz, profesor de Letras y productor editorial, quienes brindaron sus comentarios acerca de la obra.

Lira Ochoa aseguró que “esta novela es un viaje a las profundidades del ser humano, donde cada lector podrá encontrar su propia interpretación y conexión con los personajes y sus historias”.

El escritor, quien además es médico psiquiatra, explicó que el texto entrelaza fragmentos de su propia vida, rindiendo tributo a sus experiencias y a la rica cultura venezolana, y aborda tangencialmente el tema de la migración en Venezuela, especialmente en la década de 1980, cuando muchos estudiantes tras obtener sus títulos optaban por buscar oportunidades en el extranjero.

En ese sentido, la historia presenta a Sebastián, Renato y Ana, quienes deciden que deben emigrar tras determinadas circunstancias.

Sebastián, el personaje principal, inicia un obsesivo recorrido de investigación que lo lleva desde las profundidades de sus orígenes en un remoto pueblo detenido en el tiempo hasta una ciudad extranjera, transitando por emociones en torno al amor, la envidia, la decepción, la solidaridad y la traición que amenazan con alterar su búsqueda. Cada paso que da lo acerca a un inesperado desenlace en tierras lejanas.

Con este contexto, Lira Ochoa detalló que la novela trata tres temas principales: primero, la identidad y orígenes; segundo, las emociones humanas, desde la esperanza hasta la locura, y tercero, la realidad y la fantasía, lo que le permitió jugar con la línea que separa lo real de lo imaginario para generar una narrativa envolvente.

La realidad del ser humano

Raúl Cazal señaló que esta novela basada en los años 80 refleja la realidad del ser humano en su contexto actual y permite una manera de ver la venezolanidad. Además, subrayó que lo interesante de esta obra es su riqueza en referentes literarios, artísticos, filosóficos e históricos que retratan el mundo en el que vive el protagonista.

“La novela aborda el tema de las migraciones, no solo hacia el exterior, sino también dentro del mismo territorio nacional, mostrando el desplazamiento de las personas de un lugar a otro, hasta culminar en París”, refirió.

“Se presenta una cartografía nacional donde aparecen figuras históricas, como Miranda y Bolívar, así como otros héroes que resuenan en la memoria colectiva. Dentro del libro el autor sugiere que podría llamarse ‘Caracas’, reflejando la ficcionalidad tanto de los lugares como de las personas. A través de las decisiones del protagonista, quien decide estudiar arte y considera que es la mejor elección de su vida, se desarrolla la trama”, relató Cazal.

De acuerdo con Cazal, el personaje principal enfrenta una serie de problemas y conflictos que impulsan la historia, pero la narrativa también resalta a los venezolanos que estudian en el exterior y se destacan en sus estudios, ya que poseen una visión integral que les permite relacionar diversos aspectos de su aprendizaje, y, por tanto, esta búsqueda de conocimiento va más allá de una simple especialización.

“A lo largo de la obra surgen pasiones, traiciones, envidias e ideas políticas que generan conflictos, siendo la envidia un tema central”, apuntó Cazal.

Un enganche constante

Por su parte, Carlos Ortíz destacó de la novela su capacidad para enganchar al lector. De acuerdo con el productor editorial pueden utilizarse dos métodos tradicionales para llegar al final de la novela: la lectura lineal de la historia y la anticipación de su desenlace.

En ese aspecto, afirmó que a medida que la trama avanza se sostiene un enganche constante que mantiene la curiosidad del lector.

“Además, la narrativa se caracteriza por la construcción de conflictos específicos entre los personajes, que se resuelven o no a lo largo del relato; cada situación presentada contribuye al desarrollo del conflicto principal, enriqueciendo la trama y aportando nuevos puntos de interés”, explicó.

“A medida que el protagonista se mueve por diferentes ciudades, se convierte en el objetivo de la seguridad del Estado francés, que lo sigue de cerca. Esta tensión añade una capa adicional de intriga a la historia y cómo llegar al final de la novela”, agregó Ortíz.

Acerca del autor

Luis Lira Ochoa, nacido en Pariaguán, Anzoátegui, también ha publicado la novela Pluma negra y los poemarios Trazos límbicos y La isla que fuiste. Es columnista del diario Ciudad Caracas.

