La historia de América Latina en torno a la independencia y con atención especial en la figura del Libertador Simón Bolívar y los desafíos a los que tuvieron que enfrentarse las nuevas repúblicas a la hora de deshacerse de lo colonial fue tema de conversación en el stand de Venezuela en la 37.ª Feria Internacional del Libro de Bogotá (FilBo) con la presentación del libro Bolívar y Poder Moral: Proyecto para una República Popular, del escritor Manuel Carrero.
El texto, publicado por el Centro de Estudios Simón Bolívar, ahonda en las complejidades que representó organizar el nuevo orden en América, un continente que había atravesado tres siglos de dominación colonial, en el que reinaba la incertidumbre y la falta de experiencia en la autogobernanza.
Se añaden las influencias de la Revolución Francesa, la República de Haití y el modelo de Estados Unidos como pautas para las nuevas naciones de Hispanoamérica.
“La independencia no solo fue una emancipación, sino que desembocó en el desafío de la construcción de una identidad y de una sociedad que no conocíamos”, resaltó Carrero.
El autor abordó la interrogante fundamental que plantean los independentistas: el cómo educar a una gente que no conocía la libertad ni las bases de la República.
La historia que cuenta Carrero da cuenta de las gestas de los jóvenes patriotas que, a pesar de los obstáculos, pudieron salir victoriosos de las batallas decisivas como la de Boyacá.
La bravura y el afán de lucha de estos jóvenes, muchos de ellos en la flor de la vida, son mostrados como protagonistas de la lucha de la independencia y de la construcción de una nueva nación.
“Una batalla perdida fue el mismo paso para crear una República, pero, al mismo tiempo, era una llamada a recordar que apenas comenzaba la lucha”, agregó Carrero.
Bolívar y Poder Moral no es sólo una reflexión de la figura de Simón Bolívar, sino también un estímulo a pensar en las luchas que continuaron las nuevas republiquetas en su camino por la autonomía y el autogobierno.
La obra invita a los lectores a comprender la importancia de la historia en la formación de la identidad latinoamericana y en la búsqueda de un futuro más justo.
Un público entusiasta y ansioso por explorar las complejidades de la historia venezolana y latinoamericana acudió en la 37.ª Feria Internacional del Libro de Bogotá (FilBo 2025) a la presentación del libro La República Parricida: Fiesta, Memoria y Nación Venezuela 1830-1842, de Pedro Calzadilla, a cargo del reconocido escritor e investigador Manuel Carrero.
El libro de Calzadilla se convierte en un faro que ilumina la oscura realidad de la post-independencia en Venezuela, donde tras la liberación del dominio colonial español se comenzaron a buscar enemigos internos, lo que resultó en un ciclo de conflictos y guerras civiles.
Manuel Carrero destacó cómo Simón Bolívar, figura central en la lucha por la independencia, se convierte en un símbolo de la esperanza de un futuro soberano, pero también en un blanco para aquellos que se beneficiaron del caos y la división.
“Bolívar no solamente peleó por la independencia, sino también por la dignidad del pueblo y el país, su legado no puede ser olvidado”, dijo Carrero.
Gracias a la investigación de Calzadilla, puntualizó Carrero cómo las oligarquías venezolanas lucharon para silenciar la memoria de Bolívar, asustadas de que su legado de justicia social, de lucha en favor de la libertad o de lucha por la emancipación desbordara sus intereses.
“La historia ha sido manipulada para favorecer a unos pocos, pero es nuestra responsabilidad recordar y reivindicar a aquellos que lucharon por la libertad”, enfatizó Carrero durante su intervención.
El libro también aborda la grave situación económica que enfrentó el país tras las luchas por la independencia. Con un alto porcentaje de analfabetismo y un monopolio de la tierra en manos de latifundistas, la población, aunque legalmente libre, continuó viviendo en condiciones de servidumbre.
Carrero subrayó que “la libertad sin justicia es solo una ilusión. Necesitamos recordar el sacrificio de quienes lucharon por derechos fundamentales”.
Durante la presentación se invitó a los participantes a involucrarse de manera activa y fue generándose un diálogo bastante interesante en cuanto a las lecciones que pueden aprenderse del propio pasado, de temas como la necesidad de volver a hablar de cómo reconquistar la libertad a partir de la paz y la lucha social, de la utilidad de la memoria para hacer un futuro más justo.
“No podemos permitir que ocurra la repetición del hecho histórico, hemos de aprender de los errores, construir un verdadero camino hacia la libertad”, sostuvo Carrero.
El libro de Pedro Calzadilla es una obra histórica que también se convierte en una texto para movilizar hacia las nuevas generaciones la posibilidad de entender la libertad de una forma más amplia, la necesidad de la justicia social.
En un mundo donde la historia puede ser manipulada, La República Parricida se erige como un recurso indispensable para entender no solo la historia de Venezuela, sino también la de otros países de América Latina que enfrentaron desafíos similares.
“No deberíamos permitir que vuelva a repetirse la historia. Debemos aprender de nuestros errores y forjar un camino hacia la verdadera libertad”, concluyó Carrero.
A veces las obras tienen coincidencias que revelan destinos. Estábamos en medio de la pandemia cuando se difundió la noticia que la escritora venezolana Sol Linares ganó el Premio Tristana de Novela Fantástica con la obra inédita No todos los cíclopes nacen ciegos.
Entre las coincidencias que podemos mencionar está que el premio tiene por nombre una novela de Benito Pérez Galdós, que luego Luis Buñuel convirtió en película, y a la que la novela de Linares hace guiños.
El primero es el tema de género, pero sin que sea una defensa o alegato, sino una historia que son muchas desde tiempos inmemorables.
“Toda vida humana, como la tierra sobre sus polos, gira sobre el pivote del acto de la reproducción de la especie; pero así como la cultura disimula este hecho, la literatura debe ofrecer una veladura semejante”, escribió Pérez Galdós a Leopoldo Alas, Clarín, que muy bien podría resumir a Tristana (1892).
También hay un guiño a Buñuel por su documental Las Hurdes, tierra sin pan (1933) en donde la extrema pobreza y la ignorancia sirvieron de estudio antropológico y muestra que el aislamiento de un pueblo termina por hacer del incesto moneda corriente.
“Una película siempre debe defender y comunicar indirectamente la idea de que vivimos en un mundo brutal, hipócrita e injusto”, opinó Luis Buñuel sobre el papel del cine en la sociedad.
La primera impresión que sobresale de la escritora Sol Linares es que la “frescura” y “madurez” que resaltó el jurado en su veredicto del premio Alba (2010) cuando ganó con la novela Percusión y tomates, en No todos los cíclopes nacen ciegos (Menoscuarto Ediciones, 2022) queda la madurez como narradora con una profunda voz poética que le da fuerza a los diferentes significados que pueda tener una acción o suceso.
Linares no tiene apuros y plantea un solo tema con sus diferentes aristas o enfoques que a saber son lo afectivo y la violencia, específicamente la violencia familiar y de género —omite las guerras, invasiones—; y hace énfasis en la historia fundada con mitos, en donde la literatura y sus dioses occidentales son vistos con una mirada comprensiva y sin tanto horror.
En No todos los cíclopes nacen ciegos se logra conjugar ciencia con fantasía para mostrarnos que aún cuando la vida es circunstancial, tiene una historia que aunque se quiera ocultar, desaparecer, porque no se quiere hablar de ello por las diferentes razones que impone la ignorancia, nuestros ascendientes están allí, en nuestro ADN que siempre tiene algo que decir. Es otra escritura de nuestro pasado y, ¿por qué no?, sueños.
Pudo haber sido un policial, pero la fantasía trasciende el sortilegio necesario para entregarse a otras miradas, otras percepciones de la vida. Hay muertes, pero no asesinatos. Torturas físicas y psicológicas que transitan el tiempo.
Es la búsqueda para la resolución de dudas y miedos que va a contramano de Howard Phillips Lovecraft: “Estoy tan harto de la humanidad y del mundo que nada logra interesarme a no ser que incluya, por lo menos, dos crímenes por página, o que trate de horrores innominados procedentes de espacios exteriores”.
Sol Linares está abierta a lo desconocido, pero sobre todo, a lo que es diferente, a lo que alumbra. ¿Cuántas veces nos hemos hecho la pregunta de qué es lo normal? Quien no se hace esta interrogante está más cerca de los supremacistas que exterminan pueblos bajo la creencia que son un pueblo elegido y que terminan siendo peor que una pandemia.