Además de escritor es Médico Cirujano y Especialista en Psiquiatría, graduado de la Universidad Central de Venezuela. Fue presidente fundador de la Fundación Misión Barrio Adentro y ha sido viceministro de Hospitales y de Comunicación.

Creó el Servicio de Psiquiatría en el Hospital Los Samanes y actualmente es director del Hospital Universitario de Caracas y profesor asistente en la Universidad Nacional Experimental Rómulo Gallegos.

Filven llega a comunas de Petare

Este sábado 15 de marzo inició la visita de la Filven Miranda a comunas de Petare, parroquia del municipio Sucre en la que se está efectuando la edición regional número 20 de la máxima fiesta literaria del país.

El responsable del Plan Mariscal Antonio José de Sucre y primer vicepresidente de la Asamblea Nacional (AN), Pedro Infante; la autoridad única de Cultura de Miranda, Gabriela Simoza, y el viceministro de Fomento para la Economía Cultural y presidente del Centro Nacional del Libro (Cenal), Raúl Cazal, visitaron la comuna petareña Árbol de las tres raíces, ubicada en Palo Verde, en la avenida principal La Vega.

Ahí realizaron una entrega de libros de diferentes géneros a la biblioteca de la comuna donados por los ministerios del Poder Popular para la Cultura y de Comunicación e Información, el Fondo Editorial del Ipasme, la editorial Acirema y otros sellos editoriales públicos, privados e independientes.

Con este aporte se contribuye a que la comuna Árbol de las tres raíces impulse la promoción del libro y la lectura entre los habitantes del sector.

Entre los ejemplares donados se hallan títulos como El mar que me regalas, una novela del escritor Jorge Rodríguez Gómez, actual presidente de la Asamblea Nacional, editada por Acirema, y El imperio de la vigilancia, del reconocido sociólogo y periodista español Ignacio Ramonet, con una edición del Mippci. Hay también obras publicadas por El perro y la rana y Monte Ávila adscritas al Mppc.

En el marco de esta visita se presentó el grupo de baile Danza expresión libre. Integrantes de la comuna bailaron y cantaron al ritmo de la danza nacionalista.

La Filven Miranda busca una participación masiva llegando a todas las comunas del municipio Sucre, por lo que vehículos identificados con el logo de la feria estarán llevando libros y actividades a cada comunidad durante este fin de semana, de acuerdo con lo informado por Pedro Infante, líder del Plan Mariscal Antonio José de Sucre.

Leer para escribir

El viceministro Raúl Cazal comentó que la formación de escritores comienza por la promoción de la lectura.

“Ser escritor o escritora comienza con estos libros. Si se leen, podemos traer a los autores y conversar con las comunidades para ver qué fue lo que vivieron como lectores”, señaló Cazal entre los integrantes de la comuna.

“Cada ventana que se abre con un libro es diferente para cada lector, lo que enriquece la propuesta de un escritor o escritora, que busca transmitir vivencias y su historia para que los lectores puedan tener otras vidas”, afirmó Cazal.

El presidente del Cenal indicó que en Venezuela se hace una revolución con libros y Filven es una muestra. “Por eso tenemos la gran conciencia de ser soberanos e independientes, resistiendo ante el bloqueo que nos quieren imponer, gracias a este plan que hemos desarrollado con el Comandante Hugo Chávez y ahora con el presidente Nicolás Maduro; continuamos con el Plan Nacional de Lectura”.

En Filven Miranda se entregaron certificados a estudiantes del diplomado “Tiempo narrativo venezolano”

Con un emotivo acto en la sala Benito Yrady de la 20.ª Filven Miranda, instalada en Petare, se llevó a cabo este sábado 15 de marzo la entrega de certificados a participantes de la primera cohorte del diplomado “Tiempo narrativo venezolano” dictado por la Escuela Taller de Narración de Venezuela (Estanave), una iniciativa para la formación de escritores impulsada por el Ministerio del Poder Popular para la Cultura (MPPC) a través del Centro Nacional del Libro (Cenal).

La actividad contó con la presencia del viceministro para el Fomento de la Economía Cultural y presidente del Cenal, Raúl Cazal, y la gerente de Estrategias del ente rector de la plataforma del libro y la lectura, Yris Villamizar.

“Es un momento significativo para todos los participantes, quienes han trabajado arduamente en el desarrollo de sus habilidades narrativas”, afirmó el viceministro Cazal.

Agregó que “el diplomado ha sido una tarea invaluable tanto para los docentes como para los estudiantes, ya que fomenta la promoción de la lectura y la escritura”.

Durante la ceremonia se destacó la importancia de sembrar las bases para una narrativa propia que permita a cada escritor contar su historia y la de su entorno.

Aunque algunos escritores solo publican uno o dos libros, sus textos pueden ser reconocidos como obras maestras por los lectores, como es el caso de Juan Rulfo, ilustró Cazal, escritor y editor. En ese sentido los cursantes del diplomado fueron invitados a continuar explorando sus voces a través de la escritura.

Segunda cohorte del diplomado

El primer diplomado se llevó a cabo entre mayo de 2022 y febrero 2023, y en 2025 volverá con una segunda cohorte integrada por 46 participantes que fueron seleccionados de 124 postulados durante la fase de inscripción, informó la gerente de Estrategias del Cenal, Yris Villamizar.

Los certificados son avalados por la Universidad Nacional de las Artes (Unearte).

El presidente del Cenal destacó que estarán como facilitadores del diplomado destacados narradores, como Armando José Sequera, de Venezuela, y Vicente Battista, de Argentina.

Igualmente en el marco de esta actividad se realizo la segunda entrega de certificados a participantes del seminario “Tras las huellas de Teresa de la Parra” dictado por Estanave entre marzo y septiembre de 2024.

Las autoridades del Cenal aprovecharon la ocasión para invitar al público a participar en talleres literarios que abre periódicamente esta institución.

Experiencias satisfactorias

Valentina Bueno, una de las participantes de la primera cohorte del diplomado, en la mención novela, expresó su satisfacción por la oportunidad de acceder a clases con reconocidos escritores.

“De verdad fue una experiencia maravillosa que con gusto volvería a repetir”, sostuvo.

Alicia Villegas, también cursante de la primera cohorte del diplomado, destacó la calidad humana y profesional de los profesores involucrados, con quienes logró una conexión significativa.

Aseguró que tras participar en el diplomado su forma de leer ha cambiado drásticamente y ahora está motivada a leer más.

Cenal promueve formación de mediadores de lectura en Filven Miranda

El Centro Nacional del Libro (Cenal), adscrito al Ministerio del Poder Popular para la Cultura, facilitó este sábado 15 en Petare un taller de mediación de lectura como parte de la programación de la 20.ª Filven Miranda, instalada en la plaza Bolívar y estación del Metro de esta localidad del municipio Sucre.

En esta oportunidad estuvo a cargo del taller el profesor de Literatura y promotor de lectura Leonardo Cádiz, quien explicó que el fin del encuentro fue ofrecer estrategias con herramientas lúdicas y tecnológicas a los participantes para incentivar la lectura en niños, adolescentes y adultos de sus comunidades y centros educativos.

Este taller está diseñado en el marco del Plan Nacional de Lectura Manuel Vadell.

Cádiz destacó la importancia de usar la tecnología en pro de incentivar la lectura y utilizar herramientas lúdicas para fortalecer la lectura en la población venezolana.

“Hacer de la lectura una red social, porque ahorita nosotros no podemos ir en contra de algo que va avanzando a pasos agigantados, que es la tecnología”, precisó.

Además, el profesor sugirió que la lectura puede darse en espacios abiertos o en movimiento y no precisamente hay que leer de forma tradicional en bibliotecas o lugares cerrados.

“A través de herramientas lúdicas hacemos que la lectura ya sea ahora una prioridad; a través de la lectura podemos viajar, podemos retroalimentarnos. La lectura es vital para todo ser humano”, agregó el facilitador.

Asimismo, apuntó que si se promueve la lectura como una red social se puede impulsar un espacio para el compartir, para el intercambio de conocimiento y un acto transformador para el ser humano.