La diversidad está en la riqueza del lenguaje que va más allá de las lenguas, de las historias que se cruzan, del ADN y la sangre, de los días y las noches que tienen luz propia y que hacen que las personas —en este caso, los personajes— se transformen y defiendan una causa, por más pequeña que esta sea, pero causa al fin.
Sol Linares muestra en No todos los cíclopes nacen ciegos una cara amable de la herencia de los mitos para explicar literariamente la realidad y los miedos a través de la fantasía y la ciencia. No todo está perdido, viene a ofrecer un corazón, como reza la canción de Fito Páez.
Las novelas no suelen comenzar descubriendo sus vericuetos narrativos, cosa que sí hace Sol Linares en No todos los cíclopes nacen ciegos. Desde la primera página, se nos dice que enfrentaremos un relato, “bajo la tutela de la ciencia y el mito”, que se propone “recomponer un paisaje familiar marcado por insospechados horrores”; y se nos indica, del mismo modo, que será un relato en tono “confesional y longevo”
Como si se quisiera armar al lector con las herramientas indispensable para comprender y desentrañar el remolino que se le viene encima, la novela dedica el primer capítulo a una especie de rito de paso. En esa introducción, la narradora, Flora Mazzari, desde un espacio y un tiempo diferente al del relato central, nos prepara para la inmersión que sigue. Todos los secretos de la novela residen en esas primeras páginas: “La genética puede responder muchas preguntas. El mito, abrir caminos de interpretación. Pero la historia familiar completaría su versión”.
Vale decir que este relato, o al menos su lectura, no termina en la última página, como suele suceder con la mayoría de las novelas, sino con la relectura de ese primer capítulo, que solo entonces despliega todos sus guiños.
Un condicionamiento final, para entrar a la obra más reciente de Sol Linares, reside en saber que se hizo acreedora del XIV Premio Tristana de Novela Fantástica, información clave en el caso de que, habiendo llegado hasta aquí, aun no se hubiese comprendido que se está ingresando al movedizo remedo de la realidad propio de la literatura fantástica.
Mito, ciencia y familia son pues, los tres ejes conductores de la historia, de acuerdo con la propia voz que narra.
En cierta forma, corresponde al lector elegir cual de estos tres posibles senderos de lectura priorizará en su recorrido por las poco menos de doscientas páginas de la obra.
Con una meticulosidad que apunta a una rigurosa investigación previa, Sol Linares incorpora incontables referencias acerca del mito del cíclope, una información que nutre la estructura misma de la novela. No en balde, buena parte de los capítulos en los que se divide la obra llevan nombres que se originan en el sustrato griego siempre presente en la historia. Capítulos con nombres como Pathos, El rapto de Polifemo y La revolución del Cíclope extienden el hilo de una intertextualidad por la que desfila buena parte de la literatura que se ha ocupado, a lo largo del tiempo, de la figura del cíclope.
Pero este es un cíclope que orienta una saga familiar. Sol Linares ha sabido insertarlo en su relato con absoluta originalidad al convertirlo no solo en referente afectivo, sino, también, en elemento que estructura y da coherencia a la historia. Una historia que, sin que lo parezca se ocupa de no pocos asuntos terrenales y humanos, que por momentos parecen estar ocultos tras la cortina que tienden tanto el discurso mítico como el científico.
Si se trata de encontrarle sentido, a lo largo de varias generaciones, a un cíclope ciego que reposa en un frasco de formol, el discurso científico viene muy al calce. Se incorpora asíun lenguaje de certezas y precisiones al ámbito de misterios e incógnitas que definen lo fantástico.
Quienes prefieran el sendero de la ciencia para avanzar en la lectura, se encontrarán con el reto de dilucidar hasta qué punto conceptos, fórmulas y siglas se apoyan en un verdadero conocimiento de causa o responden preferentemente a la capacidad de simulación de la narradora.
Como sea, la apelación al mito y a la ciencia aporta agua al cauce de un discurso que se expresa por medio de un monólogo delirante que no promueve anclaje firme en ninguna de sus páginas. Un monólogo construido como una avalancha de acciones y descripciones que no logran independizarse entre sí, sino que se funden en metáforas vivas y sentenciosas para dotar a la anécdota de un carácter aéreo e inasible.