“Recuperar ese hábito de leer, que más que un hábito es un un proceso de retroalimentación, ya que a través de la lectura tú puedes documentarte, puedes cultivarte, incluso viajar sin necesidad de tomar un autobús o un avión. La lectura nos hace libres y nos hace sentir vivos”, resaltó.

La Filven Miranda ofrece presentaciones de libros, conferencias y conversatorios con la participación de 45 expositores que permiten el acceso a libros de diversos géneros.

La fiesta literaria estará abierta hasta este domingo 16 de marzo bajo el lema “Leer transforma”.

Libro “La dictadura global del algoritmo” abrió debate en la 20.ª Filven Miranda sobre el dominio digital

El libro La dictadura global del algoritmo: Una batalla por la humanidad, de Gustavo Villapol, fue presentado junto a su autor este domingo 16 de marzo en la 20.ª Filven Miranda, encuentro con las letras que tomó los espacios de la plaza Bolívar de Petare.

Villapol, junto al viceministro de Fomento para la Economía Cultural y presidente del Centro Nacional del Libro (Cenal), Raúl Cazal, y Valentina Vadell, directora de Vadell Hermanos, sello editor de la obra, abrió en la fiesta literaria regional el debate sobre el dominio digital que ejercen las grandes corporaciones tecnológicas y su impacto en la cotidianidad de cada ciudadano, pasando por cómo los humanos viven en un sistema de clases sociales donde personas poderosas pueden mandar a diseñar algoritmos a su favor y cómo las tecnologías que sustentan redes sociales como Facebook e Instagram entre otras nacieron como proyectos militares, de modo que lo que consumimos, lo que creemos y hasta lo que sentimos está siendo calculado y moldeado por algoritmos que responden a intereses geopolíticos y económicos.

En ese sentido, la obra de Villapol explora el origen y funcionamiento técnico de los algoritmos y revela la influencia del gobierno estadounidense y las grandes corporaciones transnacionales en el desarrollo tecnológico.

Además, con este libro puede el lector comprender cómo Venezuela ha sido uno de los países más afectados por la censura algorítmica por querer defender su soberanía.

“La dictadura global del algoritmo es algo que es sumamente cotidiano para cada uno de nosotros. Cuando hacemos un pago móvil a través del teléfono, mandamos un mensaje a nuestros hijos o hacemos una llamada, todo está diseñado con algoritmos”, ilustró el autor, periodista y diputado a la Asamblea Nacional.

“Estos algoritmos son creados por seres humanos. Los humanos vivimos en un sistema de clases sociales, donde existe gente muy poderosa con mucho dinero que manda a diseñar algoritmos a su favor”, alertó.

Al respecto, el viceministro de Cultura Raúl Cazal subrayó que “estamos dando la batalla, estamos en una lucha contra este algoritmo”.

Cazal comentó que Villapol en su libro anterior, titulado Los amos del significado, habla más sobre la historia de la comunicación en Venezuela, pero también establece un correlato que va más allá de lo nacional.

A propósito de su nuevo libro, dijo que “esta continuidad en su estudio es fundamental, ya que aborda la dictadura global del algoritmo como una batalla por la humanidad”.

Además, Cazal, escritor, editor y periodista, manifestó que el resumen de lo que Gustavo Villapol ha estudiado sobre la comunicación digital se expone en lo que considera un extraordinario prólogo del filósofo y comunicador Miguel Ángel Pirela.

“Cuando reflexionamos sobre esta batalla y nos detenemos en los temas filosóficos, el relato, el discurso y la narrativa cobran otra dimensión”, dijo.

Cazal resaltó la importancia de leer, entender y comprender lo que está sucediendo a través de la mirada de Villapol.

“Es crucial que se esté atento a cómo se configura este algoritmo, que es resultado de los grandes consorcios monopólicos y las clases dominantes”.

“Al final, esto se expresa en los aparatos que determinan qué debemos ver y qué quieren que veamos, comprender esto es parte de nuestra lucha; nada es gratuito ni inocente”, sostuvo Cazal.

“Por ello es valioso contar con libros que confronten ideas complejas, y Gustavo logra presentarlas de manera sencilla”, afirmó el presidente del Centro Nacional del Libro.