No todos los cíclopes nacen ciegos es, finalmente, una saga familiar que marcha en reversa. Al contrario de aquella otra saga que termina en un niño con cola de cerdo, en esta un pequeño cíclope ciego es el punto de partida en el camino de redención familiar que conduce al descubrimiento del incesto primigenio.
En el contexto de la programación que ofrece Venezuela en la 37.ª Feria Internacional del Libro de Bogotá (FilBo), el director ejecutivo de la editorial El perro y la rana, Elis Labrador, y la escritora afrovenezolana Casimira Monasterios estuvieron a cargo de un conversatorio sobre los logros de la Comisión Presidencial para el esclarecimiento de la verdad histórica, justicia y reparación sobre el dominio colonial y sus consecuencias en Venezuela, creada por el Gobierno nacional, entre ellos la edición de libros vinculados a las luchas de los pueblos indígenas y afrodescendientes.
De acuerdo con Labrador, uno de los logros más importantes es poder materializar, gracias al convenio realizado con la Editorial El perro y la rana, adscrita al Ministerio del Poder Popular para la Cultura (MPPC), una veintena de títulos escritos por estudiosos, profesores y profesoras de las ciencias sociales, colectivos, entre otras iniciativas, vinculados a los afrodescendientes y temas indígenas.
En ese sentido, la escritora Casimira Monasterios, diputada y miembro de la Comisión, presentó junto a Labrador en el stand de Venezuela en la FilBo 2025 la colección Insurgencias Históricas y Afroepistemologías Cimarronas de El perro y la rana.
Monasterios señaló que esta experiencia es quizás una de las iniciativas más importantes, porque al fin se encontró un nicho para poder expresar aquellos estudios y ensayos que desentrañan el imaginario y la voz del pueblo afrovenezolano.
La autora, quien es oriunda del pueblo de Curiepe (Barlovento, estado Miranda), realizó un recorrido por las tradiciones, el cacao, su naturaleza y topografía a la que considera un milagro de la naturaleza.
Indicó, además, que hay estudios de otras zonas del país (Los llanos, el estado Bolívar), por ejemplo, donde hay una fuerte manifestación afrovenezolana con tradiciones reconocidas y consolidadas por sus habitantes.
Casimira Monasterios, autora del libro Parto de pueblo cimarrón (El perro y la rana), que recoge estudios acerca de la genealogía de los pueblos afrodescendientes y su legado civilizatorio en el contexto de Venezuela, Latinoamérica y la región caribeña, reconoce que, si bien es un logro y una reivindicación, aún faltan muchas cosas por hacer, por escribir y por recolectar sobre las tradiciones orales.
Esta Comisión ha despertado la admiración de los visitantes al stand de Venezuela. Señalan que si bien publican temas afro las editoriales tradicionales, aún no poseen una colección como la que forma parte de la Comisión.
La memoria como camino para reivindicar a los pueblos
Por otra parte, en la 37.ª FilBo la escritora e investigadora Casimira Monasterios también encabezó la charla “Justicia y memoria: el camino hacia la reivindicación de pueblos originarios y afrodescendientes”, donde conversó sobre el significado que tiene la memoria como un paso para hacer justicia a los pueblos oprimidos desde hace más de 500 años.
Durante su ponencia, la también diputada a la Asamblea Nacional, explicó que quien tiene una memoria tiene una historia.
A pesar de que “una persona no puede saber leer y escribir”, se “sabe quién es su mamá, quién es su papá, el pueblo donde se crió, lo que bailó, lo que comió, lo que trabajó” a través de la oralidad, que es considerada un documento para estudiar la historia.
Por lo tanto, argumentó, la memoria es importante en el caso de América Latina y el Caribe, porque la historia “está contada desde las élites”.
“¿Quién escribe la historia?, los vencedores”, acotó Monasterios, y añadió que los pueblos originarios y afrodescendientes, según esa historia contada por la oligarquía, “no son precisamente los vencedores”.
“Porque aun cuando participamos en todas esas guerras y en todas las luchas, los vencedores siguen siendo los mismos… las oligarquías descendientes de los llamados, entre comillas, conquistadores y colonizadores”, agregó de forma contundente.
En tal sentido, la investigadora precisó que “la memoria es lo que permite resistir ante la colonización que aún perdura, porque una cosa es la independencia política y otra cosa muy distinta es la emancipación intelectual, mental, del ser humano”.