Denuncia a la censura

Por otra parte, en el contexto de la batalla contra la dictadura global del algoritmo, el viceministro Cazal aprovechó para unirse a la denuncia formulada este domingo por el ministro de Cultura, Ernesto Villegas, sobre la censura de una muestra cinematográfica venezolana en Madrid.

“Voy a aprovechar para mencionar lo que acaba de suceder en Madrid, España, donde se censuraron algunas películas venezolanas: Operación Orión, de Rubén Hernández; La batalla de los puentes, de Carlos Azpúrua, y Alí Primera, de Daniel Yegres. Estas tres películas iban a ser presentadas en la Casa de América, pero la derecha buscó, de manera ‘democrática’, censurarlas”, informó el viceministro.

“Para ellos, eso es la democracia, pero en realidad son más los censores y la capacidad que tienen de no mostrar lo que sucede a su alrededor”, complementó.

“Desde aquí denunciamos esta censura de la derecha en España, la batalla contra el algoritmo también va a continuar, ya que es una expresión de esta lucha”, apuntó Cazal.

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Guillermo Jiménez presentó “Canto a la hondura de los frutos criollos” en Filven Portuguesa

El escritor barinés Guillermo Jiménez Leal presentó en la 20.ª Filven Portuguesa, instalada en Guanare, su más reciente libro de poesía Canto a la hondura de los frutos criollos, publicado por la editorial El perro y la rana (2024).

Se trata de un canto al llano como expresión de belleza poética; brinda poesía dedicada a la pasión de contemplar la vida criolla, la hermosura sutil de sus plantas y de su gente.

El autor también presentó su libro Botalón de luna, publicado igualmente por El perro y la rana en 2021. En este se compilan aventuras versales, elaboradas por dentro y por fuera, entre la observación y el recuerdo.

“Ambos libros tienen diferencias y semejanzas. En común tienen el cuidado de la escritura y se diferencian en que Botalón de luna es un libro de poesía de contenido llanero y Canto a la hondura de los frutos criollos aunque también incluye poesía llanera, no se limita a esta; incluye además poesía clasicista, sonetos y otras proposiciones nuevas”, comentó Jiménez Leal.

Por otra parte, este escritor barinés, quien asistió a la Filven Portuguesa como invitado nacional, dictó durante la fiesta literaria el taller denominado “El arte y la ciencia de la escritura”, dirigido a todo el público. Ahí participaron más de veinte jóvenes estudiantes de la unidad educativa Jesús, Maestro y Señor, ubicada en Guanare.

Jiménez Leal explicó que concibió el taller sobre dos vertientes fundamentales. Primero, el conocimiento de la historia evolutiva del idioma castellano, lo que conlleva trabajo de lectura y de investigación, y, segundo, el conocimiento de las normas respecto a la prosodia, la sintaxis y otros aspectos de la gramática, “para lograr una escritura fluida, que permita cumplir tus objetivos como escritor con eficacia”.

“Yo pienso que un escritor no está seguro de sí mismo hasta que no conoce la historia del idioma en que se está escribiendo”, expuso.

Jiménez Leal se crió y se fue formando entre libros, música y tradición llanera; sus estudios universitarios los comenzó con la Arquitectura (ULA, Mérida), luego Sociología (UCAB, Caracas), terminando con Arte y Etnomusicología en la Universidad de París-Sorbonne.

Ha recibido distinciones y condecoraciones como el Diploma del Congreso de la República de Venezuela, Orden “Alberto Arvelo Torrealba”; Orden “José Antonio Páez”, entre otras. En mayo de 2013, la Universidad Nacional Experimental de los Llanos Occidentales Ezequiel Zamora (Unellez) le confirió la distinción de doctor honoris causa de esa institución. En 2017 obtuvo el Premio Nacional de Cultura, mención Música.

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Patente de corso para francófonos

En octubre del año pasado el escritor francés Miguel Bonnefoy, de unos 38 años de edad, ganó el Premio de la Academia Francesa de novela y el Premio Femina. La prensa lo cataloga como escritor franco-venezolano por ser hijo de un chileno y una venezolana y aseguran que se crio en el estado Zulia, Venezuela. 

La obra con que se alzó con el premio fue con Le réve du jaguar, que apareció en agosto de 2024. “El sueño del jaguar” ha sido la traducción que han difundido en castellano, pero aún no ha sido traducida. Por eso, en vista de que este servidor sólo conoce —y con esfuerzo— la lengua de Cervantes, el compañero de esta página, Cósimo Mandrillo —que sí domina el idioma de Les Poètes maudits—, propuso que el libro de esta edición fuera Azúcar negra, de Miguel Bonnefoy, publicada en 2018 por Monte Avila Editores Latinoamericana —la edición española tiene por título Azúcar negro (Armaenia, 2018)—.

La obra narrativa de Miguel Bonnefoy ha merecido una variedad de premios y distinciones. Azúcar negra apareció en francés en 2017 y es su segunda novela. Su ópera prima, El viaje de Octavio, quedó finalista en el Premio Goncourt a la primera novela (2015). Luego, con Herencia (2020) consideraron la consolidación de Bonnefoy al llegar finalista en el Goncourt y el Femina. Y antes de Le réve du jaguar, apareció El inventor.

En Francia no es un autor desapercibido, aunque haya destacado en entrevistas que no lo tratan como escritor francés, sino como francófono. Es como si tuviera una patente de corso literaria en un país en donde los inmigrantes juegan un papel destacado en todos los órdenes. Algo que Michel Houellebecq ha resaltado en sus más recientes novelas.

La novela Azúcar negra pareciera un preludio de su obra. Escrita a los 30 años, pero con la madurez de quien cruza los 50, así como el autor anuncia el carácter o personalidad del personaje Severo Bracamonte.

La fantasía de pensar en un tesoro del filibustero Henry Morgan perdido en el río de una selva crea todos los mitos posibles de lo que puede estar enterrado en estas tierras. Si bien el pirata tomó Maracaibo a sangre y fuego, el territorio en donde transcurre la novela es el oriente del país, por donde pasó el pirata Gualterio, como le decían los españoles coloniales a Walter Raleigh.

Es en Venezuela en donde las familias Otero y Bracamonte forman un emporio con la destilación de ron, que en la medida que va contando parecieran las tribulaciones de Alberto Vollmer antes de empezar la siembra de la caña de azúcar. En los años que debe esperar para añejar el ron en barricas de bourbon. En la venta y exportación con denominación de origen. Es decir, debe estar atento de ser un agricultor, ingeniero químico industrial y negociante. Tres en uno si ponemos de lado la administración, en donde Serena Otero es diestra.

El tiempo en que se desarrolla el relato es difuso, aunque todo apunta a la época de la dictadura de Juan Vicente Gómez, a los inicios de los cambios por la modernidad con sus artefactos y de unos trenes que ha quedado en la imaginación. 

Bonnefoy logra con la lengua esa magia de cruzar almas y naturaleza para construir metáforas que parecieran que no dicen nada, pero lo dicen todo.

Guarda reminiscencias de la literatura macondiana. “Llovió cuatro años, once meses y dos días”, así comienza unos de los capítulos finales de Cien años de soledad. En Azúcar negra los estragos del incendio que acaba con la plantación, el pueblo y la novela, dura menos, puesto que “dejó en el cielo una cubierta de cenizas que tardó tres años, diez meses y cinco días en desaparecer”.

La escritura lleva una carga de lectura, resalta Ricardo Piglia en El último lector, y Azúcar negra no escapa de ello. Hace guiños a la literatura francesa con las lecturas de Serena. Menciona lo nuevo con la modernidad, pero también lo antiguo, que lleva la tragedia y la muerte. 

La mención de un sillón Voltaire nos hace recordar La vida exagerada de Martín Romaña, de Alfredo Bryce Echenique, que su crisis azul la vivió en Paris en búsqueda del amor en pleno Mayo Francés. En Azúcar negra la crisis es su naturaleza, mientras el amor pasa como un tren que ya no existe.

Un ciclón escrito para Henry Morgan

Azúcar negro es una novela literalmente llena de tesoros.