Y, aunque “no está recogida en los grandes libros, está recogida en esos libros vivientes”, son las personas que, de generación en generación, “siguen transmitiendo su cultura, su cosmovisión, su manera de ver el mundo, de entender el mundo, su relacionamiento con la naturaleza, su relacionamiento personal”, dijo.
La autora expresó que la finalidad de lo que se transmite a través de la oralidad es que lo que no se aprende en la academia lo “aprendamos en la casa de la memoria de nuestros mayores”.
A continuación, Monasterios explicó que, conociendo la historia de los pueblos oprimidos, las generaciones que les preceden pueden hacer justicia por ellos.
Entonces, es posible pedirles reparación a los colonizadores, “porque tenemos memoria, porque me debes, porque hombres y mujeres secuestrados en África fueron sometidos a esclavitud”, refirió.
Tras esa declaración, añadió que por eso y otras razones es que “nos negamos a celebrar el 12 de octubre”, ya que no es una fecha de celebración sino “el llanto de los pueblos originarios”.
“El indígena hoy tiene una memoria que le permite seguir recordando el genocidio cometido contra ellos”, subrayó, para luego acotar que la oligarquía y el imperialismo siguen teniéndole “miedo a la memoria de los pueblos oprimidos por ellos. Porque en la medida que los pueblos oprimidos tienen memoria, se revelan y exigen sus derechos”.
Con la reivindicación de los pueblos originarios y los pueblos afrodescendientes, viene la reivindicación del obrero, “porque mientras haya memoria, hay capacidad de lucha”, y, por ende, “siempre estamos en el camino de la emancipación”.
Recordó, además, en el contexto que actualmente se vive en Venezuela, “estamos peleando por nuestra soberanía, por nuestra verdadera independencia, por la independencia política”. Al respecto, indicó que mientras no tengamos independencia económica, la política se pierde.
Culminó reflexionando sobre cómo durante décadas el imperialismo norteamericano nos dominó mediante la renta petrolera, y continúa en sus aspiraciones de dominio.
“¿Quién decidió que nosotros lo que teníamos era que sacar petróleo, ni siquiera explotar el petróleo y vendérselo a los gringos a precio de gallina flaca?”, se preguntó Monasterios.
Sin embargo, “en el momento que te les revelas, ellos te tiran el chorro como nos lo hicieron. Lo que pasa es que nosotros somos un pueblo bravío”, afirmó Monasterios.
Expuso que los venezolanos conocen su historia, pero no la contada en los libros por la oligarquía, sino aquella que trascendió por generaciones y que ha sido reivindicada.
“La base de la historia, gústele o no a los historiadores, es la memoria. Si la escribes o si la pasas de manera oral, en canciones, en obras de teatro, en el cine, a través del arte como buen guardián de la memoria”, va a trascender, “pero el pueblo que pierde su historia, que la olvida, está condenado a repetirla”, finalizó.
En el marco de la participación de la República Bolivariana de Venezuela en la 39.ª Feria Internacional del Libro de Túnez (FilT), la delegación venezolana donó 100 títulos al departamento de Filología Española de esa casa de estudios.
En presencia de profesores y estudiantes de la Facultad de Letras de la Universidad de la Manouba, el director del Departamento de Filología Hispánica, Rhida Mami, recibió la donación de los libros publicados por editoriales del Estado venezolano.
La selección de títulos incluye trabajos clásicos de la literatura venezolana de autores como Teresa de la Parra, Rómulo Gallegos, Aquiles Nazoa y Ramón Palomares; así como títulos más recientes de escritores como Jorge Rodríguez Gómez, Miguel Ángel Pérez Pirela, Benito Yrady y Cósimo Mandrillo. Además se incluyeron trabajos de autores venezolanos con ascendencia árabe como Wafi Salih y Tarek William Saab.
Durante la actividad, en la que participaron los autores venezolanos Carmen Bohórquez, Luis Britto García y Antonio Trujillo, se realizó la lectura en árabe de algunos pasajes de la poesía de este último por parte de estudiantes de la Facultad de Letras de la Universidad de la Manouba.
Al respecto de la donación, Mami expresó su agradecimiento a la delegación venezolana, encabezada por el viceministro de Fomento para la Economía Cultural y presidente del Centro Nacional del Libro (Cenal), Raúl Cazal, y resaltó que los trabajos entregados a la facultad serían un valioso recurso en la profundización del trabajo de los estudiantes de esa universidad.
Mami, quien participó en calidad de invitado en la Feria Internacional del Libro de Venezuela (Filven) en 2022, resaltó que el estudio del idioma español en la Facultad de Letras en la Universidad de La Manouba y el conocimiento que allí se explora en relación al mundo hispánico tiene en Venezuela una fuente inagotable de inspiración.
“Somos más cercanos de lo que pensamos. La conexión entre nuestras culturas, entre el mundo árabe y el hispano, es profunda”, recalcó Mami.
Al respecto, el autor venezolano Luis Britto García retomó algunas ideas que ya habría desarrollado en una ponencia realizada en la Feria Internacional del Libro de Túnez, en la que abordó directamente la cuestión de la influencia islámica en Venezuela y gran parte del continente americano.
“Toda la cultura de los jinetes a caballo, así como elementos de la música, con sus instrumentos y ritmos, que vemos en países como Venezuela, Argentina, Brasil, tiene una relación directa con la influencia del mundo islámico que llegó a nosotros por medio de la conquista española. En nuestro modo de ser hay una innegable huella de todo lo que concierne a la cultura islámica”, agregó.
En ocasión de la participación de la República Bolivariana de Venezuela en la 39.ª Feria Internacional del Libro de Túnez (FilT), se llevó a cabo una reunión entre el viceministro de Fomento para la Economía Cultural y presidente del Centro Nacional del Libro (Cenal), Raúl Cazal, y representantes del sector del libro de Túnez.
Durante el encuentro con Mohamed El Kadri, director general de la FilT; Mohamed Elkadhi, presidente de Programación Cultural de la feria, y Samir Shimi, Cazal recordó que las relaciones entre los países del Magreb se fortalecieron durante la presidencia del Comandante Hugo Chávez Frías, y “son relaciones cuya importancia estratégica son vitales para América Latina, esto lo entiende el Gobierno Bolivariano y el presidente Nicolás Maduro”.
El Kadri por su parte expresó la satisfacción que le trae la participación de Venezuela, como único representante del continente americano, en la feria tunecina.
“Son más las cosas que nos unen, que aquellas que nos separan; debemos trabajar en conjunto para hacer que cada día esas cosas que nos separan sean menos”, afirmó.
Durante la reunión se evaluaron posibles proyectos en conjunto en lo relativo al sector del libro en ambos países.
Venezuela participa por primera vez en 39 años en la Feria Internacional del Libro de Túnez. A esta edición arribó con más de 300 títulos que son una muestra de la más reciente producción editorial del país.
La escritora e investigadora afrovenezolana Casimira Monasterios presentó en la 37.ª Feria Internacional del Libro de Bogotá (FilBo) su libro “Parto de pueblo cimarrón”, en el que aborda diversos estudios acerca de la genealogía de los pueblos afrodescendientes y su legado civilizatorio en el contexto de Venezuela, Latinoamérica y la región caribeña.
La autora, nacida en Curiepe, un pueblo con raíces cimarronas, expresó su visión como mujer que comparte la herencia afroamericana y explicó que Parto de pueblo cimarrón, publicado por la editorial El perro y la rana, estudia la persistencia dentro de la sociedad, de las injusticias raciales, y las ideas antiguas e inhumanas que en la actualidad afectan a las comunidades afro en Venezuela, lo que, según Monasterios, es una situación que impacta negativamente sobre el sentido de pertenencia y la conexión de los venezolanos con su propia identidad.
La también diputada a la Asamblea Nacional dijo que el libro está dividido en seis capítulos. “Los más relevantes para mi proyecto de investigación son los siguientes: en primer lugar, la estética y, en general, el racismo en las mujeres afrodescendientes”, destacó.
Los capítulos engloban las experiencias de racismo y discriminación dentro de la propia comunidad (endorracismo) que enfrentan las mujeres de Barlovento.
La escritora refirió que se expone también cómo los niños van aprendiendo a relacionar la belleza con características que excluyen la negritud.
Al referirse a los casos de discriminación por motivos raciales o por la influencia mediática en la promoción de estándares de belleza, expresó que el “racismo provoca un sentimiento de vergüenza relacionado con la propia etnia”.
Asimismo, se explora en el texto las luchas históricas de la población afrovenezolana.