El primero de ellos es, sin dudas, el lenguaje de su autor, Miguel Bonnefoy. Se trata de un lenguaje torrencial, tumultuoso, barroco. Un verdadero ciclón de palabras que al escritor le vienen con una inusitada facilidad. Le ocurre lo mismo en el discurso oral. Pareciera no poder hablar sin incluir imágenes, símiles, metáforas que se atropellan unas tras otra y apuntan siempre a la desmesura.

No hay personajes ni acontecimientos “normales” en esta novela. Hay, sí, la clara intención de magnificar, para que hasta el más pequeño de los eventos sea percibido como un hecho salido de madre, que va más allá de lo natural, de lo racionalmente aceptable.

Y llegados aquí, es inevitable pensar que el escritor se mete a conciencia en las aguas de lo real maravilloso, de esa concepción del trópico, de Latinoamérica y, en especial, del Caribe donde lo inusual es lo cotidiano, al decir de Alejo Carpentier.

El asunto no deja de llamar la atención porque, en general, ya no se escribe así por estos lados. Verdad es que en algunas novelas donde se abordan eventos históricos —entre más alejados en el tiempo, mejor— aún surge con frecuencia una mirada exótica rastreable hasta los cronistas de indias. No es menos cierto, sin embargo, que el lenguaje de tales novelas se ha atemperado y ya no suele fantasear con el Barroco.

Pero para Miguel Bonnefoy, la condición maravillosa que se le endilga al Caribe sigue siendo una tentación que no puede evadir. No en balde su última novela, El sueño del jaguar, abre con una cita de William Ospina que reza al pie de la letra: “En el norte está la razón que estudia la lluvia, que descifra el relámpago. En el sur está la danza que genera la lluvia, que inventa el relámpago.”

A pesar de ello, en El sueño del jaguar es notorio cómo el lenguaje refrena lo torrencial y se hace más mesurado, aunque en ningún momento renuncia a lo extraño, lo desmesurado, lo grotesco, en fin, a la hipérbole.

El segundo tesoro es un legado del pirata Morgan. Bonnefoy comienza Azúcar negro recuperando algo de la tradición caribeña de la piratería. Este primer capítulo de la novela se ubica en una época muy anterior al resto y sirve para sembrar las claves que orientarán la anécdota en lo sucesivo. La distancia temporal le permite al narrador desentenderse de todo intento de verosimilitud para hundirse en la más descarnada fantasía. Le da pie, además, para aludir a ciertos episodios de piratería asociados con Maracaibo, ciudad de donde procede su familia materna, invadida en varias ocasiones por los filibusteros, entre ellos Alexandre Olivier Exquemelin, mejor conocido como El Olonés, alrededor de cuya figura se ha tejido una nutrida leyenda.

Una vez sembrado el señuelo del botín oculto del pirata Morgan, el narrador puede dedicarse a un tratamiento mucho más alegórico del concepto de riqueza y de las vías por las cuales se accede a ella. De este modo, el libro se ofrece para una lectura orientada a lo sociohistórico y que apunta en especial a Venezuela. En esa lectura desfila el tercer tesoro, el petróleo concebido como riqueza fácil, equiparado con el botín de Morgan. Ambos tesoros se contraponen al trabajo productivo, que en la novela se ejemplifica con el cultivo de la caña de azúcar y su posibilidades industriales.

Una vez llegados aquí, puede decirse que la novela ha desvelado sus secretos. El lector se encuentra ahora frente a la reformulación novelada de la parte de nuestra historia que se inicia con el descubrimiento del oro negro; esa historia que se ha debatido, a lo largo de décadas, entre la monoproducción y la esperanza de utilizar los recursos de la explotación petrolera para ampliar la base productiva del país.

Resulta interesante escuchar al propio Bonnefoy citar, en una entrevista, a Arturo Uslar Pietri y su propuesta de sembrar el petróleo. A pesar de tan consciente inclusión de elementos que apuntan a una interpretación cerrada de la historia, el escritor tiene éxito en dotar a su escrito de un carácter aventuresco que a la vez recuerda y enriquece la leyenda latinoamericana de la piratería, haciéndola, eso sí, mas compleja e incluyente.