“La lucha por derechos y reivindicaciones ha continuado hasta nuestros días, incluyendo la resistencia contra la oligarquía nacional”, acotó Monasterios.
Finalmente, Monasterios hizo un llamado a la descolonización del pensamiento, haciendo énfasis en la necesidad de eliminar por completo “la mentalidad llena de prejuicios” y estereotipos que surgieron durante la época colonial y que se mantienen con la influencia actual del imperialismo.
Adicionalmente, precisó la importancia de reconocer y destacar las contribuciones de la comunidad afroamericana en la región.
En el marco de la FILBo, la investigadora señaló que es necesario seguir enfrentando la discriminación, el racismo y el clasismo, reconociendo la diversidad étnica y cultural, que son fundamentales para lograr un cambio en nuestras sociedades.
El tambor como símbolo de identidad
Parto de pueblo cimarrón, además, destaca la importancia del tambor en la comunidad afrovenezolana, no solo como un instrumento musical, sino como un medio para reunir a familias y comunidades enteras.
Monasterios comentó cómo las celebraciones en torno a San Juan Bautista y San Benito de Palermo se transforman en momentos cruciales que permiten reafirmar la identidad y los lazos sociales.
No obstante, recalcó que la identidad venezolana es mucho más rica que solo el tambor, abarcando una diversidad cultural que a menudo se ignora.
En el marco de la 37.ª Feria Internacional del Libro de Bogotá (FilBo), el escritor venezolano Miguel Ángel Pérez Pirela dictó la charla “Verdades manipuladas: cómo las redes sociales distorsionan la realidad”, que se llevó a cabo en el stand de Venezuela.
Pérez Pirela, comunicador y doctor en filosofía política, quien estuvo acompañado por la también escritora, promotora de lectura y gerente general de Estrategias del Centro Nacional del Libro de Venezuela, Yris Villamizar, reflexionó sobre la influencia que tienen las plataformas digitales en la información que consumen sus usuarios.
Tras citar el mito de la caverna de Platón, el autor acotó que todo lo que “pensamos que es la realidad, son solamente sombras” que después son interpretadas como una realidad, que verdaderamente “son solamente imágenes”.
Para Pérez Pirela, “en estos momentos de la comunicación 2.0 estamos encerrados en unas cavernas de celulares”.
En ese sentido, quienes se exponen a las redes sociales no solo reciben una “verdad”, también la difunden.
Sobre esto, añadió que “ya ni siquiera el mundo del periodismo está preocupado por mostrar la verdad o mostrar el hecho”, ya que los acontecimientos son un dictamen “de los grandes poderes”.
“De ahí viene el concepto de mentira, al concepto de fake news”, aseveró Pérez Pirela, haciendo énfasis en que este término es un constructo de la “antiverdad” en los medios de comunicación que “ya no son medios, sino fines de comunicación”, señaló.
El escritor alertó que no existe una legislación internacional que pueda regular las redes sociales y, por ende, no tienen o no se les exige responsabilidad social respecto al manejo de información y, en consecuencia, con la reproducción de la “verdad”.
Estas “libertades individuales” se evidencian en la red social X, que pertenece al multimillonario “claramente militante del partido republicano de los Estados Unidos” Elon Musk, a quien “lentamente” se empieza a ver “cómo comienza a meter sus manos en la política de Alemania, en la política de Italia, y trata, a través de las redes sociales”, de influir en las decisiones soberanas de algunos países.
Redes como mecanismos de manipulación
Agregó que, en la actualidad con el auge de la inteligencia artificial en las plataformas digitales como Google, “existe un océano de información” que la población mundial ofrece de acuerdo con el uso que se le da a dicha herramienta.
De manera que tanto la comunicación y los medios se convirtieron en mecanismos de manipulación.
“La comunicación 3.0 secuestra al ser humano y lo hace parte del mecanismo del hecho comunicativo”, explicó Pérez Pirela.
Argumentó que el mundo se encuentra ante una forma de esclavitud, servidumbre voluntaria o dictadura en la que someten a las personas a partir de su cuerpo.
“Todos los días y a toda hora le estamos dando Zuckerberg de Facebook, a Elon Musk de X… es decir a millonarios con empresas millonarias, toda la información de nuestras vidas. Todos tus gustos, todas tus apetencias sexuales, tus tendencias políticas, tus miedos, tus esperanzas en tiempo real y de forma completa”, advirtió Pérez Pirela, agregando que gracias a toda la información que “regalamos” a las redes sociales se puede realizar la hipersegmentación de datos que luego personajes como Donald Trump utilizan en el marketing electoral, para saber cómo dirigirse o cómo hablarles, por ejemplo, a los jóvenes y a la población estadounidense en general.
Pérez Pirela culminó su ponencia reflexionando acerca de que el uso de estas plataformas también distorsiona las preferencias de los usuarios. Para explicar lo que ocurre en este caso, hizo referencia a cuando los consumidores pasan horas caminando en un centro comercial viendo vitrinas tras vitrinas, hasta que se convencen de comprar un producto.
“Lo que quiere lograr el algoritmo 3.0 de arquitectura es que tú te pierdas. Entre más vitrinas veas, más posibilidades tendrás de comprar”, dijo, estableciendo similitudes entre su reflexión y el tema de las redes sociales que vuelve “adictos a las pantallas” a los consumidores.
“El reto que se nos está poniendo en este momento no es solamente político, epistemológico, estético, de la belleza (porque aquí también se vincula una belleza), sino que al fin y al cabo arribamos al “llegadero” de la filosofía.
Aquí estamos hablando de un tema metafísico, de un tema ontológico”, finalizó el escritor.
La escritora colombiana Rocío Castellanos, quien se ha dedicado a investigar y escribir sobre la historia venezolana, presentó en la 37.ª Feria Internacional del Libro de Bogotá (FilBo) su obra Pardos, infidentes e insurgentes en Venezuela 1790-1812, editada por el Centro de Estudios Simón Bolívar (CESB) bajo la Colección Bolívar XXI.
El evento tuvo lugar en el stand de Venezuela, donde Castellanos, quien es historiadora e investigadora del Centro de Investigaciones Históricas de América Latina, realizó una reflexión sobre este texto, resultado de una parte significativa de su investigación doctoral.
Recordó que los pardos conformaron un amplio sector de la sociedad colonial venezolana que se encontraba en una posición de exclusión, por cuanto no eran considerados ni esclavos ni criollos, y su falta de claridad jurídica, sumada a su conexión con lo africano, los marginaba dentro de la estructura social de la época.
En ese sentido, la investigación de Castellanos editada por el Centro de Estudios Simón Bolívar representa un avance en la comprensión de la compleja sociedad colonial venezolana y el papel protagónico de los pardos en su devenir histórico, especialmente, en el contexto de la lucha por la independencia.
Castellanos señaló que su trabajo es producto de una minuciosa inmersión en archivos históricos; explora cómo los pardos, que constituían la mayoría de la población, tejieron complejas redes comerciales a lo largo del territorio, intercambiando bienes desde el Caribe hasta diversas regiones venezolanas.
“El primer capítulo detalla estos ‘cambalaches’ y los extensos recorridos de los comerciantes, ofreciendo una visión dinámica de su movilidad y su contribución a la economía colonial”, explicó la autora.
Asimismo, añadió que “la investigación profundiza en la notable vinculación de los pardos con las milicias coloniales”.
El libro también examina las estrategias de un sector de pardos adinerados que, mediante la contratación de abogados, desafiaron la legislación española para obtener dádivas y permisos. Aborda directamente la participación de los pardos en la Guerra de Independencia, identificando sus demandas específicas como grupo de interés.
“Ya fueran individuos de bajos recursos o prósperos comerciantes, existía una exigencia común por alcanzar condiciones de igualdad social con los criollos, aspirando al acceso a la educación universitaria, al uso de armas y uniformes, entre otros derechos”, destacó Castellanos.
La investigadora enfatizó la importancia de estudiar a los pardos como un grupo con sus propias aspiraciones e inclinaciones, destacando su papel fundamental en la sociedad colonial, a pesar de haber sido históricamente poco estudiados.
Castellanos acotó que la obra presentada es un aporte significativo para futuras investigaciones, puesto que identifica fuentes documentales clave en este campo de la historia.
Durante el tiempo que residió en Venezuela, la historiadora colombiana dedicó su trabajo al estudio de la población parda en el país.
En el año 2010, en el marco del Bicentenario de la Independencia, publicó Por la libertad de los pardos, un libro breve contextualizado en el año 1812, que aborda la vinculación de este grupo social a la guerra por la emancipación.